CAPÍTULO XXXIV- EXCLUSIVOS

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MARATÓN 3/3


MAX

— Castelar —hablo más brusco de lo que pretendía, inmediatamente la sonrisa del idiota se evapora, se disculpa y se va. Ella me mira desafiante pero con una chispa traviesa en los ojos. — a mi oficina, ahora — espeto brusco y me marcho a mi oficina con ella siguiéndome detrás, pero antes de girarme  alcanzo a ver cómo tuerce los ojos.

Insolente pero así me gusta.

Los demás abogados que presencian la escena cuchichean entre ellos, y la miran condoliéndola.

Idiotas.

Valentina en el extremo del pasillo sonríe con sorna al ver cómo me dirigí a ella. Si supiera que planeo hacer con Kätzchen,  lo que ella tantas veces intentó.

Entro a mi despacho y oigo como cierra la puerta a mi espalda y escucho el click del seguro cuando lo pone.

Traviesa.

Me siento tras mi escritorio y ella se dispone a sentarse en la silla frente a éste.

— Aaah-aaahh — no la dejo que tome asiento y palmeo mi regazo.

Con una sonrisita camina sensualmente hacia mí.

— Sobre qué quiere hablar conmigo, señor Bécquer. — pregunta mientras se sienta a horcajadas en mi regazo.

La falda se le sube de inmediato y mi pene empieza a despertar al sentir su calor.

— ¿De qué estabas hablando con ese fulano? — empiezo mientras huelo su cuello y su cabello, ella ladea la cabeza para permitirme más acceso, y noto que suelta una risita.

— ¿Celoso, señor Bécquer?

— Curioso, nada más — depósito un beso en su garganta.

— No tiene porqué ser tan curioso, señor Bécquer — gime cuando le doy una mordidita a la piel de su cuello mientras subo mis manos por sus piernas.

— Quiero que seas solo mía — susurro en su oído — así como yo soy única y exclusivamente tuyo.

— No soy un objeto para ser de tu propiedad — señala, sabía que diría eso y entiendo su punto.

— Lo sé — sigo besando su cuello — me refiero a que seamos exclusivos.

— Eso no tenía que decirlo— balancea sus caderas sobre mi erección — me pediste que confiara, eso hago y espero lo mismo de ti.

Sus palabras me hacen sonreír como un idiota y empiezo a besarla en la boca.

— Confío en ti — susurro contra su boca antes de devorarla a besos.

Mis dedos van a los botones de su blusa, cuando ya esta  abierta , bajo las copas del sostén.

Beso cada una de sus tetas y comienzo a amasarlas, sus pezones inmediatamente se ponen en punta.

La tomo de la cintura y con facilidad la coloco encima de mi escritorio y  tiro todo lo que estorba para que se siente cómodamente, ella abre las piernas y coloca los tacones en cada uno de los reposa brazos de mi silla, mi erección crece aún más cuando reparo en los tacones que está usando, son los que le compré.

Se inclina hacia atrás y apoya las manos en el escritorio arqueando la espalda con los senos de fuera y las piernas abiertas.

Rozo con las yemas de los dedos sus bragas  y siento   la humedad que se hace presente. Las hago aún lado e introduzco mi dedo medio en ella, un gemido se le escapa y empieza a acariciarse las tetas ella misma, tengo que controlarme para no venirme en los pantalones, otra vez.

Bajo las bragas y se las quito completamente y aspiro profundamente su aroma, en las otras ocasiones que hemos tenido sexo, siempre olvida las bragas en mi departamento o en mi coche, lo cual agradezco, pero  está vez no creo que se le vayan a olvidar, por eso las guardo en la bolsa de mi pantalón.

— Me encanta verte mientras te tocas — le digo viéndola a los  ojos mientras me acerco a su coño.

Me acerco a su coño apenas rozándolo con mi nariz y lo huelo, huele delicioso, me encanta su olor, su sabor, su color, me encanta todo de él, es perfecto, podría pasar horas solo mirándolo y oliéndolo.

Paso la lengua desde su húmeda hendidura hasta su clítoris, y ejerzo presión en ese punto, un gemido se le escapa e intenta cerrar las piernas lo cual no le permito, la sostengo de los muslos para tenerla abierta ante mí.

Comienzo a lamer, chupar y morder sus labios deleitándome con los jugos dulces que suelta, ella me rastrilla el cabello con sus dedos y me sostiene en el lugar donde quiere que le chupe, ni en esto me deja tener el control sobre ella y es una de las muchas cosas que me gusta y me hace sonreír sobre su delicioso coño.

No me resisto al ver su capullito rosa totalmente hinchado y palpitante y le doy una ligera mordidita, se muerde la mano para evitar gritar, pero no me reclama ni se aleja, al contrario siento como se humedece aún más.

Empiezo a chuparlo alternando entre mordidas y lamidas y al cabo de un suspiro siento como sus piernas se ponen rígidas, sus manos se anclan más a mi cabello y me sostiene en su sexo, su coño sufre  espasmos por el orgasmos y yo meto la lengua en su interior para sentirlo palpitar.

Recojo todo el elixir que suelta y lo bebo.

Cuando me incorporo me sorprende tomándome de la nuca y besándome con desespero, mi verga está a un  punto pétreo y siento que los huevos me van a explotar.

Con una mano pellizco una de sus pezones mientras que con la izquierda me desabrocho el pantalón y saco mi erección, la cual acaricio un poco para aliviar el dolor.

Sin romper el beso me quita la mano de un manotazo y empieza a masturbarme, me arroja a la silla y se inclina, no sé arrodilla, solo se inclina y empieza a chupármela con premura, da lametones encima de mis lunares, los cuales he notado que le gustan mucho, pues siempre les presta demasiada atención, después me chupa los huevos y uno que otro gemido se me escapa, importándome muy poco si alguien afuera me escucha.

Nunca pensé en hacer algo así en mi oficina, nunca nadie me tentó lo suficiente como para romper mi regla de no follar con alguien del trabajo, de pronto llega ella y me hace querer romper todas la reglas que tenía.

Le subo más la falda para deleitarme con la vista de su culo en forma de corazón y estiró la mano para acariciarla, con una le sostengo el pelo y con la otra le acaricio las nalgas tocando un lugar que la hace estremecer, le doy una nalgada y ella gime con mi polla alrededor de su boca, la vibración que hace su garganta por el gemido me pone a punto de llenarle la boca con mi semen.

La hago detenerse,  le doy la vuelta y la  inclino sobre  mi escritorio, subo su pierna extendida sobre el escritorio para abrirla aún más, dejando que se sostenga únicamente con un solo pie, pego su pecho a la superficie para tenerla a mi disposición, me inclino antes de penetrarla y paso una última vez mi lengua por su vagina recogiendo sus jugos, tomo mi erección y la penetro de una sola estocada hasta los huevos, ambos gemimos al mismo tiempo, estar dentro de ella es la gloria.

La sostengo del cabello y la penetro con estocadas certeras e implacables, le doy otra nalgada viendo como la superficie se torna roja a la par que ella se pone más mojada.

— Max — gime mi nombre, y yo echo la cabeza hacia atrás por el placer que me recorre todo el cuerpo como si fuera corriente eléctrica, escucharla gemir mi nombre es demasiado para mí, tengo que controlarme para durar un poco más — Max — repite — dame más duro, estoy a punto.

La levanto un poco y ladeó su cabeza para poder besarla sin detener mis penetraciones, al contrario las aumento tal y como ella me está ordenando.

—  Emilia, Mein Schönes Kätzchen   — susurro, ella abre los ojos y me mira, es porque es la primera vez que la llamo por su nombre. — Aquí a solas eres Mi Emilia, Mein Schönes Kätzchen — allá afuera eres Castelar. Así como en la intimidad quiero ser tu Max.

Sonríe satisfecha y me besa con hambre, con ganas con amor.

Mi Max — susurra.

Mi Emilia — susurro.

Y ambos acabamos al mismo tiempo, en sincronía como si fuéramos uno solo, ambos caemos rendidos sobre el escritorio, sintiendo nuestros latidos acompasados.

Cuando recuperamos el aliento la ayudo a arreglar su ropa, cierro uno a uno los botones de su blusa, pero antes rozo con la yema de los dedos su cicatriz.

Ella se estremece cómo todas las beses que lo he hecho, escruto su mirada y en ella solo veo ferocidad y coraje.

Me inclino y  beso la cicatriz, no sé qué le haya pasado, pero sin duda es algo que la marcó y no me refiero al aspecto físico.

PUDE HABER SIDO YO [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora