15. El plan

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Capítulo XV

El plan

Tartén:

El aire brumoso ha empezado a esparcirse sobre la aglomerada vegetación montañosa inclinada levemente a lo lejos. Continua sigilosamente su paso hacia la decena de chaguaramos que se tienden a lo largo y ancho del alto paredón de concreto que cerca este lado del terreno. Las copas pobladas de ramas estiradas se sacuden con vigor entre sí, produciendo un sonido familiar que siempre he denominado la voz del jardín cuando pulula el viento tan enérgicamente como ahora lo hace.

Desde la altura en donde me encuentro se vislumbra los miles de diminutos cocuyos que prenden la ciudad allá abajo. No están encendidos en su totalidad, pero lo estarán cuando finalmente termine de caer la noche y las luces de las edificaciones que se despliegan por las avenidas iluminen con su electricidad la metrópolis.

No recuerdo el día ni la fecha exacta en el que se forjó la decisión de llevar a cabo el plan que tendrá la noche de hoy, lo que sí albergo a ciencia cierta es que la idea había estado merodeando en su cabeza mucho antes de instaurar al plan como algo conciso, o por lo menos, visualizarlo como una absoluta y posible realidad. Sabíamos con exactitud que, si queríamos lograrlo, con nosotros dos no bastaría. Se requerirían mínimo tres cabezas más para poder obtener los resultados apropiados. No sería fácil, nada fácil. Nos costaría meses, tal vez un año o más, pero con prácticas a diario y mucha entereza podíamos llegar a conseguirlo.

«A excepción del tiempo no se perdería nada».

El plan estaría basado en ciertas estrategias; un método, una manera de transmitir lo que se quería expresar. No sería necesario proveerles toda la información a los futuros elegidos. Con sólo revelar una porción de ésta, bastaría.

Las instrucciones eran claras y los requisitos sumamente claves para la elección: jóvenes, soñadores, mentes abiertas, creyentes, fanáticos de grandes inventores, pero sobre todo tenían que ser fiables.

El comienzo sería regido por la teoría. Teoría llana y simple. Así que, lo único que tenían que hacer estas tres personas para cuando llegara el momento era escuchar. Pero... ¿Por dónde empezar? ¿Cómo llegar hasta ellos? ¿Cómo saber si serían los indicados? Y sobre todo ¿Dónde encontrarlos?

Debía parecer un encuentro casual, sin duda alguna. Nada extravagante. Él tendría que ponerse a la misma altura para que los mismos se sintieran identificados y, a la vez, incitados al tener a alguien cerca que desplegara tanta sabiduría como destreza. Para él no sería complicado encender la chispa del interés en alguien; siempre fue como especie de imán para todos los que le rodeaban. De modo que, para estos tres jóvenes toparse con alguien nuevo y de su misma edad que rebozara semejantes aptitudes, aunándosele a ello un nivel elevado extra de conocimiento, fuera de los convenios académicos, sería asombrosamente tentador. Y no podíamos pensar en un lugar mejor para pescarlos que en un instituto universitario.
El señor pasaría desapercibido sin ningún problema estando allí. Se harían amigos los cuatro al instante. Les contaría todo lo que sabía y les mostraría todo lo que podía llegar a hacer.

El inicio del plan prometía ser sencillo, pero ¿Lo sería todo lo demás?

Sí no existía la necesidad de contarles nada acerca del lado oscuro ni del Círculo del mal, entonces no sólo iba a ser sencillo, sino que sería lo mejor que podía pasarles en la vida.

Supongo que cuando eres joven y tus creencias no están del todo arraigadas al subconsciente, puedes estar abierto a muchas de las posibilidades que se te presentan. Hay menos espacio para el escepticismo y más para la fe.
Ese no fue mi caso, por supuesto. Mis creencias no sólo estaban más que enraizadas, sino que formaban parte del parco individuo que yo era.

SPERO - Piso1 Cuerpo ✔Where stories live. Discover now