8. Barreras | parte 4

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Habían pasado alrededor de dos semanas en las que ambos roomies no tenían un debido viernes jurídico; esto por el constante cansancio de las últimas semanas del semestre.

Era Jueves y Pedro, después de tanto tiempo, estaba preparando la cena para ese día.

Efectivamente, desde el día que se emborracharon, ninguno volvió a hablar de la libertina vida sexual de Miguel. Pedro no lo admitiría, pero le molestaba. Cuando el menor llegáse, de alguna manera Pedro tocaría el tema para asegurarse de que aquellos otros "amigos" de Miguel eran inferiores a él.

Sin embargo, sumergido en esos pensamientos, sonó su celular, indicándole que recibía una llamada.

Era Emily. El mayor dudó en contestar, considerando que se estaba tomando un tiempo de su mejor amiga; contra todo pronóstico, y de mala suerte para su pobre corazón, contestó.

—¿Emily?

Hola Pedro, a los tiempos. Pedro notó el quiebre en la voz de su amiga a través del teléfono. — ¿Estás ocupado? ¿Puedo ir a tu casa ahora?

Con la notable preocupación en su rostro no pudo negarse a ella. El jamás podría negarse a ella.

— No estoy ocupado, sabes que puedes venir cuando quieras. —Dijo suavemente. Él ya podía ver la pequeña sonrisa que le transmitía su amiga por el teléfono.

Gracias.

Emily yacía sentada en uno de los sofás de la sala mientras tomaba un pequeño sorbo del té que Pedro le había traído hace tan solo unos instantes

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Emily yacía sentada en uno de los sofás de la sala mientras tomaba un pequeño sorbo del té que Pedro le había traído hace tan solo unos instantes.

—¿Ahora que hizo ese pendejo? —Dijo con una ligera molestia y preocupacion entremezclados.

Siempre era de asumirse que el culpable de todo era su mejor amigo. Pedro no recordaba alguna vez en que Martín no fuera el culpable.

— Él... —La menor suspiró. —Solo lo de siempre. — Dijo cabizbaja. — Siempre que me muestra su lado indiferente, me duele mucho. — Murmuró.

—Ese cabrón...

Pedro quería a su mejor amigo, pero a veces realmente era un idiota que merecía un buen golpe.

— No sé como permites eso, grítale, déjale por unas semanas, que aprenda su lección ese culero. —Dijo con la molestia sobresaliendo.

— Hoy me fui a pesar de que él no quería que me vaya. —Murmuró para ambos. —Aun así no fui con mis amigos, solo estoy aquí tratando de recibir consejos.

A Pedro no le gustaba la tristeza y resignación en su amiga, él de verdad tenía unas tremendas ganas de partirle su madre a Martín. Quizás un día de estos lo visitaría y lo haría.

Él se lo dijo muy claramente, si es que alguna vez lastimaba a Emily, Pedro se las cobraría a palizas.

— Quédate aquí, yo voy a darle sus buenos putazos a ese imbécil. — Realizó un ademán para levantarse, no obstante, la menor lo detuvo tomándolo suavemente del brazo.

Te odio pero te amo || MexPer ||Where stories live. Discover now