MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓

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Tenía la mirada fija en la ventanilla del avión, había peleado con Tom durante media hora para ganarme ese asiento y terminó rindiendose por cansancio. Admito que a veces podía llegar a ser muy irritante para conseguir lo que quería, y en cierto punto no me avergonzaba de ello en lo absoluto.

—Al fin vacaciones —suspiró como si fuera el mayor de los alivios y no me quedó más que sonreír.

—Pensé que no querías tener vacaciones...

—En realidad solo me molestaba que tu madre estuviera incluida en ellas —confesó y me dió una suave mirada cómplice—. No me malinterpretes, preferiría estar contigo en Dubai o Francia pero supongo que tendré que confirmarme.

—Argentina es un hermoso país para vacacionar —repliqué ofendida—. No conozco un país más hermoso, con mejor gente, mejores vistas o mejor comida así que cerrá los panes.

—Exclamó la argentina.

Dejamos de pelear por lo que seguía del trayecto en avión, intentaba ir relajada puesto que sabía que al llegar todo iba a ser un caos, habría gente esperándonos en el aeropuerto y seguramente mi madre estaría entre ellos. O eso era lo que Tom me había comentado que ella le dijo vía mensajes de texto.

Como si lo hubiera manifestado, a penas pusimos un pie en el aeropuerto se escucharon gritos y todos se abalanzaron sobre nosotros, los guardias de seguridad intentaban mantenernos lo más seguros posible y yo intentaba escaparme para sacarme algunas fotitos y pedirles amablemente que nos dejen salir.

Después de media hora, salimos del aeropuerto. Busqué entre los coches al de mi madre y no ví ninguno parecido al de ella siquiera, pensé que tal vez había cambiado de vehículo ya que el suyo estaba viejo así que la llamé por teléfono. Pero cuando al primer tono me cortó la llamada, confirme lo que estaba sospechando desde que salí del aeropuerto.

Ella no había ido a recibirme.

—Llamé a un taxi a penas bajamos —informó el rubio entrelazando su mano con la mía, a pesar de todo él sabía que ella no vendría. Yo conservaba la esperanza de que el odio que mi mamá tenía hacia mi haya disminuido al menos un poquito, pero me equivocaba.

Me subí al auto sin mencionar ninguna palabra y entré a Instagram, empecé a ver los edits que mis fans hacían sobre mi y algunos que hacían de shipps raros. Reía cada vez que inventaban uno nuevo, me habían shippeado desde con Harry Styles hasta con Emilia Clarke. Incluso habían dicho que yo era pariente del Kun Agüero solo porque compartíamos apellido, ojalá serlo.

—¿Te hicieron edits con Evan Peters?, ¿Tan rápido? —Tom soltó una carcajada cuando vio mi teléfono y yo me encogí de hombros.

—Ya sabés cómo son, igual me gustan eh.

—Los de Tikki son mejor.

Reí, habían nombrado así a mi relación con Tom desde el momento en el que nos conocimos. Después la repercusión que tuvo ese shipp hizo que mi disquera tuviera intereses en que yo tuviera un amorío con él, desde entonces estamos "saliendo"

Ojalá me hubieran shippeado con Timotheé Chalamet.

—Ese nombre es horrendo, no puedo creer que no se les haya ocurrido algo mejor —arrugué mi nariz y apagué el teléfono, porque ya estábamos por llegar al domicilio de mi progenitora.

—Noté que no trajiste tus cigarrillos, me parece que por el bien de tus pulmones vamos a venir más seguido a Argentina —dijo ignorando mi comentario.

Solté un suspiro cuando nos encontramos frente a la propiedad, habían pasado tres años desde la última vez que había puesto uno de mis pies dentro de esa casa y no había sido la visita más memorable de la historia. Esperaba que el rencor haya abandonado al espíritu de mi familia, pero las actitudes que habían tomado conmigo estos últimos años no me daban grandes esperanzas.

Bajé del auto y Tom le dijo algo al taxista antes de pagar y bajar él también, lo escuché bufar con cansancio cuando se paró a mi lado y observó la casa.

—Bienvenida a la casa del pánico —canturreo en vos baja y sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral.

Ambos caminamos hasta la puerta y cuando tocamos el timbre ni siquiera fuimos recibidos por mi mamá. Una de mis primas, Aylen, estaba parada frente a la puerta y me dió un gran abrazo a penas me vio. Al menos algo reconfortante iba a encontrar en casa después de todo.

—Hola, soy Tom. Un gusto —se presentó mi pareja y mi prima nos indicó a ambos que entremos.

—Tu mamá está en la cocina, dijo que iba a poner el agua para los mates —informó antes de irse con su hermana mayor, Lara.

Caminé con Tom de la mano hasta la cocina, me iba sobando la espalda en señal de consuelo y yo iba preparándome mentalmente para lo que estaba a punto de ocurrir. Ver a mi madre nunca había sido una tortura para mí, convivir con ella si que lo era.

La había extrañado mucho, he de admitir eso. Había extrañado sus abrazos, sus largas charlas nocturnas e incluso sus sermones. Amaba a mi mamá con todo mi corazón y tengo que admitir que me lastimo mucho no contar con su apoyo cuando la necesite pero muchas veces trate de ponerme en su lugar también, supongo que cuando un hijo te decepciona le guardas cierto rencor.

Fruncí el ceño cuando escuché unas voces y risas provenir de la cocina, era claramente la de mi madre pero un hombre estaba con ella también. Hasta donde yo sabía, solo mis primas y mi tía vivían con mi mamá y ella me habría contado si alguien más se mudara.

Quise pensar que solo era un amigo de ella o algún pariente lejano porque no logré reconocer su tono de voz, se distorsionaba un poco con la risa de mi madre así que se me hizo caso imposible saber quién estaba con ella.

Me adentré a la cocina y mi alma me abandonó, todos los pensamientos pacíficos para mí convivencia con mi familia se esfumaron y sentí ganas de salir corriendo para agarrar mis maletas y mandarme a mudar en el primer avión que encuentre. Se que Tom sintió lo mismo, porque su mandíbula se tensó y soltó el agarre de su mano con la mía.

—Hola, mi Nicole bella —exclamó ella y me envolvió en un abrazo, era más falso que las tetas de mi prima mayor—, ¿No pensabas saludar a tu madre?

La ira empezó a subir hasta mi cabeza y apreté los puños, ni siquiera le correspondí al abrazo y salí de la cocina lo más rápido que pude.

—Nos vamos —le dije a Tom en un tono firme y mi madre caminó detrás de nosotros.

—Pero si recién llegan —dijo ella con un fingido tono de tristeza.

Me paré en seco y tuve que morderme la lengua para evitar soltar todo el veneno que tenía acumulado, me di media vuelta con una sonrisa falsa y la miré con rencor.

—Igual no somos bienvenidos y esto lo acaba de confirmar más de lo que estaba, prefiero irme —apreté mis dientes y los sentí doler por la fuerza con la que lo había hecho, no le tomé tanta importancia y suspiré cuando sonrió.

—No entiendo por qué te molesta tanto, él es parte de la familia después de todo —se encogió de hombros y el chico salió detrás de ella con una expresión de incomodidad.

—Perdón, no sabía que ibas a venir —me miró y sus palabras sonaron sinceras, aún así me había delatado a mi misma con la forma en la que me alteré—. Yo me voy a ir, tranquilas.

—No hijo, no —mi mamá negó y sentí mi corazón partirse cuando tomó su brazo con delicadeza y amor, eso no lo hacía conmigo—. Los tres son mis invitados y los tres se van a quedar.

—Disculpame pero a mí no me vas a decir lo que tengo que hacer —reí sin gracia y Tom puso una mano en mi hombro para que me tranquilice—. Soy mayor de edad y puedo manejarme muy bien sola, no necesito una madre que de igual forma no tuve por años.

—Amor, vamos a hablar. Ven —el rubio tomó mi mano y me alejó unos metros de las otras dos personas—. No creo que él lo haya hecho con malas intenciones, no te puedes alterar así Nicole.

—Ella sí lo hizo con malas intenciones —afirmé y negué con la cabeza—. No sé cuál es el afán que tiene por buscar herirme, se supone que es mi mamá no mi enemiga.

—Entonces no dejes que te lastime si eso es lo que ella busca, no le des la satisfacción. Una madre así no merece a una hija que la ame tanto como tú a ella.

—Me odia —suspiré y él negó—. Sí Tommy, me odia. Sino no habría invitado a Paulo justo cuando sabía que yo iba a venir.