17.

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—Toma, come.

Luego de la intensa mañana fue que Uzui le había dicho que le haría algo de comer cerca de eso del mediodía. Él, desnudo en un sofá, pero cubierto por una manta gruesa, aceptó en silencio lo que le brindaba. Lo devoró mientras escuchaba la película de niños que transmitían por la televisión. Aquello le mantenía tranquilo. En realidad, la mañana entera pareció serlo. A Uzui se le quitó aquel mal sabor de molestia y se encontró bastante tranquilo en la cocina.

Se rió al ver la película animada sin notar la mirada de Uzui puesta en él. Sin embargo no hubo problema. El hombre pronto se sentó cerca suyo para también comer algo, y esa vez le dejó en el mismo canal aunque por palabras suyas, sabía que no le gustaban las películas para niños. Le pareció un acto... bondadoso de su parte. Masticó contento antes de escuchar un quejido. Uzui también lo hizo y le miró.

—Vengo ahora. No te levantes, ni vengas —ordenó.

Ante su mirada tuvo que asentir antes de comenzar a experimentar una presión burbujeante en su estómago. Aquel hombre había despertado seguro, y no quería ver el desastre de ser humano que podía ser bajo las torturas de Uzui. Se lamentó de su falta de voluntad, pero...

No se metería en problemas por un desconocido.

Uzui se fue de ahí sin quitarle los ojos de encima hasta que se adentró al pasillo que guiaba al otro baño que él no usaba. Aunque la curiosidad volvió a picarle la planta de los pies, se obligó a permanecer allí y rogar porque al hombre no le diesen las ganas de jugar con su, ahora otro, secuestrado porque no sólo ese hombre la pasaría mal, Zenitsu también lo haría. Permaneció bastante desconcentrado por desear oír o divisar algo distinto, pero el silencio fue lo bastante fuerte como para que otro sonido que no fuese el tenedor en el plato y la película animada fuesen apenas notables.

Menuda mierda.

Uzui regresó a los minutos y él apartó la mirada con susto. Este se sentó y ambos comieron en silencio. Durante el proceso no se volvió a escuchar nada más, así que decidió sacarse de la mente el tener que pensar en ese hombre que estaba en lo que parecería ser el baño ajeno al suyo. Por eso era que lo había escuchado tan cercano esa mañana.

Al terminar de comer se sentó de mejor forma. Observó con cuidado al hombre en el otro sofá y notó que también ya había ingerido todos los alimentos que había cocinado. Se levantó con algo de miedo acerca de su desnudez, también del estado de ánimo de Uzui y recogió el plato.

—Déjalos en el fregadero, los lavaré yo.

—Mmm, tal vez... puedo hacerlo yo.

—No, Zenitsu. Lo haré yo y da por terminado. No insistas.

Asintió ante sus palabras y colocó después los platos donde le indicó. Se fue a la habitación y se puso ropa interior. Le daba algo de pena estar y pasear desnudo por la casa. Cuando se acercó a la sala dudó en hacer aquello, pero decidió tomar valor y decidir ganarse un poco más de su confianza. Con cuidado se acercó a su lado y optó por sentarse encima de sus piernas. El asombro recorrió los ojos de este, pero le aceptó gustoso.

—Que lindo, acomódate aquí —susurró.

Le hizo sentarse en medio de sus piernas. Zenitsu observó como agarraba las mantas que tenía antes y le cubrió el cuerpo. Entonces se acomodó en su pecho con la mente ida en pensar en que no debería haber hecho eso. No obstante supo que tal vez era un buen paso hacia adelante. Necesitaba que confiara en él.

Se movió un tanto para volver a acomodarse, pero mierda.

—Ey, no te muevas tanto.

Mantuvo su cuerpo quieto unos segundos porque aunque no quiso, su interior le dijo bien que era lo que podía pasar. Entonces prefirió acomodarse de lado y descansar el costado de su cuerpo en su torso porque le pareció mejor idea y además estaba más cómodo. La idea de mantener su cabeza en uno de sus pectorales y poder ser capaz de escuchar el retumbar de su corazón le hizo sentir un remezón en todo su cuerpo de nervios. Estaba tan cerca y quizás, en un futuro, Uzui podría bajar la guardia.

Uzui [UzuZen]Where stories live. Discover now