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Advertencia: contenido sexual basado en la humillación.

***

—¿Otra vez sin poder dormir?

Supo que la asustó por la manera en que sus hombros saltaron, pero esa pregunta asimismo iba dirigida a él. Con una sonrisa cansada se acercó a su madre antes de cubrir su espalda con el abrigo que dejaban en el perchero cerca de la puerta. La noche en Japón estaba especialmente helada, de esas veces donde el cielo resplandeció con las millones de estrellas que acompañaban a la luna, pero que estaba fría de tal manera que todo el mundo pudo experimentar que sus huesos se congelaban. Rengoku se hizo una tacita de té y acompañó a su madre en la velada cuando se sentó en la otra silla.

—No sé cómo él puede dormir tan normal —soltó ella con lo que pareció ser pesimismo. Rengoku sonrió con amargura. Supo de que hablaba—. Hace varios meses Zenitsu desapareció y aún no sabemos nada de él. De sólo pensar en que cosas le pueden estar sucediendo ahora-

La detuvo.

—No perdamos la confianza, mamá —le recomendó aunque ni siquiera Rengoku pudo creer alguna palabra de su boca—. Zenitsu es fuerte, en donde quiera que esté, estará bien. Él volverá.

Su madre no pudo siquiera mantener la firmeza antes de dejarse caer a su lado y llorar de manera silenciosa como supuso que pasaba todas las noches desde que Zenitsu puso un pie fuera de la casa y nunca más regresó. La pena empañó sus rostros y, a pesar de todo, se permitió pensar que tal vez su hermano ya no estaba vivo, y que había pasado, de manera cruel, al otro plano bien conocido por los humanos como el cielo.

***

Uzui se había ido y, para mala suerte de Zenitsu, había dejado la puerta abierta. O por lo menos no había visto que colocara el seguro. Pasmado en la cama, pensó con seriedad si aquello era una trampa. Pudo ser que le dejase de esa manera para poder sentarse afuera y esperarlo con un cinturón de cuero y pegarle hasta el cansancio por querer salir cuando era obvio que no tuvo permiso alguno. O que quizás a Uzui en serio se le había olvidado cerrar la puerta con seguro y se había largado rampante donde esa mujer. Era inevitable saber que habían estado juntos. Uzui en cada noche que se acostó a su lado, dejaba salir el aroma de mujer de sus prendas e incluso en su cuerpo. Zenitsu supo que cuando le dejaba solo era para encontrarse con ella.

Era obvio. Hinatsuru jamás se le iba a negar como Zenitsu hacía.

Pensó que esperar algunas horas era suficiente. Que cerrar sus ojos y dejar que el sueño lo tomase por los hombros y le dejase escapar del verdadero mundo era lo más certero. Estaba dividido cincuenta cincuenta. Quiso saber qué había detrás de la puerta, si estaba Uzui o si en realidad, la soledad era lo único que le podría salir. Sin embargo tuvo tanto miedo de siquiera pensar en que se haría si Uzui estaba ahí, esperándole. Así que optó mejor por acomodarse en la cama y cerrar sus ojos para dormirse.

...

Cuando despertó fue por unos extraños sonidos metálicos que se acercaron a su lado. Movió con cuidado sus ojos y sus brazos, solo para darse cuenta de algo que no estaba donde siempre. Notó a Uzui cerca de su cuerpo cuando quiso soltar un grito al sentirse con unas esposas en sus muñecas, pero este le cubrió la boca con violencia.

—Ya, no seas tan ruidoso —se quejó y se permitió jugar con la llave de lo que supuso eran de las esposas. Le notó sonreír al moverla entre sus dedos—. ¿Sabes por qué te voy a castigar, no? Respóndeme.

Bajó sus ojos de inmediato y asintió.

—Por... por no estar contigo al frente de los demás —contestó con un volumen bajo.

Uzui [UzuZen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora