CAPÍTULO XLIV- CAUTIVA

3.8K 201 59
                                    

EMILIA

Pareciera que la cabeza me pesa una tonelada, me duele mucho y me cuesta trabajo mantenerla erguida, después de que Meinardo llegara a la camioneta nos arrastró fuera de ella y nos durmió con un trapo impregnado de alguna sustancia química.

Ahora tengo la  cabeza cubierta , mis mano están atadas al igual que mis pies, el piso en dónde estoy sentada está mayormente cubierto por tierra, trato de explorar con mis manos en la espalda a ver si puedo encontrar algo que me sea de ayuda pero todo lo que siento es tierra y hojas secas.

Siento que mi mejilla y brazos arden por las cortadas de los cristales, era algo de lo que furiosamente se quejaba Valentina cuando Meinardo nos sacó del auto volcado.

Se volvió loca cuando otros dos hombres llegaron a la escena y nos subieron al coche, no tenía caso forcejear y gastar energía, lo mejor era absorber todo lo que estaba a nuestro alcance, complexión, altura, rasgos y acento de los ayudantes de Meinardo, además de prestar atención en los sonidos que pudiéramos captar mientras nos trasladaban, pero todo fue inútil pues inmediatamente me durmieron.

Aguzo el oído para tratar de escuchar si hay alguien más aquí en dónde estoy, pero al parecer estoy sola, desde que desperté no escucho pasos ni nada, simplemente el canto de las aves lo que me indica que estamos lejos de la ciudad, también se escucha el ladrido de un perro furioso y el tintineo de las cadenas que seguramente lo  retienen. Inmediatamente pienso en mi pequeño Steven.


Sé que ya es de día por los tenues rayos que se filtran a través de la bolsa de lona que tengo en la cabeza, no sé cuántas horas han pasado pero sin duda serán doce horas aproximadamente.

Max, él es el primero que se me viene a la mente, una opresión en el pecho me impide respirar y una lágrima cae solitaria por mi mejilla.

Pero sustituyo  la debilidad por la ira.

Meinardo.

Cuando creo que ya no me puede volver a joder llega sonando tambores y trompetas gritándome a la cara que me equivoco, la rabia me hace temblar y me dan ganas de gritar a todo pulmón hasta que la garganta se me desgarre, pero ese maldito ya no me volverá a ver asustada o nerviosa, de ninguna manera lo voy a dejar ganar, lo siento por Valentina que quedó atrapada entre mi mierda y la de mi ex y que por eso también Max seguro la está pasando mal, pero me niego a ser la víctima y menos en manos de un imbécil.

Respiro profundamente, retengo el aire y poco a poco dejo que se escape de mis pulmones, repito varias veces hasta que me siento en control.

— Valentina — susurro — estás despierta, Valentina.

No me contesta, no escucho que se mueva o que respire siquiera, lo que indica que estoy sola en este lugar.

El silencio sigue por varias horas hasta que escucho pasos y una puerta abrirse.

— Ya despertaste estrellita — de pronto mantenerme calmada ya no es tan fácil como lo estaba siendo hasta este momento. Me quita la bolsa de la cabeza y mis ojos se abren de par en par tratando de asimilar en dónde estoy.

— Déjame ir de una vez — amenazo. Es una habitación sucia, hay tierra,  mantas sucias en un rincón y una ventana bloqueada con tablas, la naturaleza a reclamado un lugar en primera fila en la habitación pues enredaderas se han escabullido entre las maderas y se han enroscado alrededor de la ventana.

— ¿Por qué? — siento su aliento cerca de mi oído y su cercanía me revuelve el estómago — aún nos falta hablar de lo nuestro y talvez revivamos viejos recuerdos.

Su dedo índice traza el contorno de mi mejilla y yo me alejo de su toque como si quemara, pero no me lo permite, inmediatamente enrosca sus dedos en mi cabello jalándome bruscamente. Un jadeo traicionero de dolor se me escapa.

— Es la última maldita vez que te alejas de mi — sisea entre dientes apretados, una braza de miedo en mi interior amenaza con evolucionar y convertirse en incendio cuando veo el destello desquiciado en sus ojos, pero me niego a volver a tener miedo y más a él. — la próxima vez habrá consecuencias, me importa una mierda que ellos se enojen, tu eres mía, me perteneces y puedo hacerte lo que yo quiera.

¿Ellos? ¿ De quién habla?

— Estás loco — espeto tratando de no mover mucho la cabeza, su agarre se vuelve más doloroso a cada segundo.

— Solo por ti, Estrellita — una risa escabrosa se apodera de sus facciones y se acerca a mí cuello para aspirar profundamente el aroma de mi piel, trato de contener las arcadas nuevamente— mira lo que un hombre enamorado es capaz de hacer por la mujer que ama, jamás encontrarás a alguien que te ame más que yo.

El nombre de Max se me atasca en la garganta junto con un montón de groserías que quiero decirle, pero me interrumpe.

— Ese pendejo que estaba contigo la otra noche, ¿ya te lo cogiste? — las palabras le salen forzadas como si pronunciarlas le provocará un dolor físico.

— No es asunto tuyo — intento jalarme un poco pero no me lo permite, su agarre es implacable y su rostro está justo frente al mío.

— Espero que no — hace una mueca — serías el colmo de las putas.

Me suelta dándome un jalón y deja mi cuero cabelludo punzando. Sin embargo no le contesto nada, no tiene caso, está loco.

— ¿Dónde está Valentina? — espeto y el suelta una risita sardónica.

— Se está divirtiendo — la sonrisa no se le borra del rostro y la preocupación se apodera de mí.

— No la lastimes — suelto de  inmediato — por favor, déjala ir.

— Estrellita — tararea — ¿Cómo la voy a lastimar si estoy aquí?

— Tu o quien quiera que te esté ayudando, no la lastimen.

Vuelve a reírse.

— Veré que no lo hagan, seguro hay lubricante en algún lugar.

Un sollozo se me escapa.

Se dirige a una bolsa de plástico que traía y no había notado y saca una botella de agua.

— Bebe — me ordena acercando la botella a mis labios. Obedezco porque en verdad necesito el líquido, mi boca se siente extremadamente seca.

La botella de agua es pequeña y pronto se acaba, la aplasta en su mano y la arroja tras de mí.

— Pórtate bien — recomienda y me vuelve a poner la bolsa de lona en la cara bloqueando mi visión — no hagas nada estúpido.

— Espera, espera, déjame ir es absurdo esto que estás haciendo. Estás arruinando tu vida, ¿en verdad crees que esto va a terminar bien?

— ¿En verdad crees que no? — se burla — ¿piensas que van a llegar a rescatarte? Que va a llegar tu caballero de brillante armadura y te liberará de las garras del dragón y cabalgarán juntos hacia el atardecer. Pues déjame decirte, estrellita, que este dragón lo volvería cenizas incluso antes de que intente liberarte.

Sonrío aunque no pueda verme, está equivocado, Max no es ningún caballero y no pretendo que lo sea, y yo no soy ninguna damisela y por supuesto no planeo ser rescatada, yo misma puedo salir de esta y con gusto aniquilare al mi carcelero con ínfulas de dragón, el cual no es más que una simple lagartija.

Estoy a punto de contestar cuando la puerta se abre de golpe. Se escuchan pasos  de mas de una persona y una es arrojada a mi lado con  un ruido seco, varias maldiciones se le escapan y me doy cuenta que es Valentina.

— Valentina ¿Estás bien? — me apresuro a decir.

— Si — contesta con un gemido — estos imbéciles no saben cómo tratar a una dama.

Su queja es seguida de varias risas.

— Papá estaría muy orgulloso de su pequeña — dice la voz de un hombre, se me hace vagamente familiar pero no logro ubicarla, pues el tono es bajo.

Pensar en los padres de Valentina y la angustia por la que deben estar pasando me hace sentir culpable, ella no es más que un daño colateral de todo esto.

— Si tan solo pudieras escuchar su desesperación — el hombre me susurra al oído — creí que estarías asustada pero te estás manejando muy bien.

El hecho de que me lo diga a mi me desconcierta, el imbécil no sabe que yo no tengo padre, seguro solo está en este juego por diversión y Meinardo ni siquiera le dio los detalles.

— Estás muy equivocado — trato de que mi voz suene firme — ¿tu cómplice no te dijo que yo no tengo padre? ¿Por qué haces esto? ¿Que te va a dar a cambio? — se ríe por lo bajo, ronco y profundo.

— Él nada, pero papi mucho dinero.

— Yo no tengo dinero y mi madre tampoco— es mi turno de reírme, ¿en verdad piensa que con esto obtendrá dinero? — si estoy aquí es porque tú cómplice está loco no porque puedas pedir un rescate.

— Pobre niña tan ingenua, que no es capaz de ver las cosas cuando las tiene en frente — vuelve a decir — pero no te diré más, dejaré que tú solita hagas la suma.

Meinardo vuelve a reí y se escuchan pasos que se alejan y segundos después la puerta se cierra.

— Iba a dejarte con la bolsa, pero prefiero ver tus ojos cada que venga a verte — dice Meinardo — las dejo para que se pongan al día preciosas.

Cuando me quita la bolsa busco a Valentina que está unos metros a mi lado, mis ojos la escudriñan, pero luce fresca, su cabello está un poco despeinado pero, parece no  estar lastimada.

Meinardo sale de la habitación dejándonos solas.

— ¿Estás bien? — inquiero — ¿te hicieron algo, te lastimaron?

— No — responde — ¿Y tú?

— Yo estoy bien, debemos de buscar una forma de escapar — ofrezco — mis ataduras están muy apretadas — ella no tiene atados los pies a diferencia de mí— pongámonos de espaldas para intentar aflojarlas mutuamente.

Su rostro se crispa y duda.

— No, no podemos hacer nada ¿que  no te das cuenta?

— Si podemos — afirmo enérgica —debemos  salir de aquí.

— Tal vez tú tengas complejo de heroína, pero yo prefiero esperar a que paguen el rescate y nos liberen.

— No van a pedir rescate — apunto— Meinardo lo está haciendo para vengarse de mí, él es mi ex novio, no lo hace por dinero lo hace por joderme.

— Ya déjame en paz  — se desespera — si nos van a liberar, tienen que hacerlo, si intentamos escapar y nos atrapan nos van a hacer daño.

En parte tiene razón, pero me niego a quedarme de brazos cruzados.

— Bien — concedo por ahora —  pero en la primera oportunidad que se presente la vamos a aprovechar y nos iremos.

Las horas pasan y la  espalda me empieza a doler, me arrastro hasta la pared más cercana para recargarme, Valentina siempre estuvo recargada en el otro extremo.

Trato de mantener mi mente ocupada y evitar pensar en las peores cosas que quieren acudir a mi mente.

PUDE HABER SIDO YO [+18] COMPLETA ✓Where stories live. Discover now