25. No un lunes cualquiera

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Capítulo XXV

No un lunes cualquiera

Me llevo la laptop conmigo a la cama para repasar lo que me espera mañana en el trabajo. Parloteo con papá un rato sobre las funciones que he venido abordando en la oficina y me aconseja que vaya preparándome desde ya para cuando comience el sexto semestre en la universidad. Aún faltan unos meses para su inicio, pero podría ir pidiendo adelanto de libros y guías de los primeros temas con los que me toparé al entrar.

Luego de acabar con la charla pesada, que para cualquiera sería tildada de pesada menos para nosotros dos, me habla de unos partidos de futbol que estuvo viendo en la tele (Siempre finjo que me importa más de lo que en realidad lo hace porque sé que eso le entusiasma) y que compró boletos para asistir con los gemelos a la temporada completa de baloncesto regional. Después me pasa a mamá y aprovecho de contarle de la manera más indignada y exagerada que me es posible, las andanzas de los adolescentes en la fiesta del sábado. Le agrego más picante a la cosa para que se tome en serio lo de la movida jovial de hoy en día. Creo que después de haber colgado con ella logré persuadirla de que les echara el ojo con más frecuencia a los gemelos cuando se vayan de festejo con los amigos. No es que salgan mucho, pero en cualquier momento empezarán con el apogeo fiestero, y aunque tengo puesta mis esperanzas de que su atlético modo de vivir cree en ellos una animadversión hacia las farras nocturnas, no está demás estar prevenidos cuando se les tenga que acortar la soga.

Me siento un poco culpable por haber preocupado a mamá sin necesidad, pero no sé qué otra cosa más podía hacer si los gemelos llegaran a revelársele. A mí ellos no me hacen caso. Procuro ser la hermana estricta, a veces, pero cuando estoy con ellos no puedo parar de reírme, por lo que no me escucharían si llegara a regañarlos o a ponerlos en advertencia. Soy la mayor, pero me protegen siempre la espalda creyéndose superhéroes; de modo que, un comentario formal de mi parte sería tomado como una auténtica burla.

Hoy me levanto antes de que timbre la alarma. La lluvia se ha detenido estos días. Espero que los tiempos grises de tempestad hayan llegado a su fin, pero al percatarme de un leve ondeo en las cortinas del ventanal causado por un hilo de brisa que ha conseguido colarse por la esquina del cristal veo que una mañana brumosa está por avecinarse, por lo que se pudiera esperar algo de lluvia cuando se ponga el sol al horizonte.

Me he puesto mis deportivos con un pantalón negro ancho de tela de lino que he combinado con una blanca camiseta ajustable de cuello tortuga sin mangas. Ni jugando iba a irme en tacón a la oficina. Aún queda por darle a mis pies el mejor trato posible. Ayer estuve en medias todo el día y todavía los conservo hinchados, pero no tanto.

En cuanto entro a la oficina me detengo de golpe al ver la cara enrojecida de Olga. Se me viene súbita y diseminadamente a la cabeza el flash de un mensaje de ella en el celular que no abrí el fin de semana porque parecía estar muy largo. Al observarme se lleva un pañuelo a su tupida nariz y espero estar equivocada con respecto a lo que me estoy imaginando.

—Li-Lisandro lo canceló todo —balbucea en sollozos soplándose los mocos.

Olga en definitiva es un imán para atraer a idiotas.

—Pero ¿Por qué? ¿Qué pasó? —suelto mis cosas encima el escritorio y voy hasta donde está ella, entumecida en su silla y con medio cuerpo sumergido en el hoyo de su mesa. Me siento en el borde.

—Dijo que debíamos aplazar el viaje para otro día porque tenía mucho trabajo, pero yo sé que fueron sólo pretextos. Estaba muy extraño y no paraba de revisar su teléfono. Lo peor es que hasta el sol de hoy no me ha escrito ni llamado. Soy una estúpida —brama sonándose de nuevo la nariz.

—Tú no eres una estúpida. El imbécil es él. No te pongas así.

—No volveré a salir con nadie más. No pego una. Son todos unos ineptos —se saca con furor las lágrimas de la cara.

SPERO - Piso1 Cuerpo ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora