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Italia. Si había algo que amaba de Italia aparte de su comida, eran las hermosas vistas de las cuales me podía deleitar, ver un atardecer desde el balcón con una taza de café en Italia enamoraría a cualquiera.
La gente italiana tampoco se quedaba atrás, recibían muy bien a los argentinos y siempre se esforzaban y ponían la mejor onda por entendernos. Simplemente los amaba.

Odiaba algunas vistas de Italia, como la que estaba teniendo en este momento por ejemplo.

Los brazos de Oriana rodeaban el cuello de Paulo y sus piernas estaban enganchadas en las caderas del futbolista, sus labios se juntaban una y otra vez mientras que yo fingia estar ocupada retirando mi maleta.

Dale flaca dejá de succionarle el alma, no puedo estar dos horas retirando una maletita pedorra.

¡Te extrañé mucho! —la escuché decir y decidí ya no ver ni prestar atención a su horriblemente perfecta relación.

Agarré mi maleta y empecé a alejarme de la pareja, aunque creo que fue una pésima idea. De inmediato varias personas me rodearon con intenciones de sacarse fotos conmigo y no me pude negar a pesar de lo cansada que estaba, no necesitaba tener una polémica más encima.

“Nicole Agüero, la cordobesa a la que se le subió la fama y le negó fotos a sus fans”

Eso definitivamente no se iba a ver bien en mi currículum y claro, Matt me aniquilaría si ocurriera.

Deberías dejar de sobrepensar tanto.

Tal vez debería.

—¿Vamos? —la voz de Paulo sonó detrás de mi y los gritos no tardaron en llegar, se acallaron a sí mismos cuando Oriana apareció detrás del chico y me causó bastante gracia.

—No, tengo que ir al estudio —alcé los hombros en señal de inocencia y Paulo soltó un suspiro, no sé si de alivio o de frustración—. Ustedes pueden irse si quieren, no hace falta que se queden.

Como pude, saludé a todos y corrí al auto que me estaba esperando. No mentí cuando dije que tenía que ir al estudio, en realidad quería hablar con Matt sobre cómo arreglaríamos el tema de mi finanza ya que a pesar de tener una familia que me odia y me saca en cara hasta el aire que respiro, no podría cortarles de raíz la única entrada de dinero que tenían.

Lo medite varios segundos, recién llegaba y tener que hablar de negocios me ponía de muy mal humor. Peor aún era cuando Matt me retaba una y otra vez por lo mismo de siempre, no quería ponerme de mal humor a penas llegaba porque últimamente había estado pasando días bastante tolerables a decir verdad.

—Llevame al hotel mejor, mañana voy a visitar a Matt.

Sin decir una sola palabra, mi chófer solo asintió y empezó a conducir. Extrañaba estar en Argentina, me tomaba un Uber e iba chusmeando con el conductor hasta llegar a mi destino. Cuando no estaba en casa, todo era tan aburrido que dolía.

Adoraba lo bien que me recibían las personas, pero nunca sería como en Argentina. Le ponen tanta alegría y es todo tan familiero que es imposible no sentirte cómodo ahí, tal vez si no tenes la misma jerga que algunos y no podés entender cómo se expresan. Pero hasta con eso te acostumbras rápido.

El viaje fue tortuoso, silencioso y lento. Al no hablar de nada y no haber estado escuchando música, mirar por la ventana se volvió una tarea bastante pesada a decir verdad.

MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora