Cassandra Quinn tenía un plan de tres fases.
Uno, pasar sus exámenes.
Dos, graduarse de Yale con un título en derecho.
Tres, mudarse a Nueva York y trabajar como abogada.
Ese era su plan. Lo tenía todo planeado desde sus 10 años.
Pero eso fue an...
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Maria Quinn
Maria Quinn estaba pagando en el mostrador por su desayuno cuando recordó algo.
—Hola, Luke—. Llamó al hombre detrás de la caja registradora. Todo lo que hizo fue gruñir en respuesta. Como siempre lo hizo.—Solo quería agradecerte por enviarle a Cassie y Rory ese paquete de atención— agradeció.
Luke levantó la vista del registro con una mirada confusa. —¿El qué?
Jess, que estaba detrás de Luke con un libro en las manos, levantó la cabeza. Un libro que estaba segura de haber visto antes en la habitación de Cassie. —Luke, creo que tocaron la línea de flotación de nuevo— Le dice a su tío, señalando hacia un rincón del restaurante.
—Caray. ¡Tom, estás muerto!—Luke grita mientras se dirige en la dirección que señaló Jess. —¿Me oyes? ¡Muerto!
—¿Estás aquí para pagar?— preguntó Jess mientras presionaba algunos botones en el registro.
María ignoró su pregunta. —Luke no sabía nada sobre la comida, ¿verdad?
Jess no mostró si tenía razón o no. —Me quedé sin monedas, tendré que darte cinco centavos.
—¿Por qué?
Él suspiró antes de mirarla con una mirada furiosa. —¿Qué por que?
—¿Por qué le enviaste comida a mi hija?— Ella preguntó.
—No, idea de lo que está hablando—mintió.
—Deja de mentir.
Jess suspiró. —Mire, me estoy esforzando mucho para ser amable.
Eso la hizo retroceder. —¿Te esfuerzas por ser amable? No parecías tener ningún problema la otra noche— ella comentó.
—Porque Cassie estaba allí.
—¿Y qué? ¿Cassie es la buena policía?— ella comentó.
Sacó algo de cambio de la caja registradora. —Ella me dijo que fuera amable y ahora lo estoy haciendo— Él le entregó el cambio con una sonrisa falsa. —Que tenga un buen día, vuelva pronto.
—Escucha, no sé cuál es tu trato con mi hija, pero es mejor que no la metas en ningún problema—María le dijo con severidad.
Jess asiente con la cabeza con un saludo fingido. —Sí, señora.
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—¿Él realmente dijo eso?— Lorelai exclamó en su cocina.
María se pasó una mano por la cara. —Eso es exactamente lo que dijo— confirmó mientras le contaba a Lorelai lo que había sucedido con Jess esa mañana.
