38. Piano metamorfosis

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Capítulo XXXVIII

Piano Metamorfosis

Cuando creo tener suficiente me alzo dirigiéndome al lavabo. Miro el espejo, y todo lo que puedo entrever es a una pobre chica asustada con cara de loca, aturdida hasta la raíz. Cuando pensé que el músico era misterioso me estaba quedando corta. Mucho más que corta. Realmente no tenía idea de nada, y para ser sincera sigo aún sin tenerla. Sabía que guardaba secretos. Algo me decía que no era como los demás chicos, pero esto... Esto se va de la raya con lo razonable, o si se quiere, con los términos permisibles de la lógica.

Pensé que mi intriga hacia él se debía a lo que cualquiera pudiera divisar desde una lejana perspectiva (la perspectiva de una fanática de Chupetas de veneno): sólo es un músico solitario y misterioso; un chico envuelto en sus oscuros pensamientos que afortunadamente son aprovechados para acoplarse a una inspiración musical; todo un guapo rebelde de comentarios imprecisos y mirada indescifrable... Y etc, etc, etc. Resulta que no podía estar yo más perdida.

Dejando las inexplicables anomalías a un lado, que forman parte de su existencia, no sólo debo procesar eso, sino que, de igual forma tengo que combatir con todo lo que me hace sentir. El contacto que existe cada vez que toca cualquier parte de mi piel, y sus exquisitos besos son como torbellinos electromagnéticos que envuelven mi cuerpo y me hacen perder la cabeza. Lo peor del caso es que parece tener efecto prologado, ya que cuando me pongo a pensar en ello lo siento de nuevo todo otra vez.

Me recojo el pelo con una mano hacia un lado y giro el grifo con la otra. Me echo agua en la cara evitando tocarme el área de los ojos. Ojalá no los llevara tan maquillados. Quisiera meter la cabeza entera en el chorro para despejarme de toda esta locura.

«Despejarme», farfullo cerrando la llave con la mirada perdida en el espejo. Las gotas de agua corren por mi cara y caen en la superficie de granito blanco con betas negras. Me entra un estremecimiento al venírseme la sensación de hace un rato cuando tenía sus manos puestas en mí para despejar la aflicción que me estaba embargando.

«Tiene poderes».

Me raspa una breve carcajada en la garganta, como las que deben emitir las personas con trastornos cerebrales. Cojo una toalla que guinda de un tubo metálico y me la llevo a la cara, cuidando de no dejar rastros de maquillaje en ella. La devuelvo a su sitio y me llama la atención un trozo de papel pegado a la pared ubicado entre el tubo metálico y el espejo. Es un escrito a lápiz.

"Estar Despierto me mantendrá alejado del Spero".

Trato de descifrarlo tomando como guía lo que me ha contado:

"Estar al tanto de quién soy... ¿Me mantendrá alejado de las ilusiones?" ¿Es eso?

¿Por qué tendría una nota con esa frase junto al espejo? Es como si necesitara recordarlo cada vez que se levantara por la mañana.

Mi madre solía hacer algo parecido. No lo había recordado hasta ahora. De vez en cuando habían notas cerca del lavabo de su baño. Eran notas incentivas como "Eres hermosa"; "Puedes lograrlo"; "Hoy te espera un día lleno de sorpresas" y cosas de esas por el estilo.

Hay otra nota igual al otro lado. Me acerco para leerla.

"Permanecer en el Spero me alejará de mis Supras".

¿Sus Supras?

Grabo en mi mente las dos notas, porque si me pongo en estos momentos como estoy a tratar de descifrarlas terminaré con las neuronas fritas.

Cojo aliento y trato de concentrarme en mi apariencia. Veo que una arruga escabrosa me atraviesa el entrecejo. Trato de relajarme el área dándome toquecitos con los dedos. Abro de nuevo el grifo para enjuagarme la boca y agarro el dentífrico que yace junto a su cepillo dental. El tubo de la crema tiene dos letras marcadas: LP. No había visto antes esta marca de dentífrico en los supermercados. Me pongo una pequeña porción en el dedo y me lo llevo a la boca para frotarme los dientes. Arrugo la cara y escupo ¡Puaj!

SPERO - Piso1 Cuerpo ✔Where stories live. Discover now