35.

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Zenitsu se movió, con cuidado. Dejó que sus ojos revolotearan de un lado a otro cuando se percató de lo que había hecho sin querer. A su lado, Uzui no estaba, así que por el momento estaba bien. El rubio observó a la nada antes de temblar aterrorizado.

—Oh, ¿Lo hice?

Miró las sábanas e ignoró los rastros de sangre que habían en ella porque en realidad estaba más preocupado de que Uzui se enterase de que había mojado la cama con orina. No sabía la razón por la cual lo había hecho, pero estaba en serio arrepentido. Se levantó a pesar del dolor en su cuerpo y sacó las sábanas para sustituirlas por otras. Las dejó en el piso y buscó con algo de desesperación las que posiblemente estaban en alguna zona de la habitación. Cuando la buscaba, la puerta se abrió. Zenitsu se sintió tenso, pero no pudo evitar ver algo... tierno. Un oso de peluche que estaba a la distancia le llamó la atención y lo acogió.

—¿Qué haces?

Lo apretó en contra de su pecho y se giró. Ahí sintió un terror inexplicable.

—Sólo quise tomar este peluche —susurró con los ojos caídos. Los zapatos del hombre entraron en su campo de visión y observaron el objeto.

—No sé ni de quién es, quédate con él entonces.

Una gran sonrisa se formó en su rostro.

—Gracias.

Dió algunos saltitos emocionados. Sintió que Uzui se quedaba mirándole con una expresión extraña que no pudo identificar. Zenitsu entonces apretó de nuevo el peluche. Era bonito y tierno y le daba mucha paz. Decidió concentrarse en el objeto, porque la verdad era que recordaba que hubo algún tiempo en su vida tuvo un peluche parecido.

Uzui aclaró su garganta.

—Bueno, a comer. Traje algo.

—¡Gracias!

Uzui volvió a mirarlo extrañado.

—¿Te sientes bien?

—¡Sí! Tengo un nuevo peluche, estoy contento, gracias.

Parecía no querer hablar más. Ambos se sentaron en la cama, que ahora no tenía ningún tipo de sábanas y el hombre puso unas bolsas en esta. Le miró unos segundos con expectativa por saber qué había comprado, pero el hombre se mantuvo callado antes de decir algo.

—Yo... ayer me porté muy mal —susurró. Zenitsu dejó de sonreír y de apretar el peluche—. Hace tiempo que no era así contigo, te has comportado muy bien últimamente y... ayer sólo te sentías mal.

Ladeó la cabeza. Era raro. Los mayores nunca se disculpaban con alguien menor como él. Se encogió de hombros. Tenía hambre. Movió sus piernas de un lado a otro.

—No importa. ¿Qué compraste? Tengo mucha hambre.

Le vio arrugar la cara con un gesto fuerte.

—Es... la primera vez dentro de años que quiero remediar las cosas con alguien —se sinceró. Zenitsu miró las bolsas, ansioso por comer algo. No le importaban las disculpas de Uzui. Su estómago rugió e hizo un puchero de manera inconsciente—. Te hice mucho daño también. Quizás no lo creas, pero... tú a mí me gustas en serio, Zenitsu. Me pareces precioso y me gusta cada parte de tu cuerpo.

El rubio le observó.

¿Cuándo iban a comer?

«Por eso... quisiera dis... disculparme. Sé que nada podría hacer que mi comportamiento se te olvide, sin embargo me gustaría ser mejor para ti».

Joder.

Zenitsu jugó unos segundos con el peluche.

—Bien, perdonado.

Uzui [UzuZen]Where stories live. Discover now