11. Ley del Hielo | parte 2

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Ya era media noche, Miguel hace unos cuantos minutos había salido de su casa, había tomado un taxi que lo llevaría hacia el hogar de Pedro.

Si bien tanto Martín como Miguel habían tenido unos momentos de relajo y diversión durante el día, el argentino se seguía preocupando por lo que fuere que le haya pasado a su mejor amigo.

Es entonces que, con la preocupación latente, llamó al celular de Pedro.

¿Aló?¿Martín?

— Hola Pedro.

Pff, hace tiempo que no me llamas, pendejo.

Sí, sí, lo sé, pero ahora os llamo para hablarte de Miguel.

...

— Así que ha estado todo este tiempo en tu casa, ¿eh?

— Pues sí, ha venido a pasar el rato, pero también ha estado estudiando la mayor parte del tiempo. — Hizo una breve pausa. — ¿Ustedes no han peleado o sí?

— ...
No que va, todo está bien por aquí, culero.

Pedro... — Inquirió.

Hey, no me hables seriamente, que no te calza, pinche pendejo. Además agradece que no he ido hasta tu casa, porque te hubiera dado unos buenos putazos.

Ugh, lo sé, boludo. Y sí la cagué con Emily, pero ya lo hemos arreglado... ya sabés, con un poco de humillación personal y esclavitud laboral.

Te lo mereces por andar de pendejo tóxico y lo sabes, culero.

Sí, sí, pero dejemos de hablar de mí... ¿qué ha pasado con Miguel? ¿Por qué ha llegado al punto de evitarte y encima no querer hablar sobre ello?

—...
No ha pasado nada del otro mundo, solo es una simple riña, nada más.

Pues dejame decirte que esa simple riña te va a salir caro de remendar, ¿Por qué no intentás arreglar las cosas?

¿Crees que no lo hecho? He intentado hablar con ese pendejo, pero no quiere escucharme. Pff, realmente sí que lleva las peleas a un nivel máximo. — Se le oye bufar con molestia a través del teléfono.

Martín suspiró resignado en medio de la llamada. Él sabe que Pedro está minimizando las cosas como suele hacer, así como Miguel está evitando hablar sobre las mismas cosas, como en algunas ocasiones también suele hacer.

El argentino no sabe exactamente cuál fue el motivo de la pelea, pero sabe muy bien que Miguel no se molesta por cualquier cosa, en realidad, él difícilmente se molesta.

Lo único que puede hacer Martín desde la distancia es aconsejar a su idiota mejor amigo mexicano.

— Si sigue con la molestia latente, él jamás te va a escuchar, así que te recomiendo tratar de ir por su lado; no sé, preparále algo de comer, siempre me comenta lo mucho que extraña la comida peruana, o también le podés comprar bebidas fuertes. Oh, ¿sabés qué es algo a lo que no se puede negar? Pues, en definitiva Miguel es un gran interesado. Si le das algo que le interese o necesite, él dará el primer paso para que puedan arreglar las cosas.

¿Y cómo se supone que sabré que es lo que necesita ese pendejo? — Después de unos segundos escuchó decir a su amigo.

— Yo que sé. Algo de jurisprudencia, o lo que sea que ustedes los abogados hagan.

—...
Ugh, qué difícil se pone ese mamoncito, pero está bien, lo intentaré. — Se quejó. — Con eso estamos a mano, pendejo, así que no te diré las gracias. Adiós, culero.

Te odio pero te amo || MexPer ||Where stories live. Discover now