43. No te vayas

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Miguel se quedó mirándolo todavía un rato más. Pedro se veía deplorable en el suelo, rodeándose de botellas vacías de licor, encorvado y una expresión abatida.

Después de algunos minutos ignorando el olor nauseabundo, volvió a mirar alrededor, topándose con un desastre. Muchas cosas estaban esparcidas en el suelo, las sillas y mesas estaban fuera de lugar y casi parecía que un huracán azotó la sala de esa casa.

— ¿Por qué habrá hecho esto? —murmuró mientras caminaba un poco.

Después de todo lo que Miguel pasó en esas semanas, no tenía cabeza para ponerse a pensar en las razones de Pedro, él todavía seguía debatiéndose en como actuar ahora.

Si bien Pedro lo hirió con sus palabras el día que se enteró de sus sentimientos, él también había hecho lo mismo con Martín. No tenía la cara ni el derecho para reprocharle al mexicano.

Sin embargo, muy apesar de su moralidad, todavía se sentía resentido con Pedro, después de todo las palabras que lo dañaron no se pueden borrar de la noche a la mañana.

Aún recordaba como lo miró con rechazo y repulsión aquella ocasión, como se burló de sus sentimientos y como lo culpó por haber arruinado todo.

Miguel frunció su ceño, chasqueando la lengua y volviendo a estar de pie junto a Pedro.

Su mirada estaba llena de rencor entremezclado con dolor.

— Tú...

— Mi-Miguel...

Su mirada afilada se abrió con sorpresa ante la mención de su nombre por el ebrio e inconciente Pedro.

Esperó a que se despierte y vuelva a su natural personalidad, pero eso no fue así, solo volvió a decir una vez más su nombre y cayó de nuevo en su embriaguez.

Miguel apretó sus labios que amenazaban con curvarse hacia abajo. Respiraba fuerte tratando de mantener su enojo hacia él.

— No vuelvas a decir mi nombre.

Miguel quiso marcharse, odiaba sentirse tan vulnerable solo por esas palabras de Pedro, no obstante no dio ni un paso fuera.

— No soy tan malo como para dejar que te ahogues con tu vómito. —murmuró aún lanzándole una mala mirada al borracho.

Miguel respiraba exhausto todavía realizando los últimos ajustes para acomodar correctamente a Pedro en su cama

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Miguel respiraba exhausto todavía realizando los últimos ajustes para acomodar correctamente a Pedro en su cama. Fue un total dolor de cabeza, no solo pesaba mucho más que él, sino que fue realmente difícil ayudarle con su ropa considerando lo rígido que estaba.

— Realmente incluso ahora me molestas.

Bufó luego de haber regularizado su respiración.

La luz estaba encendida en dicha habitación, así que Miguel aprovechó en observar un poco más. El odio inicial desapareció, pero aún así no podía evitar no fruncir su ceño al verlo.

Te odio pero te amo || MexPer ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora