30

2.2K 227 31
                                    

—¡Vamos a bajar a la cancha!

Tini me sacudió como una bolsa de papas y entre risas, me aferré al brazo de Tom.

—Yo no, anda vos.

—¡Pero dale, Nicki! Vamos a ir con Rodri —pidió, haciendo los ojos de cachorrito con los que siempre solía chantajearme.

—Rodri es tu pareja, yo no corto ni pincho ahí abajo.

—Rodri es tu amigo hace muchísimo tiempo, además vas a estar con Tom también —me dijo con una amplia sonrisa, con la ilusión de convencerme.

—No creo que vaya a sentirse muy cómoda ahí —intervino Tom con un tono de voz bastante alto, debido al griterío del público.

—Vos callate —lo apuntó con un dedo y la reacción de Tom me hizo reír, frunció las cejas y se escondió atrás de mi—, ¡Dale! Además los chicos van a estar re contentos de verte.

—Esos pibes me odian —le recordé, arrugando la nariz—. Yo me quedo con los nenes de Rodri si querés, y vos anda a disfrutar con él.

—Pero van a quedarse con la niñera, dale Nicki, porfis.

Lo pensé varios segundos, me llevaba bien con la mayoría de las chicas que estaban ahí abajo, también con Rodri y Lionel. Pero no sabía si sería lo mejor bajar e ir con ellos, definitivamente no me sentiría muy cómoda.

Entrelacé mi mano con la de Tom y solté un suspiro. De inmediato, una sonrisa se dibujó en la cara de Martina porque claro, sabía que había ganado.

—Si vos vas, yo voy —le murmuré en voz baja, para que Tini no pudiera escucharnos.

—Bueno, vamos.

Martina estuvo más que satisfecha cuando los tres bajamos y al instante de tocar la cancha, la perdí de vista. Me sentía bastante fuera de lugar, todos caminaban con sus parejas agarrados de la mano, mientras que yo iba hablando con Tom para que ninguno de los dos estuviera incómodo.

—¿Nicole? —escuché una voz femenina que se me hizo bastante conocida y, al darme media vuelta, ví a Antonela con una gran sonrisa, radiante como siempre.

—Anto, hola —me acerqué para darle un beso en el cachete y después saludé a Leo, Tom casi se desmaya cuando lo vió así que contuve una risa—. ¿Cómo andan?

—Bien, ¿Vos cómo estás? Paulo nos contó que estabas con problemas de salud —Leo puso una mano sobre mi hombro mientras caminábamos, y su tono era de preocupación.

La simple mención de ese nombre hizo que mi estómago se revolviera, no lo había visto desde que pisé la cancha y esperaba no encontrarmelo tampoco.

—Estoy bien, me ahogué porque no sé nadar. Pero por suerte, Sel me encontró y no fue nada grave —mentí, no quería ver la decepción en su cara si llegaba a decirle la verdad.

—Me alegra mucho verte mejor, te mandamos varios mensajes y nos preocupó bastante que no nos hayas contestado —dijo Antonela, con un semblante bastante maternal.

—Es que cambié de número por problemas que tuve con mi mamá —intenté explicarme, aunque sabía que no iban a terminar de creer nada de lo que les dijera.

Divisé a Paulo, habían puesto cuarteto y lo ví bailar bastante contento con Cristian. Mi corazón dió un vuelco ante la simple idea de ver a Oriana rondear cerca, pero ella no estaba.

Paulo estaba solo, tampoco había visto a Alicia, Dolores o Lautaro. No quise alarmarme, tampoco quería que me vea porque sabía que si sus ojos se llegaran a cruzar con los míos, iba a terminar llorando y todo lo que había avanzado se iría a la mierda.

Cuando ví a Leandro correr hacia nosotros, estiré a Tom y me disculpé con Leo y Antonela para salir de ahí lo más rápido posible. Quise ir con Tini y Rodri, pero los ví bastante acaramelados y no era mi intensión interrumpirlos, se veían genuinamente felices así que esa linda imagen me hizo sentir mejor.

Empezó a sonar una canción de Rodrigo que hizo que mi sangre volviera a estar caliente así que le di media vuelta a Tom y como pude, lo obligué a bailar conmigo.

Fue lo mejor del amorrrr —canté a todo pulmón y no tarde mucho en reír.

Tom intentaba seguirme el paso y no le costaba tanto, era un excelente bailarín y siempre se adaptaba a todo. Reí cuando Cristian llegó para robarme a mi pareja de baile, y fingí estar indignada cuando Tom se vio más feliz con él que conmigo.

Traidor.

—¿Nicole? —una voz detrás de mí me obligó a girarme, honestamente, esperaba encontrarme exactamente lo que encontré. Paulo me miraba como si estuviera viendo a un fantasma, y sentí ganas de salir corriendo o desaparecer como uno—. Pensé que estabas en Estados Unidos.

Fruncí el ceño confundida, ¿Eso era realmente lo único que planeaba decirme?

—¿Qué?

—Sí, bueno. Te escuché hablar con Matt sobre tu viaje a Estados Unidos.

—Escuchaste mal —sonreí falsa y me di media vuelta para esta vez, sí ir a interrumpir a Tini y Rodrigo.

—A mi me parece que escuché bastante bien —interrumpió mis pensamientos, dándose cuenta de lo que iba a hacer.

—Bueno.

No quería seguir con esa conversación, sentía el ambiente demasiado forzado y no estaba bien emocionalmente como para tener una charla tan, forzadamente, casual con él.

—¿Bueno? Ni siquiera fuiste capaz de decírmelo Nicole, se suponía que éramos una pareja —me dijo, con el ceño fruncido y la expresión decaída. Parecía haberle dolido el simple hecho de mencionarlo.

Me sentí golpeada, no podía estar hablando en serio, ni mucho menos diciéndome esto en el lugar en el que estábamos. Me resultaba bastante hipócrita de su parte, así como el brazo que me quiso dar Leandro.

—No éramos pareja, no éramos amigos, no éramos nada más que conocidos que alguna vez tuvieron historia. O bueno, como vos lo dirías, éramos viejos amigos —le volví a sonreír, ahora con la intensión de irme sin que pueda impedirmelo—. Y si deja a tu mente más tranquila, no tenía pensado volver a Estados Unidos. Iba a quedarme en Italia, pero qué bueno que no lo hice.

Sin dejarlo mencionar otra palabra y con el corazón en la boca, caminé lo más rápido que pude hasta llegar a Martina y Rodrigo. Sentía que la respiración se me hacía cada vez más pesada, y mi ritmo cardíaco había aumentado considerablemente.

—¿Estás bien, Nicki? —Martina fue la primera en hablar y cuando mis ojos se llenaron de lágrimas, Rodrigo la soltó para abrazarme.

—Hey Ni, ¿Qué pasó? —preguntó preocupado.

—Me quiero ir a casa —susurré, casi inaudible.

Martina y Rodrigo se miraron y fue cuestión de segundos para que mi amiga le diera un corto beso, que él me abrazara con más fuerza y que besara mi cabeza de manera protectora.

—Vayan —ordenó con un tono de voz dulce—. Y avisame como este ella cualquier cosa, manteneme al tanto —le habló esta vez a Tini.

Ella entrelazó su mano con la mía y, con bastante cuidado, empezó a hacerse paso para salir de la cancha, no sin antes hacerle varias señas a Tom y que él se uniera a nuestra rápida caminata.

—Perdón por arruinarte la fiesta, Tini.

—Perdón por obligarte a venir, Nicki.

MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓Where stories live. Discover now