Aventurado en una misión policíaca donde le aseguraron que su papel iba a ser vital, Zenitsu vio su derecho humano de dignidad que, según los demás era inviolable, ser violado. Con las manos atadas y la consciencia libre de saberse siendo un rehén, terminará embarcándose en un viaje de no retorno donde la manipulación, los síndromes psicológicos y un tal "Uzui" lo utilizará como un objeto, cosificándolo y jugando con su cuerpo como le venga en gana. Porque Uzui era mentalmente inestable, y ahí se lo iba a llevar también. A su perdición.