CAPÍTULO XXIII - MODO TIER

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⚠️ ADVERTENCIA : EL CAPÍTULO QUE ESTAS A PUNTO DE LEER CONTIENE ESCENAS DE SEXO EXPLÍCITO, SI NO TE SIENTES COMODX CON ESTE TIPO DE COSAS TE SUGIERO NO LEERLO, SI LO HACES QUEDA BAJO TU RESPONSABILIDAD. SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.⚠️

NOTA: La canción que se menciona se llama  Begging de Laura Dalla, te re comiendo escucharla mientras lees esa parte del capítulo para intensificar la experiencia.

TRADUCCIONES:
Das Kätzchen — La gatita.
Mein Schönes   kätzchen — Mi hermosa gatita.
Tier —  Fiera.

MAX

Cuando salimos del ascensor para tomar el pasillo hacia mi penthouse aún seguimos besándonos, no nos soltamos ni para abrir la puerta, saco a ciegas las llaves y trato de introducirla, me toma varios intentos lograr abrirla.

Continúa besándome aprovechando que yo tengo que enfocarme en la tarea de abrir la puerta para ser ella quien guíe el beso, me manosea por todas partes, recorre sus manos por mis bíceps, abdomen y me aprieta la polla, yo gimo en respuesta, me encanta que sea así, desinhibida, que tome la iniciativa y que no espere instrucciones, cuando por fin logro abrir la puerta y enciendo las luces e inmediatamente me arrepiento de haberla traído a mi casa.

A decir verdad no sé porque lo hice, tengo un departamento especial para mis folladas, nunca traigo a ninguna mujer a lo que considero mi santuario, por eso no entiendo porque  traje a aquella mujer que me robó hasta la cafetera. Si tan solo pudiera acordarme de algo.

Un ladrido suena y ella se despega inmediatamente de mí.

— Amiguito — grita al verlo.

Steven corre hacia nosotros y yo me agacho para abrazarlo pero el ingrato hijo mal agradecido ni me pela y se va a los brazos de Emilia que también los tiene extendidos, ruedo los ojos, no puedo creer que siempre pase a segundo plano cuando ella está presente.

Los dejo un momento y me dirijo al bar por algo de beber, acomodándome la dolorosa erección en los pantalones.

— Hola amiguito — la oigo decir — cuánto tiempo sin vernos, ¿Me extrañaste?

Steven mueve la colita y hace ruiditos mientras se frota contra ella para que siga acariciándolo.
Mi pequeño no  debe tardar en dormirse, está cansado, ambos tuvimos un día agitado, pasó conmigo toda la mañana y  en la tarde Adam lo llevó al parque.

Después de un rato parece que al fin se acuerda que tiene padre y viene hacia mi para saludarme, me acuclillo para acariciarlo y hablo con él.

— Steven — empiezo susurrando, no quiero que Kätzchen me escuche — necesito que está noche te portes bien.

— Wooofff — me contesta.

— Ya sé que siempre lo haces pero está noche quiero que te portes aún mejor y por hoy, solo por hoy, no vas a poder dormir en mi habitación.

— Wooofff.

— No tengo porque darte explicaciones — lo reprendo — tu amiguita va a estar conmigo.

— Wooofff — su ladrido suena a reclamo.

— La voy a tratar bien, no tienes ni por qué mencionarlo, ustedes ya podrán jugar en la mañana.

Contento con mi explicación, se va otra vez a dónde está  Das Kätzchen.

Los miro desde el bar, ahora están sentados en el sofá y noto que mi bebé empieza a bostezar. Steven tiene la cabeza sobre el regazo de Emilia mientras ella acaricia su pelaje haciéndole mimos, después de un rato de atenciones mi pequeño Steven sucumbe al sueño.

— ¿Quieres algo de beber? — pregunto, ella sigue moviendo sus delicadas manos sobre el pelaje de Steven.

— No gracias.

— Ponte cómoda — dejo el vaso de cristal sobre la barra del bar y me acerco a ellos — llevaré a Steven a su cama.

Steven tiene varias camas esparcidas por el departamento para que descanse en dónde quiera, usualmente duerme en la que está en mi habitación,  pero por obvias razones no puede dormir en esa, lo llevo a la que está en un rincón en  la sala.

Lo acomodo y cuando vuelvo a dónde Emilia, quien por cierto me a estado observando atentamente, decido encender la televisión para que los ruidos del aparato disfracen un poco los ruidos que están por venir.

La anticipación hace que algo se anude en mi estomago y que mande vibraciones por todo mi cuerpo.

Tomo el control remoto y presiono  el botón sin prestar siquiera atención a lo que estoy haciendo, pues mis ojos no se pueden despegar de la mujer que tengo enfrente, quien me mira como si fuera una depredadora y yo  su presa y maldita sea me encanta que sea de esa forma.

Cuando enciendo el televisor unos gemidos escandalosos y fingidos inundan la habitación, miro hacia la televisión y veo que es un vídeo pornográfico.

Voy a matar a ese jodido mocoso calenturiento.

La escena que se desarrolla en la pantalla muestra cosas que sin dudas voy a hacerle esta noche a Das Kätzchen, la idea hace que una sonrisa maliciosa se forme en mi rostro.

Ella levanta una ceja y ladea la cabeza. No sé impresiona por lo que hay en la televisión. Aunque no soy fanático de la pornografía y en general no me gusta, me fascina que ella no se inmute ante lo que hay en la pantalla.

— Nunca me imaginé que fuera de los hombres que ven pornografía para masturbarse. — señala con sorna.

Suelto una risita baja y gutural y me acerco poco a poco hacia ella, diría que ahora yo soy el depredador y ella la presa, pero en sus ojos solo veo pasión y determinación, en su lugar parecemos dos fieras apunto de atacarse, esperando cual de los dos hará su primer movimiento.

Cuando estoy a un pasó de distancia de ella me detengo y bajo mi tono de voz una octava. Los sonidos de la televisión siguen pero  tenues, pues baje el volumen.

— No me gusta ver pornografía — admito — prefiero hacerla.

Un gemido se le escapa de los labios haciendo que mi polla de un respingo.

»Y para masturbarme  prefiero imaginarte a ti sobre tus rodillas y manos.

En cuanto termino de hablar salta sobre mi como una fiera en celo enredando sus brazos en mi cuello y sus piernas en mi cintura clavándome sus tacones rojos en las nalgas y yo aprovecho para agarrarle el culo y ayudarle a sostenerse.

Me empieza a besar con hambre y chupa mi lengua con anhelo, yo aprovecho para hacerla sentir mi erección, si no fuera por Steven me la fallaría aquí mismo, en el sofá, en la mesa de centro, en el suelo, en todas la malditas superficies disponibles.

Antes de profundizar el beso aún más y  embriagarme  con su sabor y sumergirme en el placer me detengo para hacerle una promesa.

Cuando nos separamos nuestra respiración es irregular, está tiernamente sonrojada, el cabello despeinado, los labios hinchados y sus pezones parecen querer traspasar la tela de su vestido al igual que mi erección lo quiere hacer con mis pantalones.

— ¿Ves eso? — pregunto señalando la escena que se desarrolla en la pantalla.

— Si — contesta con voz jadeante y entrecortada.

— Yo te voy a coger aún mejor — juro.

Apago el aparato y empiezo a besarle el cuello, ella me da libre acceso y empiezo a andar hacía mí habitación con ella aún enredada en mí.

Cuando entramos cierro la puerta y a ella la apoyo en la pared junto a esta. Busco el cierre de su vestido mientras ella está ocupada  quitándome la camisa, empieza a desabrochar los botones uno por uno, cuando va con el segundo botón se desespera y decide que es mejor idea abrirme la camisa de un tirón, ocasionando que los botones restantes salgan disparados en distintas direcciones.

Kätzchen me encanta cuando te pones en modo Tier.

— Solo no te asustes cuando use mis garras. — contesta con una sonrisa maliciosa en sus labios, el saber que entiende mis palabras hacen que la polla casi me reviente.

Le quito el vestido y me bebo su imagen desnuda, me separo un poco para apreciarla mejor y ella se reposiciona en su lugar para que la vea  en todo su esplendor y desnudez, incluso empieza a juguetear con sus pezones.

Es la imagen más sensual, erótica y perfecta que jamás haya contemplado, Emilia Castelar desnuda frente a mí, solo usando una hermosa tanga de encaje negro y tacones rojos, con los labios hinchados y las mejillas sonrosadas.

Odio cuando una mujer no se muestra segura de sí misma, todas son hermosas y es algo que les debe quedar claro, pero debo admitir que la que tengo enfrente supera a todas las mujeres que he visto desnudas.

Kätzchen debe ser conocedora de la perfección que posee porque se muestra juguetona y traviesa, no hay ni  una pizca de timidez, aunque el nerviosismo quiere hacerse presente porque noto que de ves en cuando empieza a chuparse el labio inferior, pero no la culpo incluso yo estoy nervioso sin saber exactamente por qué, pues he tenido mucho sexo en mi vida, desde que perdí mi virginidad a los quince hasta la fecha he tenido sexo con cientos de mujeres, tantas que ya perdí la cuenta y aún faltan muchas más.

Me acerco a ella para reemplazar sus manos en sus pezones por mi boca y mis dedos, ella arquea la espalda empujando más sus pechos en mi cara, la miro y tiene los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia atrás.

Brindo  a  sus dos tetas  el mismo tratamiento para que ninguna de las dos se ponga celosa.
Siento el impulso de empezar a besar más abajo, así que trazo un camino de besos hacia el sur de su cuerpo,  cuando voy besando toda la piel disponible de su lienzo me doy cuenta que tiene una cicatriz en la costilla del lado izquierdo, es de cinco centímetros aproximadamente, algo se asienta pesadamente en mi estómago, no sé qué es ni como interpretarlo, pero tengo que contener las ganas de hacer preguntas al respecto, no me debe de importar y no es mi asunto y no debo inmiscuirme en eso,   siento el deseo de dejar un beso sobre ella y eso sí me permito hacerlo, dejo un beso sobre la marca pero  ella se tensa, se remueve incomoda y trata de cubrirla, la curiosidad y algo más oscuro me pica bajo la piel por saber la historia de esa cicatriz, estoy apunto de abrir la boca pero me encuentro con su mirada y lo que veo ahí me detiene.

No hagas preguntas y un atisbo fugaz de miedo es lo que veo, contra mi voluntad me abstengo de preguntar y sigo bajando.

Me dejó caer de rodillas frente a ella, meto los dedos en el elástico de su ropa interior y se la bajo poco a poco.

Cuando tengo su coño desnudo y perfectamente depilado frente a mi cara la miro desde abajo, ella está atenta a cada una de mis movimientos y mueve la cadera para acercar su coño aún más a mi cara, cuando lo hace inhalo fuertemente su dulce aroma, retengo la fragancia lo más que puedo, hasta que mis pulmones arden en protesta por más oxigeno, huelo de nuevo su coño, es embriagante y adictivo.

La tomo por los muslos y los aprieto en una petición tácita para que abra las piernas y ella lo hace.

Separo sus pliegues y  veo la carne rosada que resguardan junto al capullo  hinchado y palpitante en el que se ha convertido su clítoris.
No suelo practicar el sexo oral a menudo, pero estoy hambriento, casi  famélico y su coño es un platillo que quiero deleitar.

Paso mi lengua a lo largo de su hendidura deteniéndome en su clítoris y arremolinando mi lengua ahí, los gemidos que suelta son mi aliciente para seguir con mi asalto pero necesito más acceso.

Levanto una de sus piernas y la subo a mi hombro abriéndola más para mí, continuo comiéndole el coño como si mi vida dependiera de ello, chupo su clítoris y sus labios vaginales, le beso el coño con la misma hambre y la misma pasión con la que he besado sus labios, ella me toma del cabello deteniéndome justo donde necesita mi lengua y yo la obedezco.

Meto la lengua en su abertura y la follo como si fuera mi polla y maldición puedo sentir su estrechez en mi órgano.

— Max  — gime mi nombre y yo me siento como si hubiera ganado el maldito gran premio — así justo así.

Es la primera vez que escucho mi nombre pronunciado por sus labios y casi me vengo en los pantalones por lo bien que se escucha pronunciado en su tono necesitado.

Empiezo a sentir la dulzura de sus jugos en mi lengua y sé que está a punto de venirse.

— Vente en mi boca Tier, como buena chica. Pero mírame a los ojos, quiero que sepas quién te ha hecho venir — inconscientemente mi orden se escuchó más como una súplica, pero no me importa nada más.

Solo quiero saborear el elixir de su coño en mi boca, cómo si de miel se tratara. Baja la cabeza y abre los ojos para mirarme, la lujuria escrita en sus facciones.

Continúo fallándola con premura y al cabo de un suspiro siento como su cuerpo empieza a sacudirse  con pequeños espasmos, sus piernas se ponen rígidas y su agarre en mi cabello se intensifica.

Recorro con mi lengua sus pliegues para recuperar toda la esencia que se me haya escapado y por último presiono levemente mi lengua contra su clítoris que aún sigue hinchado y lo siento palpitar contra  ésta. Quisiera chuparlo otra vez pues aún no tengo suficiente, pero está sensible y no quiero sobre estimularla.

Cuando por fin me separo de su coño ella se inclina y comienza a besarme, su lengua indaga en mi boca buscando vestigios de su sabor y yo me pierdo en su asalto y me dejo llevar por su investigación, cuando reaccionó y abro los ojos, me empuja y aterrizo sobre el borde de mi cama, no sé cómo llegué hasta aquí.

De pronto una canción empieza a sonar desde la sala y sé que Steven fue quien prendió el reproductor.

— ¿Hay alguien más? — pregunta al escuchar la canción.

— Steven es más listo de lo que crees — no quiero ahondar en detalles que nos distraigan y a ella mi explicación le basta.

Me apoyo  con las manos en el colchón, ella camina sensualmente hacia mi al ritmo de la música y al escuchar la letra de la canción pareciera que Steven la eligió para ella y precisamente para ésta situación.

  Se inclina sobre mí y me pasa la mano desde el hombro hasta mis abdominales rasguñándome a su paso, pasando por mi ombligo y siguiendo la línea de bello que se pierde en mis pantalones.

Se pone de rodillas y yo abro las piernas para que se pueda acomodar, se deshace  de mis pantalones en un  santiamén dejándome en bóxer, me pasa la mano por la polla aún cubierta por la tela y le da un apretón, mi pene palpita en su mano y da un respingo que hace que se forme una sonrisa traviesa en sus labios hinchados y carnosos.

Sin duda la maldita letra de la canción tiene algo de cierto.

Cuando por fin la saca su expresión es un poema y hace que mi ego suba hasta el cielo.

Noto como aprieta las piernas y me mira la verga, después me mira a mi con ojos asustados y yo le regalo una sonrisa de hijo de puta al sospechar que no ha estado con nadie con mi mismo tamaño.

— ¿Te gusta? — le pregunto, aunque en realidad le quisiera preguntar si le asusta.

Cambia inmediatamente su expresión, la obstinada no va a admitir que le da miedo el tamaño y que le gusta mi pene.

— He visto mejores — alza los hombros en un gesto despreocupado, pero esta gatita es mala mintiendo.

Me incorporo y la tomo del cabello de la parte posterior de la cabeza, acerco mi rostro al suyo.

— Pues te aseguro que en cuanto la tengas dentro vas a comprobar que ésta—  aprieto su mano con la que sostiene mi pene para que ésta también la apriete — es la mejor que has tenido y tendrás.

Suelta una risita burlona y me aprieta aún más la verga.

— Eso es algo que para su desgracia, Señor Bécquer, me toca decidir a mí.

Otra vez vuelve a llamarme por mi apellido, aprieto la mandíbula para contener el impulso de enterrarle mi polla hasta la garganta de una sola estocada.

Mira mi reacción la cual a la maldita la satisface. Me quita el bóxer por completo y juguetea con mi polla en sus pequeñas manos, por un momento el tatuaje que tengo en la cadera le llama la atención, lo observa detenidamente pero no comenta nada, en lugar de eso continúa jugueteando con mi polla extendiendo disimuladamente su palma como queriendo medirla, pero también observando atentamente los cuatro lunares que tengo sobre la ella.

— Si quieres saber cuánto me mide pregúntame o ve por una cinta y mídela tu misma— me burlo y ella se sonroja al verse atrapada, mi polla da un respingo en sus manos por la visión.

— Solo quiero acariciarla, es todo — se escusa la muy mentirosa — por cierto, lindos lunares. — desvía el tema.

No le respondo porque su tacto sobre mi polla recorriendo los lunares me distrae, lo traza uno por uno como si los estuviera uniendo.

De todas las mujeres con las que he estado ninguna ha hecho eso, solo dicen cosas obscenas al respecto, pero ella los contempla, después se inclina y los lame, los ojos se me ponen en blanco al sentir su cálida lengua sobre mi polla,  por fin.

Empieza lamiendo desde la base hasta la punta de mi pene y pasa la lengua sobre la cabeza recogiendo el líquido pre seminal que ha empezado a gotear, cierra los ojos mientras lo saborea, después de paladear un poco de mi sabor en su boca  se lanza a chuparme la polla como una maldita experta, empieza introduciéndola hasta la mitad pero pronto se adapta a mi tamaño y se la mete toda en la boca.

Kätzchen — gimo el apodo con el que la bauticé, mientras observó cómo me come la polla entera.

Se saca mi falo de la boca con un pop.

— Quiero que digas mi nombre, Max — demanda, su petición hace que la polla se me ponga más gorda y destile más líquido, me va a hacer venir en cualquier momento.

— Sigue chupándome la verga, Emilia.  — ordeno recuperando un poco de autoridad.

Cuando pienso que no me va a hacer caso como siempre que le ordenó algo, vuelve tomarme en su boca por completo mientras con sus suaves manos me acaricia los testículos y momentos después me los chupa uno por uno.

Mis testículos se empiezan a contraer desesperados por liberar lo que almacenan, tengo los músculos tensos y los abdominales contraídos, me siento aturdido y la cabeza me da vueltas, son tantas sensaciones que no sé cómo explicarlas, ella vuelve a chuparme la polla y sé que ya no soportaré mucho tiempo más.

Tier,  detente me voy a venir — le informo, no quiero hacer algo que a ella le desagrade. Pero continúa succionándome cómo si quisiera sacarme el alma por la polla.

Ignora mi advertencia así que debo preguntar que es lo que quiere en caso de que no me haya escuchado.

— ¿En la boca o en las tetas? — pregunto listo para descargarme y ella sigue sin responder con palabras, en su lugar empieza a chupármela con  más ahínco.

Mis bolas se tensan y entonces me descargo en su boca, llenándosela de semen.

Me retiro de su boca poco a poco, ella traga mi venida pero al ser mucha unas cuantas gotas se le escapan por la comisura de los labios, levanta la mano para limpiarse con los dedos pero la tomo de la muñeca y la detengo, lo que hago a continuación me sorprende a mi mismo.

Paso mi lengua recogiendo mi propio semen, como lo hice en aquella ocasión con el vino y le ofrezco las gotas en mi lengua, ella me sonríe perversa y chupa mi lengua como si fuera mi polla para  llevarse todo el semen.

El sabor de mi corrida se siente extraño pero no es desagradable, jamás me imaginé hacer algo así, pero con esta mujer mis reglas y aprehensiones se van al diablo.

Nunca había hecho algo así, pero está mujer me hace hacer cosas diferentes sin temor a nada, es como aventarme a un acantilado solo para sentir la emoción que  me provocará la caída libre, porque eso es justamente lo que se siente tener sexo con ella.

La cargo otra vez sosteniéndola del culo y me voy con ella a la cama, intenta quitarse los tacones pero no la dejo, esas malditas cosas se ven perfectas siendo la única prenda que usa y quiero cogérmela mientras los tiene puestos,  la beso otra vez saboreándome a mí mismo en su boca mientras acaricio su clítoris con mis dedos, amortiguo sus gemidos con mi boca  cuando le meto un dedo en el coño hasta el primer nudillo, está tan apretada que incluso dudo que pueda tomarme por completo, así que debo dilatarla un poco con más orgasmos, flexionó mi dedo dentro de ella para presionar el punto exacto de su placer y ella se arquea en la cama moviendo las caderas, meto un segundo dedo y con el pulgar trazo círculos en su clítoris, cuando tengo tres dedos dentro de ella, siento como se aprieta alrededor de mis dígitos bañándome la mano con sus jugos.

Sus gemidos son una sinfonía exótica que me hacen palpitar la polla. Retiro mis dedos y esparzo su venida en sus pezones para chuparlos, me aferro a sus montículo erectos cómo si me alimentará de ellos, ella se retuerce debajo de mi mientras me pasa las manos por la espalda y me aprieta el culo.

— Max — gime mi nombre y me doy cuenta que está  perdida en el placer tanto como yo, pues se ha olvidado por un momento de retarme y solo se ha dejado llevar por el placer.

— ¿Mmmm?— tarareo para que sepa que la escuché, pues no soy capaz de dejar de chuparle las tetas.

— Quiero hacer pipí — gime pero estoy putamente seguro de que no son ganas de hacer pipí.

Me despego de ella y vuelvo a meterle los dedos en el coño y la follo con premura, rodando mis dedos dentro de ella y oprimiendo el punto exacto.

— Si hago esto  ¿te dan más ganas? — inquiero con mis dedos aún enterrados en su coño.

— Si — gime — muchas más — se retuerce pero no me dice que pare, al contrario mueve sus caderas para encontrarse a medio camino con mis dedos cuando los meto y los saco.

Por fin saco definitivamente mis dedos y posiciono la cabeza de mi polla en su entrada húmeda y estrecha, el aire se me atasca en los pulmones al sentir como me la aprieta y me obligo a ir con cuidado.

— Te duele — pregunto cuando tengo la mitad de mi pene dentro de ella.

— No — responde con voz entrecortada.

— Perfecto, porque todavía falta la mitad.

— ¿ Que? — chilla y su expresión hace que me sienta malditamente poderoso, se levanta un poco sobre sus codos para ver la escena.

Sin duda alguna ver mi verga enterrada en su bonito coño rosado es el mejor puto porno que he visto y son duda que he hecho en mi vida. De los lunares en mi verga solo hay visibles dos y quiero que esos dos desparezcan dentro de su apretado coño.

— Si no la aguantas toda te la saco. — anuncio, no quiero lastimarla, está muy estrecha, si no fuera porque no hay sangre diría que es virgen.

— No — contesta demasiado rápido — puedo hacerlo.

Asiento con la cabeza y magreo sus tetas pellizcando sus pezones.

Me inclino un poco para dejar caer unas cuantas gotas de saliva sobre su clítoris, podría recoger parte de sus fluidos pero algo en el hecho de que sea mi saliva con la que le frote el clítoris me excita más.

Esparzo mi saliva por su clítoris haciendo círculos para distraerla un poco del dolor, mientras le meto la polla entera.

Cuando ya tengo la verga enterrada hasta los huevos en su coño, tengo que tomarme un momento para enfocarme y evitar venirme en cuanto empiece a follarla. No queda ninguno de mis lunares fuera

— Mírate Kätzchen — la instó a que vea nuestra unión — siento que si me muevo tu vagina me va a arrancar el pene por lo apretada que está.

Tiene los ojos brillosos y las mejillas sonrojadas, los pezones erectos, su pecho sube y baja en respiraciones irregulares, yo sigo enterrado en ella sin moverme, pero Mein Schönes Kätzchen es codiciosa y empieza a mover la caderas para ser ella quien me folle.

Cambia el ritmo y opta por movimientos oscilatorios, la sostengo de la  cadera para ayudarla en sus movimientos, la dejo que se complazca con mi cuerpo y poco a poco siento como se va mojando cada vez más, la cama bajo ella está empapada y yo estoy molesto por no estar probando su sabor.

Continúo acariciando su capullito hinchado y acelero el ritmo, levanto una de sus piernas y me la pongo en el hombro y la otra la mantengo extendida por un lado, para que su coño esté más abierto para mí.

Está vez soy quien marca el ritmo y me  reposiciono  para cambiar de ángulo y golpear el punto exacto dentro de ella.

De vez en cuando se la saco por completo complaciéndome de  ver  el agujero que ha dejado mi verga y se la meto de nuevo de una sola estocada.

— Max  — dice entre gemidos — en verdad ya no aguanto más.

— Correte mein kätzchen.  Vente  sobre mi polla, quiero sentir como tú coño me la aprieta cuando te estás viniendo.

Mis palabras son suficientes para que se entregue a su orgasmo por completo, se viene a chorros como una manguera y gime mi nombre en una melodía digna de acompañar con una orquesta, yo me inclino más hacia su fuente para que su liberación me bañe los abdominales, los espasmos que tiene su coño me ordeñan la polla y no puedo soportarlo más, echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos, mientras lanzo chorros de semen dentro de su vagina.

Mi cuerpo se estremece por lo brutal de mi liberación, jamás había tenido un orgasmo tan intenso y satisfactorio, a decir verdad este tema ya se estaba volviendo bastante monótono y tedioso a pesar de la variedad de coños que he follado.

Después de un rato algo parece hacer click en nuestro cerebro al mismo tiempo y  abrimos los ojos abruptamente.

— El condón — espetamos al unísono.

Sus jugos están bajando por mis abdominales y mi pene aún sigue enterrado en su coño, aún erecto, ni él ni yo tenemos suficiente de ella.

— ¿Estás tomando la píldora?

— ¿Estás sano?

Nuestras preguntas salen precipitadas casi al mismo tiempo. En el fondo me ofende que piense que puedo tener alguna enfermedad.

— Estoy sano — le informo dignamente — nunca me follo a nadie sin condón, además me hago chequeos regularmente — un corredor de F1 tiene que estar sano en todos los aspectos, pero eso es algo que ella no necesita saber— ¿Y tú?

— Nunca lo había hecho sin condón — admite — y no tomo la píldora, pero uso otro método anticonceptivo.

Me alivia escuchar eso. Le saco la polla por el puro gusto de ver cómo mi semen se escapa por su abertura.

— Entonces podemos continuar — propongo.

No me responde en su lugar enreda sus piernas en mi cintura y me tumba de espalda sobre el colchón. 

Guía mi pene en su entrada para ir bajando poco a poco mientras yo la sostengo por las caderas con una mano y le pellizco los pezones con la otra, me satisface ver sus tetas rojas por mis caricias toscas y más me complace que ella no se queje, al contrario lo disfruta.

A mein kätzchen le gusta rudo.

Baja por mi falo ayudándose del semen que le escurre y de sus propios fluidos para deslizarse mejor.

Un gemido se nos escapa a ambos cuando se siente por completo en mi polla.

— Mueve ese bonito culo, Tier, como lo hacías en el club, quiero que me bailes igual ahora mismo, pero con mi verga enterrada en tu coño. — le hago saber mis deseos.

— Lo haré solo porque era justo lo que imaginaba mientras lo hacía. — admite si provocación descaradamente.

Su confesión me hace darle una nalgada por ser una maldita provocadora, pero admito que amé cada maldito movimiento y cada puto minuto que duró ese baile.

— Ahora quiero que me demuestres cuanto me odias — pido con un tono oscuro mientras levanto mis caderas para colisionar con las de ella.

Empieza a mover las caderas como una experta manchándome la polla y yo me pierdo en las curvas de su cuerpo y en la dulzura de sus labios y senos.

La obediencia que pedía de ella quedó en el olvido, ambos tomamos lo que el otro ofrece, pues soy consciente de que en el fondo me gusta mucho más cuando me reta que si fuera sumisa, dócil y obediente.

Ahora en este preciso momento estoy a su merced y ella puede hacer conmigo lo que quiera.

Es una Diosa en toda la extensión de la palabra, pero eso es algo que solo yo sé y nunca lo admitiré en voz alta.

* * * * *

D

espierto cuando el sol empieza a colarse por las cortinas del ventanal frente a mi cama, me estiro y palpo el lugar junto a mí para sentir las tetas que tengo ganas de chupar o el coño que quiero follar, lo que encuentre primero, recorro mi mano de arriba abajo y no encuentro nada, abro los ojos y solo encuentro el lado de la cama vacío con las sábanas arrugadas, el lugar está frío, lo que me indica que hace tiempo que se fue.

Una rabia como nunca había sentido empieza a bullir en mi interior y me hace apretar las sábanas con fuerza, me levanto a trompicones de la cama y en la habitación no hay rastro de su ropa, ni de los tacones que en algún momento de la noche le quité. Levanto mis pantalones y encuentro en las bolsas el recuerdo que reclamé anoche, en el suelo bajo mis pantalones se encuentra su tanga, esa no se la llevó.

La recojo del suelo y me la llevo a la nariz, está impregnada del dulce aroma de su coño.
Una nota en el buró me llama la atención,  leo lo que dice, después la arrugo en mi puño y la tiró a la basura.

Solo me folló y se fue, una desagradable sensación que no sé describir me hace doler el estómago, y me pregunto si así se sentirán las mujeres con las que me acuesto al día siguiente cuando quiero que se vayan inmediatamente.

Nuestro trato ya se terminó, me recuerdo.

Me dirijo a la ducha, mi piel aún huele a ella, no quisiera quitarme su olor, pero debo asearme, mi polla palpita, la miro, la tengo erecta, pero está enrojecida e  hipersensible  del glande y me duele un poco.

Follamos como salvajes anoche y estas son las consecuencias.


EMILIA

Me despierto y siento su polla dura presionada en mi espalda, estoy usando uno de sus brazos de almohada y su mano está agarrando la teta que tiene a su alcance mientras que la otra ahueca posesivamente mi coño, su respiración es tranquila y acompasada lo que me indica que está profundamente dormido, pero me toca firmemente.

Como puedo y contra mi voluntad logro zafarme  de sus brazos sin despertarlo, miro la hora en el reloj que hay en su buró, son las 4: 40 a.m no tardará en amanecer y nuestro acuerdo ya ha caducado, busco mi ropa y decido irme, no quiero que me eche de su departamento cuando se despierte, ambos nos saciamos y es hora de seguir adelante.

Recojo mis zapatillas y mi vestido pero por mas que busco no encuentro mi tanga, ya estoy vestida solo me falta la ropa interior, me debato entre irme sin bragas o tomar un par de boxers prestados, la idea de salir a la calle a esta hora con un vestido tan corto y sin bragas no me agrada para nada, así que me dirijo a su closet, el cual es del tamaño de mi habitación y busco sus boxers, agarro los primeros que veo y me los coloco.

De mi bolsa saco mi labial y un pedazo de papel cualquiera y le escribo una nota.


Señor Bécquer, no encontré mi tanga así que tome prestados unos boxers de su closet, perdone el atrevimiento, pero prometo devolvérselos.

— Castelar.


  Camino hacia la puerta con un dolor  delicioso en mi entrepierna, cadera y tetas, recordatorio de la increíble noche que tuve.

En una noche tuve más sexo del que había tenido en toda mi vida y de los orgasmos ya ni hablamos.

Steven ya está despierto deambulando por la estancia, en cuanto me ve se , voy a su encuentro para acariciarlo y evitar que ladre para que no alerte a su dueño de mi partida furtiva.

— Amiguito — le  bajito en la orejita — me tengo que ir, eres un gran chico, te voy a extrañar.

Hace gruñiditos y se frota contra mi para que siga acariciándolo, después de un rato de caricias me despido, él inclina su cabecita hacia los lados observando mi partida y yo me marcho cerrando la puerta con un ligero click a mi espalda.

Holaaaaa

Siento mucho el retraso de verdad, pero fue un día agitado para mí y el capítulo necesitaba afinaciones,  solo espero dos cosas:

La primera; que les haya gustado tanto como a mí.

La segunda; que no sea el último capítulo con escenas +18 que escriba.

Disfrútenlo mucho, es para ustedes.

Lxs quierooooo!!!

JL VELZ FUERA.

PUDE HABER SIDO YO [+18] COMPLETA ✓Where stories live. Discover now