5. Barreras | Parte 1

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Los sábados eran para Miguel otros de los días muy agotadores que tenía cada semana. Si bien no tenía que ir a trabajar en las mañanas, esto no excluía que debía ir a sus clases de post grado.

Después de escuchar con atención las ponencias de los catedráticos durante horas y así realizar sus debidos apuntes, algunos de sus compañeros le invitaron a almorzar con ellos, como sucedía cada semana.

En el camino a la cafetería más cercana a la facultad que asistía, se topó con la mirada de aquel joven con quien apenas tenía un poco más de un año de haberlo conocido.

Su nombre era Esteban, también es peruano. Miguel recordaba haberlo visto algunas veces en su último año de pregrado en su Universidad de Perú. Mucha fue la sorpresa cuando se enteró que el menor también había conseguido una vacante de pasantía en la UNAM.

Esteban ahora era un estudiante de cuarto año en Derecho, muy aplicado y amigable a simple vista. Fácil de tratar; es por ello que no les costó mucho entablar una amistad en ese año.

Sin embargo, actualmente el menor desvió la mirada hacia abajo apenas se cruzaron. Ya no se frecuentaban.

Miguel suspiró pesadamente.

Hace algunos meses ellos habían establecido una especie de amistad con beneficios. Fue bueno mientras duró. No obstante la esencia de la relación terminó desapareciendo.

Hace un poco más de una semana el menor se enteró que no era el único amigo con beneficios de Miguel. Cuando se lo preguntó, el mayor no se molestó en negarlo, total no debería ser secreto.

Esteban se puso celoso, los últimos días de aquella relación, el menor no se molestaba en ocultar la leve posesividad que sentía hacia Miguel. No pudiendo lidiar con la molestia del mayor, se terminó confesando a su compatriota.

Era más que evidente que Miguel le rechazó y terminó con aquella amistad libre de compromisos. El mayor no estaba para juegos de un enamoramiento juvenil; y en todo caso, no se encontraba preparado para el enamoramiento en general.

Desde aquel día ambos no se habían vuelto a hablar, y aquello no afectaba en nada a la vida cotidiana de Miguel.

No se molestó en reemplazarlo con alguien más, total, el mayor aun tenía a dos amigos más con esas condiciones.

Miguel siguió su camino junto a sus colegas.

Después de haber almorzado junto a sus amigos de su facultad, Miguel regresó al hogar que compartía con Pedro

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Después de haber almorzado junto a sus amigos de su facultad, Miguel regresó al hogar que compartía con Pedro.

El mayor no se encontraba, así que mientras rodaba los ojos al ver el desatre que dejó Pedro, empezó a limpiar el recinto.

En todo ese ajetreo de limpieza, a Miguel le vinieron aquellos recuerdos de la noche anterior. A pesar de su ebriedad, él recordaba absolutamente todo lo que sucedió.

Te odio pero te amo || MexPer ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora