CAPITULO V- BRUNO

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EMILIA

Salgo de la oficina de Enzo que no está muy lejos de  la del  señor Bécquer. Creí que me iba a llamar la atención por haber mandado al diablo a Máximo Bécquer cuando me pidió su estúpido café, pero en su lugar solo se limitó a decirme que trate de estar lo más alejada de él, que el se encargará de que no coincidamos en cuestiones laborales.

Se nota que no tienen una buena relación, y debo admitir que me sorprendió que me dijera específicamente que me alejara de él y que el se encargará de que el no se acerque a mí.  Como si yo fuera a querer cruzar palabra con ese engreído, además no creo que el quiera que yo trabaje en su equipo o que esté cerca de su espacio personal, si a leguas se ve que no me tolera.

Después de eso, el licenciado Sanz se centra en evaluar mi trabajo y a seguir dándome lecciones sobre cómo se manejan los casos por aquí. Al terminar salgo de su oficina y  camino por el pasillo y al pasar justo frente a la puerta del despacho del licenciado Bécquer,  sale de ahí el idiota petulante de su hijo. Yo solo me limitó a pasar frente a él alzando la barbilla  y haciendo de cuenta como si no estuviera ahí.

— Así que abogada, eh — dice una voz grave que ya conozco bien, con  un acento que pasé por alto en nuestro primer encuentro. Ese mismo acento lo noté con  Matías  en él casi no se nota, pero en Max es mucho más marcado.

— Así es licenciado — contesto secamente mirando al frente a nada en específico

— Interesante — lo volteo a ver y el muy imbécil me está mirando de arriba abajo descaradamente. Y ni se inmuta cuando sus ojos conectan con los míos.

Dicho contacto hace que me estremezca, pero no le doy el lujo de que lo note. Debo admitir que el imbécil se ve aún mejor que el sábado en el club.

Está más que claro que no me recuerda,  lo cual agradezco infinitamente al cielo.

Ahora que lo tengo cerca puedo ver el parecido con su hermano.

Los dos deben tener la misma estatura, son igual de altos, ambos tienen el cabello castaño muy  claro, pero el de Max tiene toques dorados. Los ojos son del mismo color azul cerúleo pero no transmiten lo mismo.

Matt tiene una mirada bondadosa y un poco triste como si le faltara un poco de brillo, algo me dice que no siempre fue así, en cambio Max tiene ojos insondables, una mirada  depredadora y penetrante.

Se muestra serio, su mirada es fría y calculadora al observarme.

El aroma de su perfume se penetra por mis fosas nasales, es un olor a cardamomo con un ligero toque a  pachulí. De pronto me encuentro queriendo aspirar más profundo para absorber su aroma pero me contengo.

En cambio guardo la compostura y le dedicó la mirada más fría que puedo.

— Compromiso, licenciado Bécquer — hago de cuenta como si no  hubiera notado sus miradas, y  aún mas que éstas no me afectan y me marcho.

— Propio, licenciada — hace  énfasis   en mi título con sorna.

Solo el puede combinar su gélida actitud con la burla y eso me exaspera.

Camino hacia el ascensor y puedo sentir su mirada clavada en mi espalda.

Cuando estoy dentro del aparato y pienso que voy a descender sola,  al hijo de mi jefe se le ocurre la brillante idea de abordarlo también.

Me es inevitable hacer una mueca cuando él entra, y en el momento en el que voy  presionar  el botón para bajar el hace lo mismo de manera que  mi mano queda encima a la suya.

PUDE HABER SIDO YO [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora