Final.

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Despertó por los gritos.

Rengoku se sentó en la cama porque no entendía lo que estaba pasando. Visualizó a su amigo de inmediato y pasó sus manos por sus ojos porque no podía ver muy bien que se dijera. Obanai estaba delante suyo, con una preocupación extraña que no supo a qué se debía. Su corazón comenzó a acelerarse debido a un mal presentimiento que le hizo sudar.

—¿Qué pasa?

—Hay... Hay una mala noticia —susurró con aparente agobio— y tiene que ver contigo.

—¿Qué ha pasado? —dijo con un aliento y cuando vio que no le contestaba, se levantó en serio—. ¿Qué ha ocurrido, Obanai?

Observó la hora en un reloj. Apenas había pasado sesenta minutos desde que había dejado su casa y había plantado sus pies en el hogar de su compañero. La palidez en el rostro ensombrecido de Obanai no le daba nada de buenas vibras, ni tampoco le gustaba la manera en la que sus ojos estaban desorbitados y parecían mirar a todos lados. Rengoku estaba sintiéndose mal y no sabía que ocurría. Le agarró de los hombros, con violencia, puesto que parecía que se había quedado sin cuerdas vocales y no emitió sonido ninguno. Al notar que no le decía absolutamente nada cuando estaba tan trastocado, un estímulo atrajo su atención cuando escuchó el ruido de la televisión y salió para saber si acaso estaba relacionado con él. Cuando sus pies dieron con la pantalla que estaba posada encima de la coqueta en la sala, un sentimiento helado detuvo su cuerpo. La luz de la pantalla impactó su rostro de manera salvaje y el contenido de la noticia explotó en sus ojos.

Joder.

La imagen enfurecida de un violento fuego alzándose como rascacielos en una casa fue lo único que se reflejó en su rostro. Naranja, rojizo y de color negro debido al humo. Varado como si no supiera qué hacer, Rengoku contempló horrorizado la noticia que daban en el canal nocturno. No sabía de quien era, sin embargo una angustiante sensación se desplegó por todo su rostro. Una sensación de debilidad azotó sus piernas y tuvieron que sentarse. A su lado, apenas Obanai se había acercado y también observaba con susto las noticias.

—Joder, que horrible. La casa está por completo en llamas —soltó en un suspiro.

—A las casas hoy día no les toma mucho incendiarse por completo. Incluso, en menos de diez minutos ya están sumidas en el fuego.

Rengoku asintió. Tomó un respiro para relajarse. Por unos segundos había experimentado un crudo dolor debido al susto de haberse levantado con tanta fuerza. Obanai era una persona que no tenía consciencia ninguna ni un poco de tacto al despertar a los demás. Observó el suelo y se estiró. Bueno, no tenía una respuesta al hecho de que le hubiese despertado de esa manera para informarse de un incendio, pero creyó que era mejor acostarse a dormir de nuevo. Se levantó y se estiró antes de querer regresar. Su amigo se interpuso en su camino.

«Rengoku... ¿No te has dado cuenta?

—¿Uh? ¿De qué?

Obanai señaló la televisión, siendo precisos, se enfocó en el área de la información que había omitido debido a la curiosidad de las imágenes presentadas. Entonces se volteó y leyó un tanto. Rengoku sintió que los vellos de su cuerpo se alzaron con frío, que sus piernas volvieron a temblar como nunca y se quedó varado en la nada cuando su cerebro hizo conexión neuronal y logró procesar la información que se encontraba ahí plasmada. Aquella dirección, aquella casa, esas personas... Eran las de su hogar.

Observó anonadado cómo los cimientos de su casa se quemaban y se derretían al combatir el fuego. Los bomberos intentaban apagar el incendio, pero no rendía frutos. Se acercó cada vez más a la televisión. Estaba... congelado.

Naabot mo na ang dulo ng mga na-publish na parte.

⏰ Huling update: May 14 ⏰

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