CAPÍTULO XXXII- STEVEN UNIVERSE

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MARATÓN 1/3


EMILIA

— Te noto más animado — le comento a Matías.

Me invitó a tomar un café en un break que nos dimos del trabajo, mientras Max se encarga del papeleo aburrido con la constructora, no quería ser él quien llevara los papeles a firmar a la empresa, al parecer no soporta a Jake y él iba a estar presente y cuando me ofrecí a ser yo quien los llevará rápidamente cambió de opinión y se fue sin decir más.

— Hablé con mi papá — responde alegremente — me aceptó, pequeña, puedes creerlo, me dijo que no le importan mis preferencias, él seguirá estando orgulloso de mí y aún más por mi valentía.

Su felicidad es contagiosa y me hace sonreír también a mí.

— Me alegro mucho Matt — se lo digo sinceramente, me hubiera gustado tener un padre como el suyo — yo sabía que te iba a aceptar, solo le tenías que dar su espacio.

— Lo sé pequeña, por fin siento como si se me hubiera quitado un peso de encima, me gustaría que Lucas estuviera aquí conmigo — musita y la tristeza vuelve a empañar su mirada.


— Oye — lo tomo de las manos por encima de la mesa— Lucas siempre va a estar presente en tu corazón y en tu memoria, será uno de los recuerdos más hermosos que tengas, pero tienes que permitirte formar nuevos, él te protegió y lo hizo porque te amaba infinitamente y quería que tú siguieras adelante, si quieres honrarlo tienes que seguir con tu vida y disfrutar de esta nueva etapa, no sientas que lo estás traicionado, al contrario, no hay mejor forma de honrar su memoria que siendo feliz, siendo el mismo que eras cuando el estaba.

— Es difícil, pequeña, la noche que me viste besando a Byron, no pude dormir porque sentía que estaba traicionando a  Lucas.


— No es así, Matt, al contrario, seguro Lucas desde donde quiera que esté se sintió muy feliz de que por fin hayas decidido continuar, el dio su vida por la tuya y no es justo para ese acto de amor que tú vivas como si estuvieras muerto. Y me alegra mucho que Byron te devuelva un poco de la chispa que le hace falta a tus ojos.

Un tierno sonrojo se hace notar en sus mejillas y una sonrisita se le plasma en los labios.

— Es difícil no reírse cuando estás a su lado.

— Pero cuéntame, ¿qué pasó esa noche? ¿Has vuelto a hablar con él?


— Esa noche no sé exactamente qué fue lo que pasó, — admite— después de que subiste nuevamente al palco, seguimos bailando, sentí después de mucho tiempo una chispa recorrerme el cuerpo cuando nos rozábamos. Yo no sabía que él es bisexual y él tampoco tenía idea de que yo soy gay. Simplemente las cosas se dieron en el momento, a pesar de que tenemos muchos años de conocernos. Esa noche fue como si lo hubiera visto realmente por primera vez.

— Y después de que los vi, ¿qué pasó?


— Nada — susurra — me separé de él, me disculpé, le dije que no podía hacerlo, aunque quería y me fui. Desde entonces lo he estado evitando. Tengo miedo pequeña — admite con tristeza — tengo miedo de volver a sentir, de volver a querer y de que lo vuelva a perder.

— No puedes vivir con miedo todo el tiempo, Matt, porque entonces eso no sería vida, tienes que tomar el riesgo, más cuando el riesgo tiene nombre y apellido y te hace sonreír. — no sé porque se me cruza por la mente un nombre y apellido en específico e inmediatamente sonrío cómo estúpida.


— Veo que tú también tienes un riesgo con nombre y apellido — señala al ver mi sonrisa.

— Uno que he estado evitando, porque tengo miedo de salir lastimada — me sincero con él.


— Por eso es un riesgo. — asevera solemne.



* * * * *


Llego al departamento de Max e inmediatamente me abre la puerta y el olor de su gel de baño me da la bienvenida, me aguanto las ganas de aspirar profundamente su olor.

— Castelar, pasa — me dan ganas de poner los ojos en blanco, ¿por que me sigue llamando así, ya no estamos en la firma?

— Gracias — contesto a cambio. —amiguito —grito, Steven se me  abalanza en cuanto entro al departamento lamiéndome eufórico y yo lo apapacho con gusto. — también te extrañe bebé.


— Wooofff — me contesta moviendo la colita.

— Creo que le gusta que le digas así— señala Max — ¿Verdad que sí? —se agacha cómo yo para acariciarlo — eres un pequeño consentido y mimado.


— Wooofff — ladra en respuesta y está vuelto loco recibiendo nuestras caricias.

Max se levanta se dirige a un armario que está en su estancia y saca la correa y pechera de Steven junto con las bolsitas para sus eses.

Él muy gustoso le permite ponérsela.

— Vamos a sacarlo a pasear — anuncia.

Bajamos al estacionamiento y nos subimos al coche, yo voy en la parte delantera con Steven acurrucado entre mis piernas, mientras  le hago caricias en el lomo y cabeza.

Max va concentrado conduciendo pero noto como me mira de reojo de vez en cuando.

Su cercanía me hace querer tomarlo de la mano que tiene en la palanca de velocidades, y a la vez querer apretar las piernas, no tenía ni idea de la erótico y excitante que es ver a un hombre conducir, la seguridad e imponencia que desprende es abrumadora, su mano se mueve ágilmente en el volante resaltando las venas de su brazo y haciendo que su camisa se tense por sus músculos, verlo enfundado en su traje del diario es exquisito, pero verlo en su faceta desalineada con las mangas recogidas hasta los codos sin el saco y con el cabello levemente despeinado y húmedo por el baño, es demasiado para mí pobre cuerpo.

Conducimos por un rato, al estar próximo el otoño los días son más  largos, por lo que aunque son las siete de la noche, el sol aún está  alto en el cielo. Creí que íbamos a ir al parque en el que estaban la otra noche, pero en su lugar salimos de la ciudad y vamos al campo abierto, lejos de las personas y con más privacidad.

Estaciona el auto y nos apeamos de éste, le quito la correa a Steven y  empieza a correr como loquito por toda el área.

Max se posiciona junto a mí, sus manos a los costados casi rozan con las mías, solo percibo su calor, pero no su tacto, ambos vemos correr a Steven por el campo iluminado por el sol naranja de la tarde, de vez en cuando se detiene a olfatear alguna flor y ladra mientras corre ahuyentando los pajaritos que están parados en los árboles.

El aire fresco de  inicios de octubre me acaricia la piel, trayendo consigo el exquisito aroma a flor de naranjo cuando el viento sopla.

— Es un perrito muy feliz — comento manteniendo mi vista fija en mi pequeño amigo.

— Es aún más  feliz cuando tú estás cerca — responde al tiempo que su mano izquierda rosa el dorso de la mía.


Al voltear me doy cuenta que me está mirando, su penetrante mirada azul cerúleo me hace estremecer, todo en este hombre es intensidad e  incluso me siento aturdida por el momento.

Su mano continúa rozando la mía, se acarician suavemente, explorando su textura suave y tanteando sus tamaños, su mano más grande y fuerte contra la mía; más pequeña y delicada.

— ¿Cómo llegó a tu vida? — pregunto refiriéndome a Steven.

Empezamos a caminar por la floresta, Max trae una pelota en la mano la cual le lanza a Steven para que vaya por ella.

— Hace un año más o menos que llegué a vivir a México—  empieza a narrar— los primeros meses fueron duros, no por el país, lo amo, me siento muy cómodo aquí, sino que fue duro empezar a trabajar con Isaac, en mis planes no estaba ser abogado y mucho menos ejercer. — un atisbo de algo surca su mirada por un momento, pero no profundiza en el tema —  Una noche tuve una discusión con Isaac  en la firma, ese día trabajamos hasta tarde, me fuí del lugar enojado,  cuando iba en la carretera de camino a mi departamento empezó a llover,  fue una lluvia muy fuerte, llena de truenos y relámpagos. Disminuí la velocidad porque era peligroso conducir así, de un momento a otro un auto me rebasó, iba a toda velocidad y metros más adelante atropelló a un animal, el impacto lo hizo salir volando hacia un lado de la carretera, precisamente al lado al que ese animalito se dirigía, el auto siguió su camino a la misma velocidad sin importarle lo que había hecho, yo me detuve a ver si el animalito se podía salvar, no me importó que estuviera lloviendo, a medida que me acercaba logré vislumbrar que se trataba de una perrita y había un bulto tembloroso al lado de ella,  cuando llegué a su lecho me dí cuenta que la perrita estaba sin vida, y el bulto tembloroso que chillaba a su lado era su cachorro, un pequeño cachorro con ojitos de diferente  color que se aferraba al cuerpo inerte  de su madre, el perrito hurgaba entre la tetas de  ella, pues tenía hambre, la perrita había ido a buscar comida.

Un nudo se forma en mi garganta al escuchar la tristeza con la que Max  recuerda ese suceso. Él mira con ojos de amor a Steven mientras cuenta su relato, ahora entiendo porque lo trata como lo trata.

» Así que me quité el saco y envolví al pequeño Steven con el, sus temblores fueron cesando poco a poco, al principio me miraba temeroso pero algo en mi persona le dio confianza porque se acurrucó en mi pecho en busca de más calor, en ese momento supe que tenía que protegerlo y cuidar de él, me robó el corazón inmediatamente, era una gran responsabilidad, pero la acepté, desde entonces es como mi hijo, lo adoro y amo tanto que no sabría que hacer si le pasa algo.

— Nada le pasará — afirmo — porque tiene al mejor padre del mundo. — él me mira a los ojos de una manera totalmente diferente a como me había mirando antes, algo a cambiado y no sé que es, pero hace que mi vientre sufra espasmos y mi estómago sienta la presencia de animalitos alados.

Sus dedos buscan los míos y los entrelaza, no me niego cierro mi mano en torno a la suya y podría jurar como una corriente eléctrica surge de la unión de nuestros cuerpos, la cual hace que nos estremezcamos al mismo tiempo, el también lo nota pero no comenta nada.

No sé qué esté sucediendo ni en qué momento empezó a suceder, solo sé que me siento plena junto a él, ésta versión de Max que voy conociendo me gusta y me hace darme cuenta que lo juzgue mal desde el principio.

— ¿Qué pasó después? — reanudó la plática mientras caminamos entre la floresta tomados de la mano, mientras Steven trae la pelota y me la entrega, en ocasiones se la entrega a su papá y en otras me la entrega a mí.

— Tomé uno de los tapetes de mi coche y envolví el cuerpo de su madre, conseguí una pala y la enterré. Esa noche pasé por una farmacia que está abierta las 24 horas y compré leche, un biberón y todo lo necesario para cuidar de él, al día siguiente a primera hora lo llevé al veterinario para desparasitarlo, ponerle las vacunas que necesitara y todo eso.  Era como tener aún niño pequeño en el departamento.


Sonríe, seguramente al recordar alguna anécdota y yo sonrío porque me gusta su sonrisa, luce tan relajado y despreocupado en estos momentos.

— Algún día te contaré alguna — comenta riéndose.

— Me muero de ganas —respondo— Y ¿Por qué elegiste llamarlo Steven?


— Porque le gusta mucho esa caricatura — responde como si fuera obvio, pero no sé de qué caricatura me habla.

— ¿Cuál? — inquiero y el me mira como si me hubiera salido un tercer ojo.


— ¡Steven Universe!— exclama — ¿Y las gemas de cristal? — pregunta esperando a que responda que si — Por favor, no me digas que nunca has escuchado hablar de Steven Universe y las gemas de cristal. Garnet, Amatista y Perla y Steven — grita este último nombre y yo muero de risa por el tono en el que lo hizo.

— No, no he visto esa caricatura — contesto entre risas.


— No puede ser, tienes que verla, es grandiosa — se emociona tanto que parece un niño y me pregunto ¿en realidad a quien le gusta? A él o a Steven.

— Podemos verla juntos — propongo.


— Esa es la idea — responde y estúpidas mariposas revolotean en mi estómago por el hecho de que el  también quiere verla conmigo.

Reanudamos la caminata, Max se agacha un poco y corta una pequeña flor de pelalos  amarillos, pienso que me la va a dar en la mano pero en su lugar la acomoda en mi oreja, atrapada entre esta y mi pelo.

Lo miro a los ojos y el desplaza la mirada desde la flor hasta los míos, acaricia un mechón de mi cabello suelto y roza mi mejilla con el dorso de su mano.

— Te ves hermosa Kätzchen — susurra muy cerca de mis labios.

— ¿Con la flor? — musito hipnotizada por su mirada y su tacto.


— Siempre — contesta — con o sin ella, eres hermosa.

Nulifica la escasa distancia que nos separa y me besa.

Recibo sus labios con gusto, pues es un beso totalmente diferente a los anteriores, es suave, tierno, pero apasionado, sus labios acarician los míos conociéndose como si fuera la primera vez que se palparan, su lengua acaricia dócilmente la mía, explorando mi boca con gentileza, yo hago lo propio con la mía, la enredo con la suya, pero no en una batalla de poder y orgullo como en las otras ocasiones, sino en un bals dónde ambos llevamos  un mismo ritmo y dónde nadie lucha por imponer y demostrar nada. Acaricio su cuello y el acaricia mi mejilla y después mi cabello.

A pesar de ser un beso tierno, lento y suave,   no puedo evitar sentir excitación en mi centro  y también empiezo a sentir la dureza de su pene, pues él siente lo mismo.

Cuando nos separamos por aire apoya su frente contra la mía, ambos jadeantes respirando un mismo aire y nuestros cálidos alientos se mezclan.

Steven nos ladra y ambos lo miramos.

— Creo que está celoso— comenta divertido — no le gusta que yo acapare toda tu atención.

Ambos nos reímos y nos dedicamos a jugar con él, lanzando la pelota, corriendo y recostándonos en la hierba.

No sé precisamente lo que se está gestando entre nosotros, pero es algo que me hace temer, y por lo mismo no quiero ponerle un nombre ni etiqueta, no quiero pensar mucho en el tema, solo dejarlo fluir, porque si lo pienso demasiado, sé que miles de objeciones resultarán por la fama que tiene, y por mi forma de ser y de pensar, pero quiero darle una oportunidad, descubrir al verdadero Max, pues me ha demostrado, sin siquiera proponérselo, que es mejor persona de lo que aparenta y de lo que dicen las revistas de él, y me gusta demasiado como me hace sentir como para ignorarlo.

PUDE HABER SIDO YO [+18] COMPLETA ✓Where stories live. Discover now