Pedro ama a Emily, Emily ama a Martín, éste a su vez ama a Emily.
¿Y Miguel?
Pues Miguel se ama a sí mismo.
Todo empieza con enredos, enredos que no necesariamente deban mantenerse. Sin embargo, hay algo de lo que sí se puede estar seguro, esto es...
— ¿Y si no lo acepta? ¿Si me deja hoy mismo? ¿Debería decirle? — Ante la ulterior pregunta, aquellos ojos esmeralda lo observaron con signos de miedo y duda.
Rodó los ojos.
A veces realmente le hartaba aquella actitud temerosa que tomaba su mejor amigo.
Martín era una de aquellas pocas personas que tenía una alta autoestima, era muy bueno en casi todo en lo que emprendía, de hecho hasta rozaba en lo egocéntrico; sin embargo, aquel amigo suyo solo mostraba lo que realmente sentía con sus seres más allegados.
Ahí es donde Miguel tenía un papel; el ser su mejor amigo de años no era nada fácil, a veces tenía que lidiar con aquellos momentos de inseguridad.
— A ver, a ver, primero tranquilízate, causa, que el mundo no se va a acabar. — Bufó.
Esta vez fue el más alto quien rodó los ojos.
— ¡Escúchame, imbécil! — Continuó.
Ambos se sostuvieron la mirada mientras el menor lo sostenía de los hombros.
— Haz organizado una gran fiesta, pusiste todo tu empeño en este día. — Decía lentamente, de alguna manera tenía que hacerle entender a ese amigo suyo. — Me obligaste incluso a ayudarte en varias cosas, sacrificando así mis horarios de siesta, y sabes que con eso no se juega. — Inquirió.
Martín en aquel momento hizo un amago de sonrisa.
— Todos están aquí, todos tus amigos, los amigos de Emily, hoy no va a salir nada mal. — Poco a poco veía como la tensión de Martín iba desapareciendo. — Tienes a una mujer que te ama con locura, así como a tus mejores amigos de por vida que te están apoyando en esta decisión.
Martín esta vez sí esbozó una sonrisa por lo dicho, de hecho sólo bastaba con verlo a los ojos para saber la alegría y agradecimiento que sentía aquél.
— Así que deja de hacerte el mamoncito, y ten los huevos suficientes para no acobardarte, culero.
Miguel también sonrió, se alegraba por su amigo, después de tanto, Martín tendría su final feliz, el final que siempre había deseado con su persona amada.
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Emily había llegado a la fiesta, estaba tan hermosa como la recordaba. Pudo ver cómo a su amigo se le cortaba la respiración de tan solo verla.
Rodó los ojos. Martín realmente estaba enamorado, esperaba algún día sentir lo mismo.
Habían pasado más de tres años en que aquellos tortolos habían empezado a salir, recordaba cómo tuvo que hacerle de cupido para ellos.
Eran tan difíciles en ese entonces, aún así de alguna manera u otra ahora eran pareja, habían afrontado diversas adversidades, habían permanecido a través del tiempo y circunstancias, y sí que hubo varias.
