33. La llamada

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Capítulo XXXIII

La llamada

Enciendo la tele, pero como no poseo intenciones de ver algo en específico pongo el canal de música rock-pop, mientras preparo una merienda con dos rebanadas de pan de orégano, tres tajadas de tomate y una lonja de queso mozzarella. Me limito a ponerle una y no dos lonjas de queso como normalmente lo haría. Lo meto a la sandwichera para que se tueste y me sirvo en un vaso yogurt de piña, pensando en cómo diablos le haré si algún día decido finalmente convertirme en vegetariana.

Como hija de italiano el queso nunca puede faltar en mi nevera. Eso sin mencionar que consumo más yogurt que un niño de cinco años. No imagino estar en casa de mis padres y rechazarle a papá una bandeja de picoteo de esas que prepara él, con tiras de queso trenzado, mortadela tapara con pistacho y sus infaltables arremangados de prosciutto, pecorino con pimienta, jamón cocido y otros embutidos de carne de animal curada que ahora no se me vienen a la cabeza. Creo que no existe en el mundo nada mejor que eso, sentarnos a comer de su tabla junto a un montepulciano y escuchar sus cuentos de cuando tuvo que partir de casa siendo todavía un niño, más las fantásticas historias de cuando se mantuvo por dos años cumpliendo el servicio militar.

Lo cierto es que, no sé qué pueda asustarme más, si la reacción desalentadora de papá ante el rechazo de comer de su tabla, o la mía al no poder contenerme ante semejantes manjares. Sé que no tiene ningún sentido preocuparme por eso ahora. Lo mejor que puedo hacer es practicar con las comidas sangrientas que más me gustan y ver cuánto me aguanto sin hincarle los dientes.

Me distraigo con la red social en el teléfono cuando Amaranta se sube al tope de granito en un atrevimiento por comerse la otra mitad de mi sándwich. Le pego un grito y la gata se espanta arrojando mi libro de Cungor al suelo con sus enormes patas traseras de conejo salvaje. Busco el saco de su comida y le lleno el plato de croquetas que aborda como si hubiese pasado el día entero sin comer. Me agacho para coger el libro del suelo, verificando que el endeble encuadernado no se haya despegado de la maltrecha cubierta. Observo el título en la parte superior de la página que ha quedado abierta al caerse. En vez de describirse con palabras lo hace con una cifra de números que me causa de inmediato una contracción en el estómago:

11:11

Me alzo lentamente colocando el ejemplar en el tope sin quitarle los ojos de encima.

"Ha llegado tu momento. Ya no hay marcha atrás que te haga retroceder, ni cimientos que te dirijan hacia tu antiguo estado de consciencia. La alarma que esperaba pacientemente por brotar se ha activado y es tan insistente como perturbadora porque ha empezado la conexión con lo extraordinario. A partir de este momento la aparición de circunstancias y situaciones serán el inicio de una conexión hacia tu cambio definitivo. El despertar se aproxima. Tus ojos verán estos números, pero tú interior lo reconocerá como el ingreso a una realidad que excluías. Personas que antes no conocías en tu vida aparecerán, transformarán tu consciencia y harán que tu energía sea palpable. Tus dotes surgirán y la magia te rodeará".

Vacilo unos instantes. No sé si deba seguir leyendo esto. Siento como si estuviera haciendo trampa porque aún restan cinco capítulos más para llegar hasta aquí. Sólo leeré el párrafo que sigue y continuaré en donde había quedado.

"Pero mantente atento, puede que la belleza de la magia que hayas conseguido te ciegue en la transición y no reconozcas la malevolencia de Las Sombras que se esconden tras estas nuevas caras que ahora conoces. Tus poderes sin duda surgirán, pero será de tu energía de la que ellos se alimentarán".

Leo nuevamente las últimas líneas, pero esta vez lo hago en voz alta y pausadamente paseándome por la cocina.

«Pero mantente atento, puede que la belleza de la magia que hayas conseguido te ciegue en la transición y no reconozcas la malevolencia de Las Sombras que se esconden tras estas nuevas caras que ahora conoces. Tus poderes sin duda surgirán, pero será de tu energía de la que ellos se alimentarán».

SPERO - Piso1 Cuerpo ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora