70. Hasta luego, perdedora.

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—¿Cómo estuvo?— Jess me preguntó desde su lugar junto a la estufa cuando entré en nuestro apartamento. El lugar olía a café y pasta.

Durante el tiempo que habíamos pasado viviendo juntos, habíamos aprendido a cocinar algo para no morirnos de hambre o quedarnos completamente en la ruina comprando solo comida para llevar. Después de muchos problemas, principalmente huevos rotos en el piso y espaguetis quemados porque alguien olvidó agregar agua, finalmente logramos preparar con éxito comidas comestibles para los dos.

Dejo el bolso y el abrigo en el perchero junto a la puerta. —Lo mismo que la semana pasada— lleno dos tazas de café y me siento a la mesa. Conseguir una pasantía en una de las mejores firmas de abogados de Nueva York, fue difícil, pero mantenerme al día con todo el trabajo que me habían dado fue más difícil.

—Bueno, ¿te gustaría tener buenas noticias?— preguntó Jess mientras servía un poco de espagueti a la boloñesa en un plato para nosotros dos.

Suspiro y pongo mi cabeza en mis manos. —Después de este día, la noticia que necesito es que las Bangles volverán a estar juntos.

Se ríe ligeramente antes de dejar el plato frente a mí y tomar asiento en la mesa. —Bueno, es un poco menos emocionante—. Lo insté a continuar mientras tomo un tenedor de mis espaguetis. —El libro vendió dos mil copia.

Ante sus palabras, la comida casi se me cae de la boca abierta. —¿Dos mil?— Repito mientras asiente con la cabeza en confirmación. —¡Guau eso es increíble!— Digo con una amplia sonrisa en mi rostro.

—Lo sé— estuvo de acuerdo Jess mientras miraba su plato. —Va muy bien, mejor de lo que jamás pensé que sería.

—Solo sé que va a mejorar— digo con confianza. —Estoy tan orgullosa de ti, te dije que era genial.

El golpe en la puerta cortó la respuesta de Jess. Ambos volteamos la cabeza hacia la puerta confundidos. Traté de pensar si había alguien a quien se suponía que esperábamos.

—¿Rory?— Jess me preguntó mientras yo negaba con la cabeza. Se suponía que no vendría hasta la próxima semana.

—¿Liz?— Le pregunté si su madre podía estar aquí, pero él también negó con la cabeza. Hice un movimiento hacia la puerta pero Jess me detuvo con una mano en mi brazo. —No lo abras— me reprendió mientras levantaba una ceja. —Esto es Nueva York, podría ser un asesino en serie.

La persona al otro lado de la puerta tocó una vez más, impacientándose sin duda. —También podría ser Britney Spears, es Nueva York después de todo— le devolví las palabras a la cara mientras abría la puerta.

Un hombre estaba de pie al otro lado de la puerta. Llevaba un sombrero que cubría un poco de cabello rubio ralo. Tenía una cara que mostraba que no tenía más de 40 años y tenía ojos verdes que me confundieron porque sentí que los había visto en alguna parte antes.

Cherry | Jess Mariano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora