38. Realmente me conoces.

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—Hola, mamá— dije mientras nos sentábamos en el sofá de la sala de estar. Teníamos la primera película de Rocky y la estábamos viendo atentamente.

Mi madre suspiró antes de agarrar el control remoto y pausar el programa. —¿Qué quieres?— Ella se vuelve hacia mí expectante.

Le envié una sonrisa demasiado dulce. —Mami linda,— empiezo mientras su rostro permanece sin cambios. —¿Crees que puedo ir a Nueva York más tarde?

Ella solo me miró por un minuto antes de estallar en carcajadas. —Lo siento, pensé que habías dicho que querías ir a Nueva York hoy—. Dice entre risas.

—Eso es lo que dije— le digo con calma.

Ella se burla de mí. —No.— Alcanza el control remoto pero lo agarro antes de que pueda. —¡Oye!

—Por favor— le pido a mi mamá. —Hay un concierto y tienen una gran alineación.

—No voy a dejar que vayas sola hasta Nueva York.

—Mamá—, arrastré con el ceño fruncido. —Por favor, esta es la única oportunidad que tengo.

Ella rodó los ojos hacia mí. —No seas tan dramática, estoy segura de que tocarán en otro espectáculo.

Antes de darme cuenta de lo que estaba pasando, solté una de las que probablemente fueron las peores mentiras de la historia. —Me voy con Tristán.

—¿No está en la escuela militar?— Ella preguntó sospechosamente. Mi madre, por alguna extraña razón, le cae bastante bien con Tristan. Probablemente porque nunca estrelló un auto conmigo.

—Sí, pero él está en un descanso durante el verano—. Mentí, hombre, era bueno en eso. —Él quería pasar el rato. Es por eso que esta es la única oportunidad que tendremos.

—¿Él quería pasar el rato? ¿En Nueva York?— Ella repite. —No sé, es tan lejos y no conocemos a nadie allí.

—Tristan tiene una tía que vive allí, son muy cercanos—. Intento convencerla. —Ella es doctora—, ahora solo estaba mintiendo.

Ella niega con la cabeza con un suspiro. —¿A qué hora tienes que irte?

No podía creerlo, en realidad me había dejado ir. —¡Gracias!— exclamé antes de envolverla en un abrazo. —Tendremos que estar allí a las siete, así que tendremos que irnos unas horas antes.

—Está bien, los llevaré a ustedes— Ella dice cuando sentí que la sonrisa caía de mi cara.

Aparto su sugerencia con la mano. —No tienes que hacerlo, ya tenemos los boletos para el autobús.

Ella levantó una ceja hacia mí. —¿Estás seguro?

—Positivo—, comencé. —Tomará el autobús desde Hartford y lo encontraré allí.

Cherry | Jess Mariano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora