CAPÍTULO XII- TODO LO CONTRARIO

6.4K 293 61
                                    

EMILIA

— Dale una oportunidad, tiene un carácter complicado, pero es una buena persona— me dice Matías cuando se despide y se apresura a irse, pues el cavernícola que tiene por hermano ya está con su auto encendido haciendo el amago de marcharse.

Dejo mi auto estacionado en la acera dónde lo aparcó Matt y entro a mi  edificio, subo a mi departamento y me siento en el sofá.

Me quedo ahí pensando en qué demonios acaba de pasar en las últimas horas. Tengo la cabeza echa un revoltijo y las emociones ni se diga.

Cuando desperté del desmayó y lo vi, creí que seguía desmayada o estaba soñando, pues quien se despierta de un desmayo y se encuentra frente a frente con una versión moderna y de carne y hueso de El David de Miguel Ángel. 

Pero entonces tuvo que hablar y recordarme quien es y por qué no lo tolero.

Y todo lo que pasó después. Qué  fue eso.

Primero veo una versión de Máximo qué jamás creí que existiera, él siendo tierno y amoroso con Steven, lo miraba, trataba, abrazaba y hablaba como si fuera un niño, como si fuera su hijo, jamás me habría imaginado que el cavernícola fuera capaz de tratar así a alguien.

Bueno tal vez así es con todos, solo conmigo se comporta como un idiota, porque seguro me odia y le caigo mal, reconozco que no tuvimos un buen inicio. Por lo menos, no lo tuvimos cuando nos conocimos de cerca, pues ya nos habíamos visto de lejos en el club al que fui con June.

Sí me invitó, no, mejor dicho, me ordenó que fuera con él a comer, lo decía de dientes para afuera ¿Cómo iba a ir a comer con él? Si estaba claro que lo decía por compromiso, cuando me levanté del sillón en el que estaba sentada y reparó en cómo iba vestida, enseguida apartó la mirada, como si le diera pena ajena, ese gesto hirió mi orgullo de mujer, pero no lo culpo, estaba en ropa deportiva asquerosamente sudada, probablemente incluso  despeinada y olía mal.

Me odio a mi misma por reconocer que una pequeñísima parte de mi, quería que me mirara, y ni siquiera sé el  por qué.

Mi ego resultó herido el día de hoy, no fui digna de que el glorioso señor Máximo Bécquer me echara un segundo vistazo, tal y como pasó la noche en que nos conocimos, cuando me miró  por un momento, pero después se concentró en la tremenda diosa que tenía a un lado.

Por eso traté con todas mis fuerzas de ignorarlo durante el trayecto a mi departamento, no le pensaba demostrar que yo si tenía ganas de admirar su magnífica figura, de palpar esos músculos perfectos que prometía haber bajo su cara ropa deportiva y el discreto tatuaje que vislumbré en su cadera cuando estaba apartado abrazando y acariciando a Steven.

De todos modos no me importa, solo fue la impresión de verlo sin su habitual traje de siempre, y si el no me echa un segundo vistazo, tampoco me importa, no necesito su aprobación en nada, así que por eso lo exoneré de la obligación que sintió de llevarme a comer por haber encontrado a mi buen amigo Steven.

Lo que no entiendo es por qué me cargó para llevarme a su auto, casi me desmayo otra vez, ¿por qué lo hizo? Tanto es su afán por tener el control de todo y que yo haga lo que él me dice.

No está errado al decir que es más fácil que el infierno se congele a que yo lo obedezca en algo que no implique lo profesional.

Pero luego frente al edificio, cuando estuvimos a solas un momento, cuando ya se me había bajado un poco lo enojada,  todo por un instante fue diferente, cuando me agradeció, sonó sincero y mi fortaleza flaqueó, mis muros se cuartearon y por un segundo me permití vagar por su rostro, admirar su mandíbula con una ligera capa de bello facial, que lejos de hacerlo parecer  desaliñado era todo lo contrario, le aportaba una miríada cantidad de sex-appeal a su aspecto ya de por sí sensual.

PUDE HABER SIDO YO [+18] COMPLETA ✓Where stories live. Discover now