16.

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No entendió lo que había pasado.

Estaban tranquilos esa noche, pero de repente el sonido a lo que supo que eran disparos les hizo abrir los ojos de repente. Uzui había dado un brinco en la cama y le vio sacar el rifle del armario a su lado en cuestión de algunos segundos. Zenitsu mientras, no tuvo ni idea de dónde meterse porque se había escuchado cerca. Claro que estaban dirigidos hacia el hombre a su lado. La casa más cercana a ellos estaba a unos, creyó, cinco kilómetros. No estarían con las balas al aire si no fuera porque supieran que estaban cerca de su objetivo. Observó con miedo al hombre que observaba por la rejilla de la ventana, cauteloso.

—¿Uzui?

—Quédate aquí, lo más escondido posible.

—P-pero-

—Pero nada —interrumpió con molestia—. Hazme caso, siempre sales bien cada vez que te lo digo. Mantente en el piso, en silencio. Iré a verificar.

El hombre le miró una sola vez, y eso le bastó para hacerle caso. Se acostó en el piso, cerca de las orillas de las sábanas para poder camuflarse con las telas y la oscuridad. Uzui asintió y salió de ahí con un paso ligero, pero imperceptible. Él sintió su corazón apretado en su pecho, y rogó porque las cosas acabaran rápido, si era que acaso el tema de la balacera tenía algo que ver con ese hombre.

Había tenido el leve pensamiento de que era mejor que Uzui muriera ahí. Que así podría irse, y aunque estaba en un país extranjero donde no conocía el idioma, como quiera podría intentar el contactar con la embajada japonesa de dicho lugar. Sin embargo le llegó otro pensamiento intrusivo que le hizo detener el hilo que tenía su mente.

Si a Uzui lo mataban... y esas personas se enteraban de su existencia, o si ya la sabían, ¿Qué le tocaría a él? Dudaba muchísimo que en serio le gustara a alguien. Él no era mujer, ese «privilegio» no lo tendría en caso contrario. Aunque en realidad dudó muchísimo de que las féminas tuvieran algún beneficio que no fuese ese que él tenía. Las mujeres muchas veces eran vendidas para ser prostituidas y así hasta que ya acabasen con sus vidas o la edad lo hiciera con ellas.

Zenitsu, como era hombre, tal vez podría ser torturado hasta la muerte, podrían vender sus órganos u obligarlo a trabajar de manera exhaustiva hasta también morir siendo un esclavo. Cualquier lado que viera, a cualquier esquina que se dirigiera, veía lo mismo.

La muerte.

Con Uzui el destino era bastante aleatorio e improvisto. No tenía idea alguna de lo que le iba a tocar. Parecía que el futuro movía una ruleta y entre las distintas opciones que le tocaban, se debatían en lucha la vida y la muerte. Sin embargo tenía algo bien en claro. Podría escapar. Alguna vez podría irse porque quizás Uzui le dejaría ir. Por alguna razón no se veía muriendo sí o sí en sus brazos. Así que procuró esconderse bajo la cama por si acaso. Colocó su mejilla en el piso, que poco a poco se ensuciaba de polvo y algunas envolturas de caramelos que se llevaba Uzui durante las noches. Era tan flojo que ni siquiera podía tirarlos donde correspondían.

Su cabeza chocó en contra de la cama cuando escuchó par de tiros de nuevo. Se cubrió los ojos con las manos y apretó los dedos en sus párpados.

El tiroteo no se detuvo hasta lo que él sintió fueron cinco minutos. Entonces, una densa capa de calma arropó la zona. La noche se mantuvo tan fría como de costumbre, tan silenciosa como lo podía ser una casa en el campo, en la cima de las montañas. Salió con suavidad de debajo de la cama y se levantó como una oruga. Poco a poco colocó el talón primero y luego todo el pie para hacer el menor ruido posible. La oscuridad de la casa y los pasillos le hicieron sentirse inseguro. Dio otro salto asustado cuando la puerta resonó con un azote brusco.

Uzui [UzuZen]Where stories live. Discover now