CAPÍTULO XVIII- SUBASTA

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EMILIA

— Hola estrellita. — dice con voz melosa.

La rabia hace que me hierva la sangre, pensé que jamás volvería a escuchar ese apodo y menos viniendo de él.

— Hasta que por fin me dejas escuchar tu voz.— dice con sorna.

— No vuelvas a llamarme así — le reclamo.

— ¿Por qué no, Estrellita? Si eso eres, mi Estrellita.

— Yo no soy tuya, de una vez entiéndelo.

— No, entiende tú que me perteneces— cambia su tono y se vuelve amenazante— y quiero que regreses, ya fue suficiente el tiempo que nos dimos.

— Meinardo, no nos dimos un tiempo yo rompí contigo y todo se acabó entiéndelo.

— La que tiene que entender eres tú, entiende que eres mía y si no vuelves, entonces yo seré quien te traiga de vuelta.

No le permito que siga hablando cortó la llamada y apago el teléfono. No voy a perder ni un segundo más de mi tiempo con él.

Las manos me tiemblan mientras lo hago, cómo puede pensar que aún voy a regresar con él y lo más importante cómo tiene mi número si lo cambie al venir a la ciudad.

«Mama»

Ella es la única que le pudo dar esa información, ella  ha insistido con lo mismo de que regrese con él y le de otra oportunidad.

No puedo creer que haya hecho algo así, ella sabía cuánto daño me hizo y aún así no le importa.
Sin darme cuenta ya tengo lágrimas rodando en mis mejillas, lágrimas de coraje, se supone que quien debe apoyarme no lo hace. Enojada me limpio las mejillas bruscamente. Ella es todo lo que tengo y me da la espalda de esta forma, de pronto siento como si ya no tuviera a nadie con quien contar y estuviera sola.

Preparo mi pijama y me doy una ducha, estoy sacándome el cabello cuando el timbre suena.
Miro la hora en el  mi reloj  que está en mi buró,  son casi las diez de la noche.

Voy al interfón y  contesto, no me gusta el miedo que siento y el escalofrío que me recorre la espalda, no me gusta tener miedo y odio que la llamada de Meinardo provoque eso en mí. Estoy bien y estoy a salvo mientras esté lejos de él.

— Si diga— contesto tratando de sonar firme.

— ¡Nene! — grita June y se escucha la voz de Sara de fondo. La voz de ambas suena aliviada.

— ¿ Qué pasó June? — me alarmo, por qué están ambas aquí.

— Vamos a subir — informa.

En pocos segundos el timbre de la puerta suena y las hago pasar.

— ¿Estás  bien? — es lo primero que preguntan ambas.

— Si, ¿por qué?

— No nos avisaste que ya habías llegado a casa — reclama Sara.

— Y cuando intentamos llamarte para saber si habías llegado bien, tu teléfono estaba apagado.

Se que debería sentir vergüenza por lo irresponsable que fui al hacer eso, olvidé como una tonta avisarles que ya había llegado, siempre lo hago pero hoy se me pasó por completo, pero en lugar de eso me siento feliz de saber que le importo a alguien lo suficiente para que se tome la molestia de venir hasta mi departamento a cerciorarse de que estoy bien.

— Lo siento mucho niñas, olvidé avisarles — me disculpo.

— ¿Pero y tú celular? Manda inmediatamente al buzón de voz, Emi.

Suelto un suspiro largo y me preparo para contarles quien era el número privado que me llamaba.

— Lo apagué, ¿recuerdan que les comenté que un número privado me hacía llamadas pero nadie contestaba y yo también no hablaba?
Ambas asienten.

— Hoy me marcó otra vez — continuo— pero en  esta ocasión fue más insistente, así que respondí y le exigí que me dejara de llamar. Sí me contestaron y era Meinardo.

Ambas abren los ojos como faros de coche.

— Tu ex—susurra Sara.

— Y que quería ese pendejo. — June está visiblemente molesta.

— Que regresara con él, porque según tiene entendido que nos dimos un tiempo, no que ya terminamos. Por eso apagué mi celular y voy a tener que cambiar mi número.

— Es increíble hasta donde llega la estupidez de ese hombre. — dice June.

— Emi, deberías dormir está noche con nosotras.

— Así es Nene— apoya June— nos sentiríamos más tranquilas.

— No es necesario niñas, el no mencionó nada sobre la ciudad en la que vivo o mi dirección.

— Aun así Nene, más vale estar prevenidas, ven está noche con nosotras y ya mañana vemos qué hacemos al respecto.

— Emi, pero el ¿cómo supo cual es tu número? O es el mismo que tenías cuando estabas con él.

— Cambié mi número cuando me mudé.

— Entonces como lo consiguió — inquiere June, aunque por su expresión sé que deduce quién seguramente  fue quien se lo dió.

— Sospecho que fue mi madre.

— Lo sabía —  grita y le da un manotazo al respaldo del sofá en dónde está apoyada. — como puede ser posible, después de todo lo que ese idiota te hizo.

— Voy a tener que hablar con ella.

— Bueno pero eso será mañana, toma tus cosas Nene, que nos vamos.

— Gracias — les digo.

— ¿Por qué? — dicen ambas.

— Por preocuparse por mí. Lo aprecio mucho.

— Eso no se agradece Nene, eres importante para nosotras y nos preocupas.

— Eres valiosa para nosotras, Emi, y ambas te queremos mucho, recuérdalo.

— No estás sola— agrega June.

Asiento y las abrazo fuerte a las dos, ellas me devuelven el abrazo igual de fuerte, cuando nos separamos  voy a mi recámara a recoger mis cosas, incluidos mi vestido y zapatos que voy a usar mañana.

PUDE HABER SIDO YO [+18] COMPLETA ✓Where stories live. Discover now