17. Amigos.

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—Bueno, aquí tenemos esta pequeña canasta—anunció Taylor con su mejor voz de presentador de un programa de juegos mientras uno de los voluntarios sostenía mi canasta.

—¡Oye! ¡Se puso mucho esfuerzo en eso!— exclamé mientras él simplemente me ignoraba.

Taylor puso los ojos en blanco. —Comenzaremos la licitación en 2 dólares.

—¡Taylor!

—5 dólares—dijo una voz detrás de la multitud.

Todos se dieron la vuelta con la esperanza de ver quién había hablado. Ya tenía mi suposición por la voz.

Jess se quedó allí con las manos en los bolsillos de su chaquetón de color amarillo. Me miró a los ojos y levantó la mano en un ligero movimiento. Hizo una broma sobre pagar por mi cesta, pero en realidad no pensé que lo haría. Sin embargo, estaba un poco feliz de que lo hiciera.

A mi izquierda, Rory arqueó las cejas sugestivamente hacia Jess pagando por mi cesta. Le saco la lengua, tratando de ocultar el sonrojo en mi rostro.

Sin embargo, mi madre a mi derecha miraba a Jess con recelo. Lo cual no tenía absolutamente ningún sentido para mí ya que pensé que en realidad le tenía mucho cariño.

Al no escuchar ninguna protesta o contraoferta, estaba listo para hacer mi camino hacia el frente para recoger mi canasta.

—Diez dólares.

Mierda. Me detengo en seco y me vuelvo hacia nada menos que Tristan Dugray, a quien pensé que había sido enviado a la escuela militar. Supongo que pensé mal.

Jess, ahora agitado y mirando a Tristan con una mirada furiosa, sube su oferta. —¡Veinte dólares!

—Veinticinco.—Tristán contraataca.

—Treinta.

—Cuarenta.

Mientras me dirigía hacia Tristan, para que dejara de pujar, escuché a Taylor hablar. —¿Hola? ¿Ninguno de ustedes ha visto lo pequeña que es esta cosa?

Tanto Jess como Tristan lo ignoran mientras continúan pujando por mi canasta. —¡Cincuenta!— dice Jess, desafiando a Tristan a ofertar. Mala idea de su parte.

—Cincuenta y cinco.— Él dice. Cuando notó que me acercaba a él, me envió una sonrisa perezosa. —Hola, Cassie.

—No me digas 'Hola, Cassie'— le digo enojado. —Deja de pagar.

Tristan pone los ojos en blanco hacia mí. Escucho a Jess de fondo subir la oferta a sesenta dólares. —¿Por qué debería parar?

—Podría golpearte ahora mismo— respondo acaloradamente. —Jess, estaba pagando primero—. Intento razonar con él.

Cherry | Jess Mariano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora