49. Catarsis

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Capítulo XLIX

Catarsis

—Vi tu cara de obstinación en cuanto salió la novena nominación. Me debes dinero, Flaco. Siempre me gusta apostar contigo —se ríe Holanda en cuanto salimos del auto—. ¿Qué ha sucedido? —pregunta de pronto alarmada al verlos a todos.

Laura se hace a un lado con Holanda, y supongo que le está dando los detalles acerca de lo ocurrido con ese artista.

Muriel ha salido de la casa del señor Lody. Se pone de inmediato a conversar con Aimé y Dantel, mientras que, El flaco, me cuenta con elocución, que ha perdido la cuenta de cuantos sombreros ha tenido en toda su trayectoria artística, ya que tiene la costumbre de lanzarlo al público cada vez que acaba un concierto.

Sé que intenta mantenerme distraída mientras los demás parecen resolver no sé qué.

—Vamos —Dantel me coje de la mano. Puedo ver que está más tranquilo, pero no del todo.

Dejamos los zapatos en el estante y caminamos por el jardín. Laura se sube a la espalda de Aimé, y por un momento pienso que no quiere caminar por molestias en los pies debido a los tacones.

—A ver quién llega primero —Aimé reta a Dantel.

«Oh, no».

—En serio no creerás que voy...

—Oh, sí —me interrumpe Dantel, haciendo una maniobra tan ágil que sin darme cuenta me encuentro sobre sus espaldas.

Holanda y El Flaco observan con expectación, como si de repente se hubiera armado la carrera del año. Muriel está junto a ellos meneando la cabeza en desaprobación.

—Ya —gritan los dos al unísono. La brisa helada me azota el rostro cuando despegamos del suelo.

Entre los impulsos de los saltos, las caídas vertiginosas a metros de distancia, y las risas de Laura, no me da chance de protestar, salvo para percatarme de que si llego a desmayarme no caeré al suelo, ya que una fuerza magnética me mantiene adherida a Dantel, pero el vértigo incesante sólo me sirve para chillar sin parar.

El área social de la planta de arriba de la casa me deja sin palabras. Todo va cubierto de madera, materiales traslucidos y blancas colchas de superficie lisa junto a almohadones tejidos y muebles de descanso dispuestos en diversos rincones estratégicos. Me da la impresión de que estoy de visita por un Spa resort de alguna nórdica montaña europea. Los más destacable en este atractivo piso es un árbol enorme que traspasa el suelo de tablas, saliendo erguido por el techo hacia el exterior.

—Lody es un gran arquitecto. Su emblema siempre ha sido el de "Construir sin destruir" Le gusta prevalecer lo natural del terreno que vayas a ocupar. Somos parte de la naturaleza y tu casa no tiene por qué ser un resguardo que te aparte de esta —me dice Dantel.

Oigo emanar el sonido del agua, igual que en el edén que tienen como jardín trasero gracias al atípico riachuelo que lo atraviesa. Me percato de una pared de cristal tipo espejo cerca del árbol, en donde se escurre someramente una delgada capa de agua clara.

—Me recuerda un poco a tu casa.

—Eso tiene que ver con que Lody es también su autor conceptual. Ha diseñado la casa de El flaco también. Es su mejor pasatiempo —me hace saber.

—No te lo he preguntado aún porque has dicho que Aimé proviene de una familia de Despiertos —nos sentamos en unos almohadones pegados a una base de madera—. Así que, por ende, he asumido que su padre... —observo a Laura y a Aimé acostados en una hamaca tamaño familiar.

Muriel, Holanda y El flaco están viendo una playa que se muestra en un enorme monitor de doble pantalla. En una de las pantallas hacen girar el planeta con los dedos. También acercan y estiran la imagen que es tipo satelital, agrandándose luego y apareciendo posteriormente un océano.

SPERO - Piso1 Cuerpo ✔Where stories live. Discover now