4.

1.1K 133 56
                                    

El resto del viaje había finalizado por ser uno demasiado tranquilo. Luego de aquel extraño suceso había despertado con un poco de hambre. Uzui no estaba por ningún lado donde él, como pudo, había visto cuando se levantó con un intenso ardor en sus glúteos. El avión seguía de pie, y según lo que le comentaron cuando preguntó, faltaban algunas horas.

Pero habían tocado tierra después de unas dos siestas que había tenido solo en la cama. Uzui lo había mandado a llamar de inmediato. Al parecer se había dado una ducha en los momentos donde él dormía, porque tenía un aroma de perfume a hombre distinto (o pudo pensar que tal vez tenía algún amante escondido por ahí que sin dudas le haría mucha gracia y le daría fuerzas para continuar), los cabellos hacia atrás y un vestido de etiqueta de otro color. La postura recta y firme, listo para descender, le hizo esconderse un poco. Él seguía con la ropa de dormir, y eso al parecer al hombre no le había dado más interés, así que bajaría de esa forma. Además, dudaba que, con el poder que parecía tener a sus manos, hubiera alguien más que no fuese gente de la línea del aeropuerto.

—Quédate cerca de mi al bajar, ¿bien?

—Sí —respondió por dos razones. Primero, el hombre estaba de espaldas y no había volteado a verlo, lo que daba indicios que sí o sí tenía que responder. Segundo, no quería recibir algún golpe más.

Este asintió contento con su respuesta al parecer. Las puertas se abrieron y dieron de lleno, él detrás de Uzui, con un nuevo panorama. Al parecer amanecía en aquel país. Él, a pesar de cuánto negaba la situación, no pudo evitar contemplar con asombro y encanto el nacimiento del sol desde la distancia. Aquella brisa fría que azotó sus mejillas pálidas, los árboles empinados de un tono verde oscuro, e incluso se alegró de manera interna al escuchar un idioma que no reconoció, porque eran situaciones que le hubiese gustado si no fuese por la razón por la cual estaba ahí presente.

No se percató que el hombre se había detenido a algunos escalones bajo si.

—Zenitsu, sé que es precioso, pero ven.

Mantuvo la mirada unos segundos más, en la búsqueda de fotografiar la hermosa y exquisita naturaleza que estaba tan cerca y lejos de él. Suspiró, comenzó a bajar y siguió de lleno a Uzui en silencio, quien había dado indicios de saludar a quienes fueran que estaban ahí. Él mantuvo la cabeza baja para intentar descifrar el idioma.

Lo identificó de inmediato cuando les oyó decir una frase típica. Un buenos días resonó por sus oídos y le hizo entender un tanto. Les saludaba. Aquel hombre bien vestido y que le tendió la mano a Uzui les había deseado buenos días.

Era español. Pero dudó. ¿Ese español era de España, o de otros países como lo podían ser México o Argentina?

No tardó nada para que le respondieran la pregunta que se hizo en la mente. Ninguno de los otros hombres se enfocó en él, pero estaba bien porque seguía como si nada, escuchando y recabando información.

Bienvenidos a Cartagena, Colombia. Es un gusto tenerles aquí, por favor, síganos.

Abrió sus ojos con curiosidad. Colombia. Ahí estaban. Entonces le habían dado un buen trayecto, la otra mitad del mundo. Comenzó a caminar para perseguir a Uzui. Seguro que se iban a ir de ahí lo bastante rápido para saber él qué cosas quería hacer ese jodido hombre. Conforme caminaba, sus ojos miraron todo el lugar. Tenía que encontrar un pequeño espacio. Una rotura que le permitiera quedarse solo unos cuantos minutos, tener un teléfono a disposición y poder marcar la embajada japonesa desde ese sitio para pedir ayuda.

Si tan sólo tuviera un teléfono la vida se le haría más sencilla. Pero no podía detenerse, ni pedírselo a Uzui porque era obvio que lo iba a negar. Así que tenía que ser algún residente del lugar. Alguien tenía que ser hospitalario, ¡Por algo se caracterizaban las personas hispanohablantes! Por ser caritativas y afables, y él decidió confiar en esa etiqueta que les habían dado. Seguro que los colombianos eran buenas personas y alguien le daría una mano amiga.

Uzui [UzuZen]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt