43. Supras

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Capítulo XLIII

Supras

Después de que Laura me ofreciera una tanda más de micro verdes de otras clases diferentes a las de el rábano: brócoli, amaranto rojo, de guisantes y rúcula, y de darme una extenuante e interesante explicación acerca del proceso de germinación de las semillas, más lo que se requiere para la absorción del sustrato utilizado en los cultivos, Dantel y yo salimos del invernadero para volver a la fiesta.

—Quiero mostrarte algo —me dice al detenernos junto a un cedro que parece el más longevo, ya que cuenta con racimos de barbas que le cuelgan de algunas bases de las ramas. Las raíces, iguales a tentáculos, salen prominentemente de la tierra.

Se sienta en el pasto, muy cerca del tronco. Me da la mano para que me siente junto a él.

No me percato, hasta que lo veo acercar su mano hasta estos, de una serie de hongos que crecen junto a una de las raíces. Los más grandes tienen forma de nubes, y otros, como pequeños sombreros, se agrupan salpicando de marrón y beige los alrededores de otras raíces más delgadas.

Coloca dos dedos encima de uno con forma de nube y observo que su semblante cambia de repente, como si percibiera algo que yo no. Después de eso, mientras mantiene los dos dedos pegados al hongo, aproxima la otra mano a mi cabeza, posando dos de sus dedos justamente en la sien.

—Mantente serena —me advierte.

Espero que con eso se refiera a que me mantenga inmóvil, porque he optado la tiesura del propio tronco del árbol. Toma una inhalación profunda de aire y cierra los ojos. Me sobresalto porque de pronto empiezo a escuchar una melodía parecida a un solo de violín combinada con pitidos altos y bajos provenientes de alguna parte. La postura de Dantel me da una vaga y absurda hipótesis de que él es el que está transmitiendo ese sonido a mis oídos a través de sus dedos. Hipótesis que se torna en realidad cuando despega los dedos de mi frente, y entonces, la melodía desaparece por completo.

—El sonido de los hongos —me dice con mirada atenta, aunque recatada, como a la expectativa de mi reacción.

—¿Cómo has hecho eso? —logran pronunciar mis labios.

—Los hongos son organismos con una asombrosa capacidad de comunicación. Poseen una corriente eléctrica que fluctúa constantemente debido a la simbiosis que mantienen con las raíces de las plantas. Si un árbol está enfermo, por ejemplo, estos se encargarán de avisarles a los árboles aledaños para que envíen colectivamente sus nutrientes al afectado. También reaccionan y responden a lo que se mueve a su alrededor.

—¿Y tú puedes captar eso? ¿Esa información? —hago lo posible por contener la desesperación que me causa el asombro.

—No capto su lenguaje, sólo las señales de longitud de onda percibidas en nuestros oídos en forma de música.

—¿Puedo... escucharlo nuevamente?

Dantel esboza una sonrisa, accediendo. Coloca nuevamente los dedos encima de la cabeza del hongo y la otra mano en mi sien derecha. La melodía no tarda en surgir.

—¿Tú la oyes también? —mi voz suena atenuada mientras se reproduce la música, a pesar de que hablo en un tono de voz alto.

Dantel asiente.

—¿Es uno de tus otros dotes? —pregunta en cuanto corta la conexión de la melodía al desprender sus dedos tanto de mí como del hongo.

—La clariaudiencia puede formar parte de los Supras-sentidos que se logran desarrollar cuando estas Despierto.

—Así que la clariaudiencia básicamente te permite escuchar lo que otros no pueden.

—Es una habilidad de capacidad psíquica auditiva que puede constar de distintos grados o niveles.

SPERO - Piso1 Cuerpo ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora