34. Palabras no dichas | Parte 3

406 48 99
                                    

"¿Por qué?"

"¿Por qué lo hizo si todo estaba bien?"

Pedro rememoró todo lo que habían discutido el día anterior.

"Incluso me insultó, quién debería estar ofendido soy yo, no él."

Bufó con rencor, luego recordó sus lágrimas.

—¡Ah, maldita sea! —revolvió su cabello con frustración— Todo es su culpa, yo no pedí que se enamorara de mí. Está haciendo de esto todo un mundo cuando no lo es.

Apretó sus labios.

"Ya ni un adolescente hace esas niñadas."

—De todos modos, ¿Donde se encuentra ahora?

—...

La respuesta llegó de inmediato.

—Andrew.

Con el nombre pronunciado, la ira volvió a él en un santiamén.

Pateó el mueble de su cama maldiciendo el nombre de Andrew, y con el enojo presente recogió su celular, contactando a Sergio para que le pase el número de celular de su amigo.

La llamada no duró mucho, una vez que le empezó a reclamar, sus palabras se profundizaron de odio y rencor, profiriéndole inclusive hasta algunas amenazas. La respuesta de Andrew en cambio, fue colgarle la llamada.

Al captar la situación, él tampoco quería hablar con Pedro.

Si bien Pedro de por sí ya estaba enojado con todo el mundo, el haber recibido esa respuesta a sus reclamos, lo hizo arder de la rabia.

—¡Qué hijo de perra!

Respiró más fuerte.

—¡Qué maldito hijo de perra! —gritó más fuerte.

Apretó su celular en su mano aún conteniendo el enojo a causa de Andrew.

—No hay duda. Está con ese bastardo.

Pedro apretó sus labios, desde hace varios minutos su ceño fruncido permanecía sin cambio alguno y su respiración seguía agitada después de ofuscarse.

Pedro apretó sus labios, desde hace varios minutos su ceño fruncido permanecía sin cambio alguno y su respiración seguía agitada después de ofuscarse

Ups! Tento obrázek porušuje naše pokyny k obsahu. Před publikováním ho, prosím, buď odstraň, nebo nahraď jiným.

Después de tranquilizarse aunque sea un poco, él mismo hizo su almuerzo tomándose más tiempo del debido.

Su mente estaba atascada de distintos pensamientos sobre Miguel, desde lo que ocurrió la noche anterior, hasta acerca de lo que estaría haciendo o pensando en ese instante.

—Si realmente me amara no estaría con esa escoria que solo quiere aprovecharse para meterlo a su cama.

El rencor todavía actuaba en sus comentarios pero por lo menos ya no estaba gritando ni golpeando cosas.

—Seguro ahora ellos deben estar revolcándose como las bestias que son.

Ciertamente él mismo contribuía a su enojo, cada comentario era acerca de sus suposiciones sobre ambos amantes.

Te odio pero te amo || MexPer ||Kde žijí příběhy. Začni objevovat