6. El concierto

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Capítulo VI

El concierto

Una vibrante e intensa luz de gamas rosa nos embarga al adentrarnos en un espacio amplio y alargado de derecha a izquierda. Las paredes níveas son tocadas por la colorida irradiación transversal, al igual que lo está el techo a una considerable distancia, mostrando distinción y categoría con ocho enormes lámparas colgantes repletas hasta los tuétanos de refulgentes cristales como diamantes. Una barra redonda toda de mármol impoluto se haya situada a nuestra izquierda, en donde la misma da antesala a la desarrollada área por la que se dispersan más de treinta mesas altas con sillas a juego que refulgen de elegancia.

De inmediato pienso que debí haberme puesto algo más presentable que unos jeans lavados a la piedra y unas simples botas negras.

Un arco enorme estilo monumento, se yergue de frente a nosotras, y me temo que la cosa va por ahí.

— ¿Quieren algo de beber? —nos ofrece Muriel aproximándose a la barra.

—Sí, gracias —responde Ana subiéndose a un taburete.

—Los tragos con esos pases vip van por la casa —comenta Muriel picándonos un ojo.

Ana asiente con la cabeza, dando a entender que está al tanto de las bondades que brindan los pases violetas.

—Eh. Muriel, no queremos estorbarte —mascullo—. Podemos arreglárnosla nosotras solas de aquí en adelante. De seguro tendrás un montón de cosas por hacer.

—No hay de qué preocuparse, linda. Dispongo de diez minutos —asegura consultando su reloj—. Puedo tomarme un descanso antes de volver a la faena.

El sitio comienza a abarrotarse presurosamente. La relevante movida ocasiona que la música dé un giro embriagador y que las luces comiencen a destellar irradiaciones por todos lados.

Muriel, que se ha puesto a conversar hace nada con una mujer de carnets al cuello, tiene la cortesía de pedirnos un segundo mojito de fresas que está delicioso.

—Ana. Antonella, me temo que es hora de dejarlas. En seguida culmine el concierto podrán dirigirse al salón Arándanos. Darán con él en cuanto sigan por el fondo a mano derecha. Posterior al cruce del arco del triunfo —señala el enorme monumento que destila aires europeos—. Ahí podrán conocer a la banda y pasar un rato ameno. Y chicas, mantengan la prudencia con esos cocteles.

Atisbo en el rostro de Ana una sonrisa oligofrénica. Tan pronto como desaparece Muriel, estalla de tanta alegría que por poco se echa el trago encima.

Bebidas gratis, concierto en vivo y un pase directo para conocer a los mismísimos Chupetas de veneno me hacen comprender las prerrogativas que promete este pequeño brazalete en mi muñeca. Con razón Ana llevaba meses buscándose una entrada sin tener éxito.

Ana se termina la bebida de un sorbo y se pone a bailar sola. Al ver que me estoy riendo de ella me hala del brazo para que me levante del taburete también. Deposito la bebida a poco de terminar en la barra y me pongo junto a ella a sacudir el esqueleto.

El lugar se va colmando conforme pasan los minutos. De un momento a otro nos topamos con dos amigas que tenemos las dos en común. Nos comentan que el concierto empezará en aproximadamente quince minutos y que deberíamos ya estar buscando una ubicación sino queremos terminar en un mal puesto.

Ana ordena un coctel azul de nombre apoteósico y les pregunta si desean pedirse algo ellas también, lo que ocasiona de inmediato que sus miradas se fijen en nuestros brazaletes.

— ¿Cómo hicieron para conseguir esos pases? —inquiere una, atónita.

—Esas entradas se agotaron los primeros dos días de preventa —nos dice la otra con ojos de plato.

SPERO - Piso1 Cuerpo ✔Where stories live. Discover now