Cassandra Quinn tenía un plan de tres fases.
Uno, pasar sus exámenes.
Dos, graduarse de Yale con un título en derecho.
Tres, mudarse a Nueva York y trabajar como abogada.
Ese era su plan. Lo tenía todo planeado desde sus 10 años.
Pero eso fue an...
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—¿Qué estás haciendo?—Dean preguntó con una mirada fulminante mientras se acercaba a mí fuera de mi casa.
Salí a buscar el correo y sacar la basura. La brisa fresca de la tarde golpeando mi rostro, haciendo que mi cabello caiga sobre mis ojos.
—Más bien qué estás haciendo tu aquí, Dean—. Lo corrijo mientras meto la gran bolsa negra en mi mano izquierda en el bote de basura junto al buzón. —Esta es mi casa después de todo. ¿Esperaste a que saliera?
—¿Sabes lo molesta que está Rory?—Hizo caso omiso de mi comentario. —¿Por qué tuviste que decirle esas cosas?
Cierro de golpe el buzón de correo ante sus palabras. Me giro hacia él, su tono acusador me pone nervioso rápidamente. Dean tenía una manera de hacerle eso a mucha gente. —Esas cosas, de las que estás hablando, que la molestaron tanto, esa es la verdad.
Sacude la cabeza hacia mí mientras da unos pasos más cerca. —¡No, no lo es!— Me dice, su voz elevándose ligeramente. —¡Te conozco desde hace años! ¡Querías ir a Yale!
—Sí, lo hice— estoy de acuerdo con él mientras cruzo las manos frente a mi pecho en una postura protectora. —Pero la gente cambia, y yo me voy a Columbia—le digo desafiante.
—Esto es por Jess, ¿no?— Escupió su nombre como si fuera algún tipo de veneno. —Él no es bueno para nadie en esta ciudad.
Apunto mi dedo a su rostro con una mirada furiosa y camino hacia él. —Será mejor que mires cómo hablas de él—, le advierto.
Se ríe amargamente antes de inclinar la cabeza hacia un lado.—Te apuesto a que plantó esa idea en tu cabeza porque quería que estuvieras en Nueva York con él.
—¡Eres increíble!— exclamo mientras pasaba una mano por mi cabello. —¡Esto no tiene nada que ver contigo! ¡No es como si yo fuera tu novia!
—Tienes razón, no eres mi novia—, comenzó con la mandíbula apretada. —¡Pero Rory sí, y ahora mismo está en casa sintiéndose molesta!
—Oh boo hoo—, digo sarcásticamente con el ceño fruncido. —Ella es una niña grande, Dean. No necesita que le beses los abucheos.
—No, pero cuando haya algo que pueda hacer para evitar que cuestione todo, ¡lo haré!— él grita de vuelta
Mantuve mis brazos abiertos con una sonrisa. —Bueno, no hay nada que puedas hacer ahora—, le digo con los brazos abiertos invitándolo a intentar cualquier cosa. Puedo ser como un Oompa Loompa a su lado, pero no me asustó ni un poco.
—Siempre hay algo que puedes hacer—, dice con aire de suficiencia mientras frunzo el ceño. —No puedes evitar que lo intente.
Me burlo de sus palabras y le envío una mirada fulminante. —¿Qué vas a hacer? ¿Romper mi formulario de aceptación de Columbia y obligarme a ir a Yale solo para que los sentimientos de tu preciosa novia no se vean afectados?— Pregunto sarcásticamente.
