20.

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Aunque había aceptado sólo un poco más su rol, Uzui seguía yendo todas las noches a ese bar que desconocía. Al principio intentó no darle importancia alguna. Se había quedado solo, una noche aleatoria, con sus pensamientos y con el enojo que le producía la situación. Sabía bien que él se veía con alguien más, y tenía bastante en cuenta que era una mujer. No había que ser adivino para tener presente ese olor a cereza que tenían sus ropas por el lado del cuello, ni de los labiales rosados de gloss que se quedaban prendados a las telas. Uzui se había estado llevando su ropa desde que había comprado esa jodida casa y le había llevado, pero un día había traído una lavadora, y ahora a Zenitsu le tocaba ese trabajo. Por él, problema no había. Después de que el delincuente ese se iba, Zenitsu no tenía mucho que hacer si no fuera pasar el tiempo con la pregunta de si se habría muerto el señor del baño. Muchas veces olfateaba de manera intensa y profunda cerca de esa puerta para saber si había algún olor a podrido que le indicase que estaba muerto, no obstante el silencio le daba la espina de que ya se había ido del mundo hacía suficiente tiempo y que tal vez era siquiera posible que ya no estuviera ahí dentro. Cualquier cosa, Uzui no le dejaba ir a ese baño.

Sacudió la cabeza. La tenía repleta de pensamientos intrusivos que no le dejaban en paz. Odió tener que experimentar la misma pregunta repitiéndose en un ciclo infinito donde no sabía que contestarse a él mismo. Bueno, estaba loco, de eso no había duda, sin embargo Uzui no era un pan de Dios, y él también actuaba extraño de vez en cuando. No entendía las razones de Uzui de irse cuando había tenido que ser lo más sumiso posible esa semana. Había permitido de todo. Desde besos esporádicos que le daba, folladas en el sillón y la mesa de la sala del comedor, mamadas en el baño y palabras soeces que, ahora que estaba frío, le daban asco y vergüenza porque no sabía cómo Uzui era capaz de creerse y sentirse tanto como para soltar esas palabras.

Y aún así con eso, con tener que sonreír cuando no quería y llorar en silencio cuando se daba las duchas, el imbécil bastardo de Uzui seguía con sus malditas fiestas. ¡Era obvio! Claro, Zenitsu debía ser el único mediocre, quien tenía que pasar todo el horrible día metido en esas cuatro paredes, viendo el mismo canal de televisión, comiendo todas las horas y escuchando del silencio. ¡Era miserable! No podía evitar hilar eso con su maldito rostro. Seguro que lo hacía también por esa razón, para hacerle sentir mal, para que supiera que no iba a escapar de ninguna forma.

Pero tenía que continuar. Lo sabía. A las primeras veces que le diera la gran oportunidad de salir, encontraría una manera de fugarse. Lo haría de tal forma, que no serían de importancia los hombres que lo acompañaban, Zenitsu lograría irse, y jamás regresar. Sería su sueño cumplido, sería su más extravagante hazaña y su gran logro. Mientras, mantendría todavía un perfil bajo.

Aunque... aunque se sentía un tanto atraído.

Chocó sus manos contra sus mejillas con tanta fuerza como enojo. Era obvio que comenzaría a sentirse atraído a Uzui a pesar de todo. No era poco atractivo, ni tenía mal cuerpo, además de que era (o bueno, no tenía más experiencia además de él) bueno al tener relaciones. Era la única persona que había visto durante algunos meses, ya que, ahora que lo pensaba, llevaba como tres ahí metido. Sin dudas, lamentó haber perdido la noción del tiempo y la fecha. A pesar de que la mayoría del tiempo el ruido del televisor se encontraba tras sus oídos, poco caso hacía. En realidad, pensaba más en las acciones que haría el hombre a su lado que en saber qué jodido día era del año.

Le entró un tanto de hambre y se levantó de la cama. En silencio se guió a través del pasillo que encendió sus luces mientras caminaba hasta la cocina. Al estar ahí fue que soltó un grito al ver a alguien más intentando entrar a la fuerza a la casa. Su corazón bombeó tan rápido que sintió un fuerte mareo que le hizo temblar. El implicado rompió una de las ventanas y Zenitsu no supo qué hacer. Ahora, justo cuando Uzui no estaba, le pasaban esas cosas.

Uzui [UzuZen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora