CAPÍTULO XXXIII- LA PRIMERA VEZ

6K 300 27
                                    

MARATÓN 2/3

EMILIA

Su confesión me seca la boca, nunca me imaginé escuchar esas palabras de la boca de Max y mucho menos dirigidas a mí.

— ¿Por qué? — susurro y el continúa con sus suaves caricias en mi piel trazando figuras aleatorias.

— Nunca lo he hecho — confiesa manteniendo las palabras en un susurro — y quiero intentarlo, quiero que contigo sea la primera vez.

— Hazlo — musito muy bajito, temiendo que la magia se rompa.

No pierde el tiempo y se acerca a mis labios, replicando el beso que nos dimos hace unas horas en la floresta.

Continua con el roce de sus dedos en mi piel dejando a su paso un exquisito cosquilleo.
Continua besándome pero traslada sus labios de mi boca hacia mi garganta, se posiciona encima de mi, cubriendo mi pequeño cuerpo con el suyo.


Se incorpora un poco desabotonando lentamente cada botón de su camisa que estoy usando.
Yo recorro con mis dedos las venas de sus brazos hasta llegar a su pecho desnudo  y trazar las líneas de sus músculos, hasta bajar a su abdomen y delinear los cuadritos en él.

Me regocijo al darme cuenta que también la piel se le eriza bajo mi tacto.
Cuando por fin desabrocha el último botón, abre la camisa dejando al descubierto mis senos, con los pezones en estado pétreo por la excitación.

Baja la cabeza y comienza y contornearlos con besos, de momento no los chupa, solo los besa delicadamente, besa uno mientras amasa con delicadeza el otro.

Finalmente deposita un beso en mi pezón erguido, para después presionarlo con la parte plana de su lengua.
Da una lamida y después empieza a chuparlo, el tratamiento que les está dando me hace humedecer rápidamente. Dirige su interés a mi otra teta y le brinda la misma atención.

Con sus rodillas abre poco a poco mis piernas y yo le facilito el acceso, frota sus caderas en mi centro haciéndome estremecer, pues su pene erecto, resguardado en sus pantalones empieza a masturbar mi clítoris.

Muevo las caderas buscando más fricción, el orgasmo se empezó a gestar desde el primer momento en que me tocó y está a punto de hacer explosión y aún no me ha penetrado.

— Max — gimo, el movimiento de sus caderas y la magia que hace con la boca me está poniendo al borde, es vergonzoso venirme tan pronto pero no puedo evitarlo.

— Mmmmm — es todo lo que contesta, pues no quiere soltar mi teta para articular palabra.

— Ya no aguanto más — jadeo.

No responde nada, solo incrementa el ritmo de sus caderas en movimientos oscilatorios y su boca succiona con más ímpetu.

Entonces comprendo que es en vano luchar en cualquier aspecto contra lo que siento cuando estoy con él y me dejó caer al precipicio, explotando en miles de fragmentos en un orgasmo que me atraviesa como un rayo desde mi  centro hasta la punta de mis extremidades, haciendo vibrar mis terminaciones nerviosas.

Ya me hizo tener un orgasmo y ni siquiera necesitó quitarme sus boxers.
Cuando los temblores de mi cuerpo se detienen, deja libre mis senos y vuelve a besarme y acaricia mi nariz con la suya.

Mein Schönes Kätzchen — me susurra al oído.

— Max — susurro y el sonríe.

— Me gusta escuchar mi nombre de tus labios — confiesa, mientras me quita por completo su camisa.

Traza nuevamente un camino de besos por mi cuerpo pasando por el valle de mis senos, besando mi ombligo y deteniéndose en el elástico de sus boxers.

Me los quita lentamente y me da un tierno beso en mi monte de Venus.

Trato de cerrar las piernas ante lo que está a punto de hacer, pues tengo el coño lleno de mi orgasmo y el quiere hacerme un oral.
Me sostiene firmemente para que no cierre las piernas.

— Quiero probar ese manjar — su aliento choca con la humedad en mi centro.

— Pero…— mis objeciones mueren en mi garganta al sentir su lengua contra mi clítoris, recorre mi hendidura recogiendo los vestigios de mi orgasmo, se toma su tiempo chupando, lamiendo y saboreando con parsimonia mi sexo, al punto de que estoy lista otra vez para venirme.

No pierde el contacto visual conmigo, sus ojos escrutan mis facciones en todo momento y yo lucho por no cerrar los ojos e inclinar la cabeza hacia atrás, porque también quiero verlo mientras me devora.

Cuando ya a borrados los rastros de mi orgasmo anterior se separa de mi intimidad con los labios brillosos y se pasa la lengua por estos.
Me ayuda a incorporarme y el se sienta a mitad de la cama. Me siento a horcajadas a su regazo, estirando mis piernas tras él quedando cara a cara, mientras poco a poco me penetra, nunca me voy a acostumbrar a su tamaño, aún más en esta posición.

Coloca sus manos en mis caderas para ayudarme a bajar a lo largo de su falo, aprovecha que mis senos están a la altura de su boca para continuar besándolos, pero lo aparto de mis tetas y lo beso probando mi sabor de sus labios, el cual me excita más.

Cuando ya está completamente dentro, empieza un movimiento suave con sus caderas y yo sigo su ritmo, me abraza fuertemente, yo hago lo mismo, nos abrazamos aferrándonos el uno al otro mientras nos besamos.

En los  intervalos de tiempo que suspendemos el beso para tomar aire presiona su frente con la mía.

— Que me hiciste — susurra más para sí mismo que para mí.

— Nada — me aventuro a contestar, suelta una encantadora risita mientras niega con la cabeza.

— Todo — responde y vuelve a besarme.

Permanecemos en esta posición un rato y después poco a poco me acuesta en la cama, enredo mis piernas en su cintura y el comienza las embestidas lentas pero profundas.

Creía que hacerlo lento no daba ningún placer, pero con él todo es nuevo y diferente, la forma en que me lo está haciendo es única y lo que sus ojos me dicen me asusta pero no tanto como imaginarlo alejándose de mi.

Otro orgasmo arrasa  conmigo y no puedo creer que yo ya lleve dos y el aún continúa.

— ¿Cómo aguantas tanto? — Inquiero entre jadeos mientras mi sexo sufre los espasmos deliciosos del orgasmo.

— Créeme Kätzchen,  que ni yo sé — dice entre jadeos viendo como su pene entra y sale de mi cuerpo — creí que me iba a venir desde que te vi con mi ropa puesta.

Cambia de posición nuevamente posicionándome boca arriba y el de mi  lado derecho  llevándose mi pierna derecha al hombro abriéndome más, al tiempo que atrapa con ambas piernas mi pierna izquierda.

Comenzamos a besarnos nuevamente, el empieza a masturbar mi adolorido clítoris, me siento incapaz de tener otro orgasmo pero mi cuerpo empieza a responder a sus caricias, con su mano izquierda soba mi espalda y brazos y con la derecha me acaricia el clítoris pero también las piernas, los senos y el vientre, recorre sus manos por todo mi cuerpo con adoración y yo lo único que soy capaz de hacer es aferrarme a su brazo, me siento azorada por el huracán de emociones que me está haciendo sentir, cada terminación nerviosa de mi cuerpo vibra al ritmo del suyo y mi corazón late desbocado en mi pecho.

— ¿Te gusta así? — pregunta jadeante.

— Si, llegas más profundo, duele delicioso.

— Emilia — gime mi nombre — Mein Schönes Kätzchen.

Escucharlo hablar en un alemán perfecto me hace humedecer más.

— Máximo — le acaricio la mejilla y él acuna mi rostro.

— Mi nombre jamás me gustó tanto como ahora.

Nos miramos a los ojos, ambos sonriendo por como estamos ahora, cuando se suponía que nos odiábamos y no queríamos estar cerca uno del otro.

Mi coño empieza a apretarse por un nuevo orgasmo, pero está vez Max también me acompaña, siento el tirón de su polla y como palpita en mi interior.

El gime por lo abrumador de su orgasmo y escucharlo es el sonido más erótico que jamás haya escuchado.

Escucharlo gemir por y para mí es algo que no puedo explicar con palabras.
Me abraza con fuerza, pero antes baja mi pierna de su hombro.

— No te vayas — susurra en mi oído, tiene los ojos cerrados.

— Te dije que me quedaría está noche — respondo.

Niega con la cabeza manteniendo los ojos cerrados.

— Mañana cuando amanezca. No te vayas, no quiero despertar y encontrar tu lugar frío y vacío. — abre los ojos y me mira con ese azul penetrante y electrizante. — quiero despertar y encontrarte a mi lado todavía.

El tono de sus palabras y el agobio de sus ojos me dejan sin palabras por un momento.

— No iré a ninguna parte — susurro.

Sonríe satisfecho, hunde su rostro en mi cuello, ahueca mi coño en su mano y se queda dormido, yo no tardo en hacer lo mismo.

PUDE HABER SIDO YO [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora