CAPÍTULO L - HUBIERA

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ENZO

Han pasado cuatro días desde que mi hija se confinó en el departamento de Max y no ha salido, no contesta las llamadas, el teléfono del departamento está fuera de línea y yo me encuentro al borde de la desesperación.

Cualquier otro padre ya hubiera actuado en consecuencia temiendo lo peor, pero Emilia, mi Lissie, cómo me gusta llamarla, es mucho más fuerte de lo que piensa, necesita tiempo, tiene derecho a llorar su perdida, tiene que derrumbarse para volverse a construir más fuerte e irrompible, eso le llevará tiempo y planeo estar con ella para enseñarle cómo, después de todo yo sé lo que se siente, yo mismo ya pasé por esto y entiendo mejor que nadie que el dolor nunca desaparece, solo aprendes a vivir con él.

Aunque sé que Emilia nunca haría una locura como atentar contra su vida, me preocupa su salud, estoy casi seguro que en este tiempo no se ha alimentado cómo debería, cuando la mierda estalló mi pequeña no estaba en su mejor momento y no quiero que su negligencia en estos momentos hagan que su salud empeore.

Pido al portero del edificio que me abra la puerta del penthouse, tuve que convencerlo y después de una larga explicación y una generosa propina accedió a abrir la puerta, en cuanto entro Steven comienza a ladrar, recorro el lugar con la mirada y, porsupuesto Emilia no está a la vista, el tazón de agua y comida de Steven están llenos y limpios, se ha preocupado por alimentarlo pero dudo que se haya alimentando ella misma.

Recorro el pasillo abriendo todas las puertas que me encuentro tratando de encontrala, Steven se para frente a una puerta al final del pasillo y me mira como si me indicara que en su interior se encuentra mi hija, en cuanto ve que me acerco empieza a mover la colita y cuando abro la puerta encuentro a Emilia acostada en la cama de espaldas a la puerta.

No está dormida, su cuerpo se sacude por los sollozos y noto que se limpia ocasionalmente la nariz con un pañuelo, no he sido sigiloso durante mi recorrido por el departamento, estoy seguro que escuchó el ruido, pero tal parece que no le importa si alguien allana el lugar.

Camino hacia la cama tratando de que mis pasos sean notorios para que sepa que me acerco, me siento en el borde, sus sollozos se detienen pero continúa en la misma posición.

- Es hoy - susurro refiriéndome al funeral y desde mi posición veo como aprieta los ojos.

Los temblores de su cuerpo vuelven y yo siento como si me desgarraran el pecho al verla sufrir, los padres siempre tratan de evitar el sufrimiento de sus hijos, buscan la manera de que ellos no experimenten el mismo dolor que algún día sufrieron, pero yo no pude evitar que mi hija sintiera lo que yo sentí cuando me enteré de la muerte de Lissette, está pasando exactamente por lo que yo pasé y entiendo como se siente, quisiera decirle que el dolor algún día se desvanecerá, que una mañana se despertará y ya no sentirá está agonía, pero eso sería mentirle, no sé si las demás personas logren superar el dolor, en lo personal el dolor de haber perdido a su madre nunca desapareció, solo aprendí a vivir con él, incluso creo que nos hicimos buenos amigos.

- No es necesario que asistas si no lo deseas - continuo cuando no me contesta - solo quería que lo supieras y tomaras tu propia decisión.

- Si quiero ir - su voz suena mormada por tanto llorar.

- Será por la tarde, mi vida - informo y me permito frotar su brazo, está cubierta hasta la barbilla con una manta.

- No sé qué va a pasar conmigo - admite después de un momento, sus palabras me dan esperanza pues se está sincerando conmigo, no hemos hablado a profundidad de nuestra relación como padre e hija, pero el hecho de que hable de como se siente en estos momentos me llena el corazón de una sensación cálida.

PUDE HABER SIDO YO [+18] COMPLETA ✓Where stories live. Discover now