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Habían llegado a la casa. Se trataba de una residencia que, siendo sincero, le sorprendió que fuera pequeña. De una planta, parecía acogedora por fuera. En medio de varios kilómetros a la ciudad más cercana, donde el campo y los roedores habitaban, ahí donde las copiosas lluvias parecían azotar las montañas, ahí estaba la casita. Habían llegado luego de algunas horas en coche al mirar los alrededores más turísticos de lo que Uzui le dijo que era Cartagena.

Tenía un estilo elegante. Las paredes de colores cremosos, paredes finas de concreto y revestimiento de piedras que eran acompañados por faroles que en esos instantes estaban apagados. Las puertas de madera oscura eran manejadas por manijas de color negro, pulidas y brillantes. El piso de baldosas de mármol marrón claro y el paseo de piedras circulares grisáceas le dieron la más cálida bienvenida al sitio. El techo era de teja oscura, un poco más abajo y en las esquinas habían algunos hilos que mantenían vivas plantas acuáticas que echaban sus hojas hacia abajo debido a la gravedad. No podía negar que le daba buenas vibras.

-Bonita, ¿No?

Asintió. Abrió la puerta del automóvil y se permitió experimentar el grueso calor que rodeaba el lugar, pero con un intenso aire que les sacudió los cabellos y le dejó respirar. Uzui hizo lo mismo y se acercó a su lado para llamar su atención.

-Vamos a entrar.

Dudó unos instantes al pensar que podía salir corriendo por esa pequeña cuesta por donde el carro había pasado. Pero recordó bien. Alrededor de la casa se hallaban muros de concreto más altos que el hombre a su lado y eso era mucho (había estimado su altura conforme a lo que veía, y podía decir que medía cerca de los dos metros de altura), por lo tanto estaría cerca de tres metros de alto. Él no alcanzaría, y mucho menos con esas púas en la parte de arriba que muchas veces veía en Japón en centros comerciales en las entradas del lugar, en el techo. Parecía que servían para los hurtos.

Uzui abrió la puerta principal de la casa. Notó de inmediato el ambiente rústico y el olor a madera apenas pudo echar una ojeada al interior. El piso blanco, lustrado y brillante, las paredes de madera entrecruzada, el techo con vigas de madera que se dividían a unos cuantos pies de distancia uno entre otro y decoraban con gentileza unas enredaderas lozanas con una que otra flor. De ahí en adelante, lo que era una mesa, las sillas, los muebles y demás accesorios eran de un único color, blanco, pintado seguramente porque era notable que, como la mayoría de la casa, lo componía el elemento de la madera.

Notó algunos estantes repletos de libros, revistas y periódicos, mesas con flores y platos vacíos, sillones cubiertos con tela amarilla, cuadros de paisajes hermosos que seguro pertenecían a ese mismo país. Las ventanas abiertas le daban un buen aire fresco, sin omitir el abanico de techo que daba vueltas y vueltas. No dejaba que el paso de mosquitos u otros insectos alterasen la vivienda porque se mantenía ventilada. Uzui lo siguió de camino directo, pero él optó por observar todo con mayor detenimiento. Se encaminó lento hasta la cocina. Como bien veía, no había ningún teléfono en alguna parte.

Palpó con sus manos la isla de la cocina, los utensilios y al abrir la nevera había suficiente comida para ambos. Ahí mismo se sorprendió de hallar de lleno con una pequeña ventana la cual movió y pudo ver el panorama. Se alzó en sus piernas para ver aún más. Era precioso. En serio, si no fuese por la situación, hubiese estado más que encantado de estar ahí.

Se apartó de la ventana y la cerró para ir donde el hombre había ido. Cuando alcanzó el final del pasillo, al haber pasado la pequeña sala donde residían algunos muebles, mesas y televisores, mantuvo su postura tranquila al ver un ventanal que daba en una piscina circular. Uzui salió de la habitación que daba a la derecha.

-Pensé que sería bueno tener una casa con piscina, ¿Qué crees?

¿Debería él decir algo? Se encogió de hombros, la situación le era ya de por sí difícil. Estaba cansado, agotado de pensar, y le dolía el cuerpo por los golpes. Quería ir a dormirse de inmediato, si no fuera porque no sabía si Uzui quería eso. Este hizo un sonido que asoció con frustración y le miró con miedo. Oh, se le había olvidado el tema del castigo.

Uzui [UzuZen]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum