CAPÍTULO XLIX-DESPUES DE TODO SI ERA YO

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HORAS ANTES
EMILIA

Cuando llego a la mansión Bécquer  mis  rodillas se vuelven débiles, tomo varias respiraciones para poder calmarme, las manos me sudan y un ligero temblor las acompaña, el servicio nos  recibe a mí y a Steven y nos  guían hasta un estudio, la persona que me guío se aleja dejándome parada frente a la puerta, dudo un momento antes de extender la mano y girar el pomo, nunca me imaginé enfrentar esta situación, mucho menos que mi padre se tratara de él, no puedo creer lo cerca que siempre estuve de este señor y nunca me dio señales de nada, sentimientos inexplicables me invaden cuando entro al estudio y lo encuentro dentro, Matías está sentado en uno de los sillones dispuestos en la parte izquierda del lugar, la cual funge como estancia del enorme estudio.

Los tres hombres me miran expectantes a mi presencia.

Enzo se  levanta de su lugar y me indica que tome asiento, aprieto los puños para evitar que se note el temblor que se ha hecho más fuerte, lo obedezco porque no me creo capaz de seguir sosteniéndome.

— ¿Tu eres mi padre? — le digo a Isaac. Mis palabras suenan débiles, apenas un susurro.

Él ha permanecido sentado en su lugar sin moverse, juega con el vaso de cristal que tiene en sus manos y da un largo trago terminando con su contenido. Cuando pasa el líquido suelta un suspiro y niega con la cabeza.

— No lo soy Emilia — su grave voz tan parecida a la de Max me aturde por lo que acaba de decir.

— Tu padre soy yo — contesta Enzo quien está sentado junto a mí.

Giro la cabeza tan abruptamente que me sorprende que no me haya roto el cuello.

— ¿Qué? — si antes no podía explicar las sensaciones que me recorrían el cuerpo, ahora no puedo describir el sentimiento que me invade el alma al mirar al hombre sentado junto a mí.

Sus manos están temblando, su pecho sube y baja con sus respiración errática, pero sus ojos son chispeantes, siempre que lo había visto sus ojos carecían de luz, pero pareciera que su confesión les ha devuelto el brillo, la rigidez que siempre acompañaba su porte ya no está, luce incluso más ligero como si se hubiera desprendido de una gran carga.

— Emilia, Isaac no es tu padre, tu padre soy yo y Natalia no es quien crees, ella no es tu madre.

El corazón se me paraliza por unos momentos, sus palabras me aturden y me dejan sin comprender nada.

— Mientes — es lo único que logró balbucear — ¿Por qué me hacen esto? — les reclamó a ambos, me levanto abruptamente del sofá y camino unos cuantos pasos temblorosos  — ¿Por qué juegan así conmigo? — mis palabras son ahora gritos, desearía que mi madre me hubiera acompañado hasta aquí para que me ayudara a entender.

— La única que ha jugado contigo todo este tiempo ha sido Natalia — contesta Isaac — Enzo es tu padre, el ha sido la única persona que no te ha mentido.

— Pe… pe… pero — las palabras no quieren salir completas de mi boca, ya es imposible ocultar el temblor de mis manos cuando me las llevo a la cabeza para sostenerla, siento que estoy apunto de perderla.

Todo a mi alrededor está dando vueltas, es como si estuviera en una montaña rusa de emociones, siento ese vacío en el estómago que experimentas cuando estás en lo más alto de una montaña a punto de caer al vacío.

Unas manos suaves y cálidas me toman las manos, poco a poco las retiran de mi cabeza palpitante, lo miro a los ojos y es como si por fin descendiera en picada, como si estuviera cayendo y no estuviera segura si hay una red de protección que me salve del golpe de la caída.

PUDE HABER SIDO YO [+18] COMPLETA ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora