26.

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Había pasado algún tiempo desde que ocurrió el castigo de Uzui. Zenitsu había permanecido en esa habitación desde ese momento, tranquilo, en silencio y durmiendo la mayor parte de todos los días. El hombre había permanecido muy cercano a él. En realidad se quedaba la mayor parte del día cerca suyo, haciendo nada, pero estaba ahí. Aunque algunas veces salía y para su muy mala suerte podía percatarse del insoportable olor de perfume femenino le quemaba las fosas nasales con una profunda molestia. La razón principal se hallaba en que Uzui entonces se encontraba con mujeres para acostarse con ellas y la segunda era porque él sí podía salir, y Zenitsu debía quedarse ahí aburrido, dejando que el tiempo pasara lo más rápido posible para que pudiera de nuevo irse a dormir.

Una de esas silenciosas tardes donde Zenitsu dejaba caer con suavidad sus párpados para buscar el sueño, la puerta se abrió. Permitió ver con curiosidad a Uzui a la distancia, que se acercó a él sin siquiera cerrar la puerta. Dirigió sus pasos hacia un armario pegado en la pared y le notó sacar una de las tantas ropas que había llevado todas las mañanas. Allí agarró algo que contenía brillantina de color negro y vuelcos.

Se lo tiró.

—Ponte eso.

Ignoró el terror que le dió el hecho de que aquello no era ropa decente y optó por hacerle caso sin emitir palabra alguna. No supo por dónde empezar, pero buscó la forma de ponérselo. Uzui también le tiró unas medias transparentes negras y un collar. Sus manos temblorosas por el hecho de que parecía que algo extraño iba a pasar no le permitieron colocarse el conjunto tan atrevido y poco recatado que le había dado. El hombre se le acercó para ayudarlo a ponerse la «ropa». Con Uzui siempre temía, pues venía con ideas distintas y peligrosas y Zenitsu tenía que acatarlas.

Se halló con un set de dos piezas compuesto por cintas de tela suaves. El primero iba en la parte de arriba, cubriendo muy poco su cuello, la parte de abajo de sus tetillas, debajo de sus axilas y la espalda. Había que aclarar que sólo eran cintas, por lo tanto la mayoría de su piel estaba expuesta. En el cuello y clavícula había una preciosa flor de color oscuro y bordes de oro. Esas mismas flores iban por debajo de sus pectorales, llegando un poco más arriba donde se encontraban sus axilas. El hombre lo acomodó en su espalda y siguieron con la parte de abajo. Ahí se avergonzó de ver que quitaba la ropa interior, dejándolo desnudo. La parte de abajo entró en su cuerpo como una tanga. Sólo una cinta rodeó su entrepierna y llegó hasta su trasero.

Había una flor, asimismo como la que tenía en el cuello, cerca de su miembro que era aguantada por otras dos cintas que rodeaban sus caderas y su cintura, atándola con la cinta de la parte de abajo. Luego de ello se hallaban los vuelcos circulares atados desde la flor hasta sus glúteos que cubrían sólo un poco de sus muslos y su trasero, pero sólo un tanto, porque no cubrió nada en realidad. Uzui le colocó las medias hasta las pantorrillas y luego el collar. Le notó las pupilas engrandecidas y pareció lamer sus propios labios.

—Ven.

No preguntó a donde iban aunque la curiosidad le matara por dentro porque sintió que no tuvo el derecho de hablar y que podría recibir otra bofetada de vuelta. Uzui esperó a que se levantara y haló la cadena. Provocó que se tambaleara y tuviera que recomponerse con rapidez antes de irse detrás suyo. Se halló con un mundo nuevo delante de sus ojos. La mayoría del lugar era claro y hermoso. Con el piso de mármol blanco, paredes cremosas de piedra y arriba de ellos algunas lámparas de cristal en forma de gota que se hallaban encendidas. Sin embargo el ambiente se vio silencioso, sin que nadie se paseara por allí. Le guió por un largo pasillo que pasó puerta tras puerta y, al doblar a la izquierda Uzui abrió una distinta. Vio un centenar de escaleras que, para su pesar, tuvo que subir a cuestas y dolencias.

Luego de subir y subir se detuvieron en lo que pareció ser el cuarto piso. Uzui abrió la puerta y se encontró para su mala suerte con lo que le dio vibras a parecer un casino. Aquel, parecido donde había peleado a muerte con Suma. El terror le detuvo a pesar de que habían personas que les habían echado el ojo. Uzui se volteó al notar que no se movía.

Uzui [UzuZen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora