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De manera afortunada para Zenitsu y siendo un acontecimiento casi increíble, la secuencia de sucesos que de repente había ocurrido en su vida habían salido bastante bien si le preguntaban. Uzui no había aparecido mediante todo el proceso de viaje, ni siquiera antes. Se preguntó que le habría sucedido por el camino porque claramente si hubiese tenido la oportunidad no la hubiera desperdiciado. Luego de haberse desmayado debido al intenso dolor debido a la bala en su abdomen, no tenía otros recuerdos posteriores más que confusas lagunas mentales donde mucha gente gritaba, hablaba y se movía de un sitio a otro. El saber cómo había llegado a la camilla del hospital seguía siendo todo un misterio que nadie le había clarificado hasta el momento. Con las cosas que había hecho y los procesos tan repentinos y veloces no le habían dado el tiempo suficiente para acostumbrarse y hacerse preguntas fundamentales. ¿Qué había ocurrido con Muzan y los demás? ¿Cómo era que esos guardias que ahora le ayudaban no estaban de lado de la corrupción si estaban en Colombia? No deseaba menospreciar las oportunidades que ahora tenía al alcance, pero se le hacía muy extraño todo el asunto a pesar de las buenas intenciones que demostraban los demás con él.

En cuestión de varias horas se encontraba en el aeropuerto de un país desconocido a la vista. Según la abogada le había informado, iría a un campo remoto donde se aceptaban, de vez en cuando, a extranjeros desconocidos para que vivieran allí en el este de Europa. Una comunidad donde todos se conocían y realizaban actividades. Zenitsu, con un vendaje bien limpio colocado en su abdomen y con una palidez enfermiza debido a los recuerdos de los viajes que había tenido fue que aceptó la ayuda de una muchacha que se iba a quedar con él de ahora en adelante para ayudarlo. Era conocedora del idioma predominante en la región y en realidad, pertenecía a una agrupación profesional de agentes de seguridad.

Se llamaba Tamayo, recordó.

Paso tras paso y delante del alba, fue inevitable recordar la primera ocasión en la que había puesto pies en las tierras de Colombia. Aquella ocasión en donde Uzui le había esperado y le decía que lo mejor era no escaparse. Con esa mirada oscura que le generaba un torrente de nervios y su voz fuerte que demandaba siempre tener la razón. Su imponente figura que le perseguía y sus violentas palabras que le asustaban. Un susurro del viento le hizo respirar con rapidez debido al temor que de ahora en adelante iba a tener. Un toque en su hombro le hizo apartarse de inmediato. Se giró con violencia para ver a Tamayo detrás de su cuerpo. Ella alzó sus manos con inocencia.

-Lo lamento, se me olvidó que me recomendaron no tocarte, pero estás muy distraído. Creo que lo mejor es que nos instalemos en la casa para que puedas descansar. ¿Cómo está tu herida?

El rubio experimentó una cruda lejanía. Era extraño el sentimiento de seguridad que su piel tocaba. Era extraño estar de pie, respirar y vivir sin tener la mirada pesada de Uzui encima de su cuerpo, analizándolo cada segundo, dejándole saber en silencio que él era quien dominaba toda la situación. Un nudo se posó en su garganta porque pensó que era un estúpido sentirse de esa manera. Extrañaba en parte que su cuerpo se pusiera tenso al tenerlo cerca y eso contradecía su corazón y su mente, que en vez de estar alegre por el giro que había dado la situación se hallaba con una profunda e irregular tristeza dentro de su pecho. Se llevó una de sus manos a su abdomen. Seguía haciendo frío. El hecho de escuchar solo el viento y un idioma desconocido le provocó náuseas.

-Me duele solo un poco -susurró con una diminuta sonrisa. Los ojos lavanda de la fémina a su derecha y su sonrisa tierna y segura le dejaron saber que, tal vez, estaría bien.

-Bien, continuemos con nuestro camino. Me han recomendado llevarte al domicilio para que puedas instalarte un poco y descansar. Te beberás las píldoras correspondientes a lo que busco ropa y cosas necesarias.

Comenzaron a caminar hacia la salida. Zenitsu se percató de nuevo (algo que ya no hacía) de su renguera y de la nada que rodeaba a su oído derecho. Ignoró las imágenes sangrientas que le llegaron a la mente y tuvo que soltar algo para rellenar la inquietud con palabras.

Uzui [UzuZen]Where stories live. Discover now