18. Encuentro | parte 4

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Los tenues rayos de luz atravesaron la gran ventana de la habitación -y por tanto- fueron la causa de que Miguel despertara de su sueño.

Sus párpados poco a poco se abrían, pero la mente de peruano todavía seguía nublada. Él se sentía cansado, su garganta le dolía ligeramente, el malestar en su cabeza y cuerpo por la resaca se estaba haciendo presente; así como también sintió algunas punzadas de dolor por todo su cuerpo.

Después de un minuto tratando de despertarse completamente -en todos sus sentidos- los recuerdos de aquella noche llenaron su mente como si fuesen episodios de una telenovela.

¡Oh, dios mío!

«Miguel estaba arrodillado en el suelo, mientras sus manos trabajaban en el pantalón de Andrew. Apenas pudo desabrocharlo, sacó el gran miembro -ya erecto- de la ropa interior.»

«Andrew tenía acorralado a Miguel. Una de sus manos sostenía fuertemente las manos del mayor por encima de su cabeza; y el cuerpo del más alto estaba en medio de Miguel. Éste extendió sus piernas para darle mayor cabida. Fue allí donde ambos empezaron a besarse con desenfreno mientras sus miembros -el de Andrew ya expuesto- se frotaban sin parar.»

«Miguel -ahora completamente desnudo- yacía arriba de Andrew -entre sus piernas- mientras cabalgaba el miembro ajeno. Ambos estaban llenos de mordeduras, chupetones y sudor. Sin embargo, disfrutaban del momento. Miguel se estaba satisfaciendo con el eje de Andrew -rozando en cada oportunidad aquel miembro con su punto de placer- y el menor seguía penetrando con mayor profundidad a Miguel, siendo así que, las oleadas de placer se concentraron en su pene, por lo cual estaba apunto de eyacular dentro de él.»

Inmediatamente recordó cada escena de la noche anterior, Miguel giró su mirada hacia el costado, la cual le mostró que efectivamente su ex-novio ya no se encontraba en dicho lugar.

El mayor esperó porque todo lo que había recordado sea producto de un sueño, mas muy dentro de sí no creía en nada de lo que su conciencia quería hacerle creer. Bastaba con ver las marcas de mordeduras y chupetones en sus brazos y abdomen.

Con un largo suspiro Miguel tocó su sien para calmar -inútilmente- su migraña recién llegada.

Al par de minutos fue Andrew quien se apareció en la habitación. Estaba completamente vestido, bañado y arreglado. Por consecuencia, su mirada se dirigió al menor.

—Andrew...—susurró.

—Miguel. Buenos días.

Ambas miradas se encontraron con incertidumbre. El cándido azul quizás se notaba un poco temeroso de la reacción de los orbes dorados. Sin embargo, Miguel desvió su mirada, por unos segundos, para observar alrededor de la habitación. Prácticamente todo estaba desordenado, incluso la vestimenta del mayor todavía seguía tirada por el suelo.

La mirada de Miguel volvió a encontrarse con la cristalina mirada ajena, y contra todo pronóstico- ambos se rieron abiertamente por varios extensos segundos.

—Oh, dios. Sergio sí que nos va a matar.—dijo el peruano entre risas.

Ellos habían volcado varias cosas habidas en aquella habitación. Los recuerdos -ahora más que presentes- de la noche anterior, por alguna razón ya no le preocupaban a Miguel; mas bien eran jocosos al pensar que Sergio gritaría de furor al ver el desastre en que se encontraba su dormitorio.

Después de reírse por otro corto tiempo más, ambos se calmaron, mientras Andrew tomó la palabra.

—No te preocupes, Miguel. Limpiaré este lugar, y después hablaré con el todavía durmiente Sergio.—le extendió una de sus sonrisas tranquilizadoras. —Nos perdonará...creo.

Te odio pero te amo || MexPer ||Where stories live. Discover now