25.

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Pensó que era demasiado temprano como para rememorar lo que había sucedido. Al abrir sus ojos no supo descubrir la razón por la cual no estaba en la habitación que compartía con Uzui al llegar a la residencia de su compañero. Movió con lentitud su cuello rígido y se percató, por el dolor, que había estado durmiendo de esa manera durante un muy buen tiempo porque le dolía de manera horrible. Apretó sus ojos con fuerza. Una luz blanca encima suyo era lo único que pudo divisar entre un mar negro de oscuridad. El sonido hueco de una silla de madera fue combinado con el ruido suave de unas sogas de fibra que lo apresaban en contra de esta.

Un momento...

La pregunta de dónde se hallaba se quedó en el aire, flotando en su mente con letras blancas y fantasmagóricas. No supo responder a esta porque no había nada más alrededor que le pudiera contestar ese hecho. Como había visto, lo único que podía reconocer era un mar de oscuridad que se expandía desde la orilla de la luz hacia adelante y no permitía que pudiera examinar qué había más allá de él. Su corazón empezó a bombear. Rápido, fuerte. Agudizó su audición con el único pensamiento de desear conocer un tanto más del ambiente en el que se hallaba y se sintió sudoroso, frío.

Entonces, el sonido de unas ruedas le hizo dejar de respirar. Justo de detrás suyo apareció como por arte de magia una mesa. Unas manos fuertes, un torso cubierto y Uzui le contempló de inmediato, algo que le asustó como nunca. Este, con la luz blanca que iluminaba su cara, sonrió hasta las orejas.

Zenitsu miró sus ojos.

—¡Por fin! Me alegra que hayas despertado, Zenitsu. Estaba tan impaciente por lo que he pensado, que si pasaba un minuto más y seguías dormido, te iba a despertar.

Abrió sus labios e intentó decir algo, pero a pesar de que recordó que había bebido agua como un jodido perro, se sintió deshidratado.

—Ven, a beber agua. Seguro estarás muy sediento.

Antes de que pudiera reaccionar Uzui le tomó de la parte posterior del cuello y sintió un torrente de agua tibia meterse a su boca, salpicar su mandíbula y caer por su garganta. Cerró sus ojos y aceptó beber la mayor cantidad hasta que no pudiera más. Luego de eso Uzui apartó el vaso y secó con una servilleta su rostro. Este desapareció con la oscuridad sólo para acomodar la mesa delante suyo. Un burbujeo conocido le hizo tensar sus piernas al ver los distintos objetos en la mesa. La luz, el sonido de su propia respiración, la sensación a que algo malo iba a pasar, todo se le unió como un huracán y removió su seguridad.

Los ojos rojos de su captor se fijaron en él.

—Zenitsu, he cambiado de habitación porque quiero terminar mi castigo contigo.

¿Uh? ¿Cómo que terminar su castigo? ¿No lo habían terminado ya hacían algunos días? Abrió sus ojos con severa sorpresa y terror. Oh, no. Eso significaba que le tocaría sufrir más de lo que había pasado.

—Yo... lo pensé mucho, pero creo que aún cuando veo tus ojos, no te he convencido que sería capaz de hacer cualquier cosa con tal de amarrarte a mi lado. Todavía tienes esos ojos soñadores, todavía tienes esperanza guardada en ti y soy muy egoísta como para querer verte feliz si no es entre mis piernas. Así que, lo haré. No quiero ver que seas feliz sin mi, no quiero verte sonreír si es porque estás pensando en irte. Te convenceré. Hoy no querrás irte jamás.

Soltó un aullido de susto, pequeño y frágil. Sus extremidades se sintieron congeladas y el oxígeno no lograba llenar por completo sus pulmones. Con los ojos desorbitados por el terror observó que este tomaba unas delicadas pinzas que estaban conectadas a cables en una máquina. ¿Qué era eso? No supo identificar el equipo que era y le resultó aterrador. Notó que la encendió y le observó.

Uzui [UzuZen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora