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Advertencia: contenido sensible y menciones de actos sexuales no consentidos. Si es muy sensible, puede no leerlo.

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La operación había salido bastante bien. Claro, no dudaba de que al doctor le había sudado la gota gorda cuando había visto a Uzui con un arma fuera de la sala de aquel hospital que dudaba que fuera oficial, y a él incluso se le había erizado el vello de los brazos cuando le escuchó decir que si moría, el médico iba también para la tumba. En realidad había temido mucho por su vida al estar encerrado en ese sitio, sin embargo el procedimiento quirúrgico había transcurrido en un abrir y cerrar de ojos. Estaba acostado, con una manta blanca y la ropa azulada. Se sentía desnudo, presentía que también lo estaba. Al parecer habían alquilado por algunas horas el lugar.

Uzui estaba sentado al lado suyo. Se levantó cuando notó que abrió sus ojos y se acercó a la orilla de la camilla. Sólo se vio como un pepinillo oscuro y gigantesco que lo saludaba.

—Zenitsu, ¿cómo te sientes?

—Mareado —susurró cuando se acomodó en la cama. Se sentía liviano, como si estuviera en otro lugar—. Ah, ¿dónde estoy?

—En el hospital.

Se movió un tanto. Sus ojos borrosos se fijaron en el techo. Dio un giro para ver bien al hombre que de pie se le mantenía cerca.

—Supongo que estás bajo el efecto de la anestesia —susurró. Él entendió un poco.

—Uh...

La verdad era que las cosas se veían un tanto extrañas. El mundo parecía contraerse y atraerse. Parecía ser más pequeño y grande conforme se enfocaba en lo que quería. Sintió que el hombre lo agarraba de la mano que recién estaba operada y comenzaba a mirar su estado.

—Se ve bien. Me alegra. ¿Puedes moverlos un poco?

Lo escuchó distante, y le miró. Le hizo caso y movió un tanto los dedos.

—Que grande eres —susurró—. ¿Eres Uzui?

—Sí, lo soy, ¿por?

—Uzui es cruel conmigo, por favor... sácame de ahí, él... él me tiene y... pareces un pepino.

Comenzó a reírse y se alejó un tanto para seguir mirando los objetos en aquella sala. Uzui permaneció en silencio.

—Cuando salgas te daré un lindo castigo, eh.

Volvió a reírse. Le observó.

—¿Me va a dar en el trasero? Uzui lo hizo, y dolió mucho.

—No será con el cinturón, ni con la mano.

—¿Y con qué?

—Ya verás. Duerme.

Él le recomendó aquello y eso intentó porque la verdad era que todo se veía muy extraño. Conforme a pasaron las horas él pudo salir, aún algo aturdido por el paso de la anestesia en su cuerpo. Según había escuchado, también habían arreglado su problema en las costillas, por ende tendría que tener más cuidado de no abrir las heridas. Cuando regresaron a la casa Uzui le cocinó algo liviano que él devoró con rapidez, porque por alguna razón la comida del hospital no tenía nada de sabor y parecía saltar en su lengua con tal de no llegar hasta la garganta.

A la mañana siguiente se hallaba diferente. Estaba ya sin la anestesia y podía ver las cosas como eran. A diferencia de lo que recordaba, se encontraba en un estado pleno de nitidez increíble donde podía enfocarse en los objetos y no sentir que se harían grandes o pequeños de la nada. Pensó que el cuerpo humano era increíble y agradeció ahora poder encontrarse consciente de las cosas que hacía o lo que decía. Con cuidado se despojó de las sábanas porque se había percatado de la presencia pesada de Uzui a su lado, y por la manera en cómo roncaba, estaba en el sueño. Se sentó lo más lento posible, pero eso no evitó que sintiera que lo agarraba.

Uzui [UzuZen]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu