4. Viernes Jurídico

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Ya eran las 11 de la noche; como era costumbre el menor todavía no regresaba de sus clases.

Normalmente ambos llegaban tarde a diario al hogar del mexicano; esto porque mientras el mencionado trabajaba hasta las 6 de la tarde y solo a veces se iba a tomar con sus compañeros de trabajo; el menor no solo trabajaba de día, sino que también estudiaba post grado en las noches, cuyos horarios máximos eran hasta las 10:30 pm.

Como era de esperarse -y según como el mayor se trazó- aquel día lo tomó como uno libre; es así que la mayor parte del tiempo estuvo en completa vagancia mientras veía algunas series de «Netflix»; es más, ni siquiera se dio el tiempo de prepararse alguna comida, sino que pidió tanto almuerzo y cena por un aplicativo de comidas.

En conclusión, cuando Pedro quería descansar, sí que lo hacía en grande.

Miguel llegó al domicilio después de unos minutos pasadas las 11 pm; sin embargo, no llegó con las manos vacías; eso era común todos los viernes y quizás otros días de semana.

— ¡Ya llegó por quien llorabas, chiquita! — Bromeó en su entrada mientras Pedro rodaba los ojos ante las acciones de Miguel. — Y te traje una botella de tequila, así como un par de packs de «coronas». — Sonrió pícaro ante la expectativa.

— Era lo mínimo que tenías que hacer, pendejo. — Pedro se levantó poco a poco del sillón en el que anteriormente se encontraba recostado para empezar a tomar a gusto. — Ahora trae los vasos, limón y sal. — Ordenó como era costumbre, ya que de verdad le daba pereza levantarse e ir por aquellas cosas él mismo.

Después de varios minutos de instalada la mesa con las bebidas y vasos correspondientes, ambos muchachos empezaron a beber el alcohol como si de agua se tratáse

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Después de varios minutos de instalada la mesa con las bebidas y vasos correspondientes, ambos muchachos empezaron a beber el alcohol como si de agua se tratáse.

— Sabes... — Pedro comenzó después de dos tragos de tequila. — Pienso en eliminar las fotos que tengo con Emily. Es decir, aun no lo hago, pero pienso hacerlo.

Miguel estuvo prestándole atención y solo ante el final de aquella oración esbozó una sonrisa de diversión.

— Y yo que pensé que eso nunca iba a suceder. — Bromeó.

— Oh, vamos, cállate, putito. Tampoco soy un arrastrado. — Frunció ligeramente su ceño mientras se servía otro vaso de su bebida.

Después de que el menor se hubo acabado su primera botella de cerveza, enfrentó al mayor.

— Pedro, está bien que te tomes tu tiempo, nadie te está juzgando por amar a alguien, eso es natural.

— No mientas, pinche pendejo, que cuando estás ebrio siempre te burlas de mí por eso.

— ¿El dulce y adorable yo? — Miguel fingió inocencia. — Jamás haría algo como eso. — Inmediatamente fue por otra botella de cerveza.

Pedro rodó los ojos ante la desfachatez de su amigo.

Te odio pero te amo || MexPer ||Where stories live. Discover now