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Toda la familia de Paulo me recibió bastante bien, muchísimo mejor de lo que merecía en realidad. No me sorprendió, sabía que los Dybala siempre habían sido personas demasiado buenas para lo que el mundo les dejaba.

—¿Y cómo estás con el tema de las giras y eso? —preguntó Dolo con un vaso de jugo de naranja en sus manos.

Intenté reprimir una mueca, no quería ser mala con ellos y si eso suponía luchar contra todos mis instintos por ser desagradable como habitualmente lo era, estaba dispuesta a hacerlo.

Odiaba la música, odiaba hablar de música. La odiaba más por el hecho de saber que solía amarla, no sé en qué momento ocurrió, pero cuando comencé a sentirme vacía, cuando ni los aplausos ni las giras por el mundo, o los millones de dólares, o la fama con la que siempre había soñado, o hacer mi propia música pudieron llenar ese enorme vacío que iba acrecentando cada vez más dentro de mí.

No sé en qué momento había comenzado a dejar de disfrutar lo que realmente amaba y me veía haciendo por el resto de mi vida, pero lo que sí sé a ciencia cierta, es que ya no puedo remediar eso.

Porque ahora odio lo que antes era lo único que amaba.

—Bueno, bastante bien en realidad —intenté sonar natural pero claro, era una pésima mentirosa—. No sé, a veces extraño mi hogar y es por eso que vine esta vez. Quería ver a Mateo.

Eso también era mentira, aunque no del todo. Amaba a mi hermano y claro que quería verlo, pero no por eso había venido.

Y al parecer ni siquiera había logrado concretar mi cometido al llegar a Argentina.

—Es lindo saber que cumpliste tus metas, Nicki. Todos estamos muy orgullosos —Alicia puso una mano en mi pierna y asentí incómoda.

—Bueno, no fuiste la única que cumplió sus sueños, ¿No tío? —le dió un codazo disimulado a Paulo y él presto atención, ni siquiera nos estaba mirando y se veía tan tranquilo que dude mucho que recordara que yo estaba ahí—, ¿Sabías que mi tío sale con Oriana Sabatini? Es la hija de Catherine Fulop.

Siempre pensé que Lautaro me odiaba, ahora lo confirmé.

Aunque si me ponía a pensar y daba mi mayor esfuerzo por volverme una persona positiva que disfruta de la vida y esas mierdas de gente no amargada, podría darme cuenta tranquilamente de que Paulo se volvió mucho mejor futbolista desde que me había ido. Al parecer no salió tan mal después de todo.

—Sí Lau, algo me enteré —forcé una sonrisa y empecé a jugar con los dedos de mis manos, tronandolos—. Respecto a lo del fútbol la verdad no tengo idea, no me gusta mucho...

Eso también era mentira, había visto cada uno de los partidos de Paulo, incluso en los que había estado sentado en la banca de suplentes.

Pero no dejaría que ellos lo supieran.

—¿Y vos salís con ese chico, Tom Holland? —preguntó Alicia interesada y reí, ojalá.

—Bueno, se llama Tom pero lamentablemente no es Holland.

—Pero yo lo ví en varias películas.

—Sí, es actor. Pero no es Tom Holland.

Alicia iba a acotar algo más cuando Paulo aclaró su garganta y todos giramos nuestras cabezas hacia él.

—Debería llevar a Nicole a su casa, ahora me doy cuenta de que prácticamente la secuestré —bromeó, aunque no me hizo mucha gracia en realidad—. Además su papá me va a matar cuando lleguemos.

Los dos nos despedimos de su familia y luego caminamos en silencio hasta su auto, esta vez no me quedó más remedio que aceptar sentarme en el lado del copiloto, así que sin más lo hice.

—Perdón por esa conversación re incómoda, ya sé que no es tan lindo hablar de parejas —soltó sin mirarme, su vista estaba fija en la carretera y me sorprendió que fuera a velocidad moderada.

—No pasa nada...

—Quiero que seamos amigos, Nicki —me dedicó una mirada fugaz y asentí, aunque yo no quería eso—. Creo que tuve muchos años para pensarlo.

—¿Pensarlo?

—Lo que pasó —aclaró—. Los primeros meses e incluso el primer año, pasaba todas las noches viendo tus entrevistas y llorando por miedo a que te enamores de alguien más, de verdad esperaba que no te enamores de alguien más.

Aparté la mirada y fruncí mis labios, me había puesto a salir con Tom solo unos meses después de que mi relación con Paulo llegara a su fin. Recuerdo que me había sorprendido demasiado cuando Matt me dijo que debería ponerme de novia con él, siendo que yo todavía lloraba en los rincones por Paulo. Pero ellos dijeron que mejoraría mucho mi imágen.

Era una de las tantas cosas de las que me arrepentía.

—Pero bueno, después me di cuenta de que no funcionábamos, nunca lo habíamos hecho. Y fue cuando conocí a Oriana, o pensé que iba a enamorarme de vuelta hasta que la conocí a ella —noté como esbozó una sonrisa inconsciente al hablar de ella y un nudo comenzó a formarse en mi garganta—. Pero igual no quiero que vos y yo nos llevemos mal, los dos ya tenemos nuestras vidas hechas pero eso no quiere decir que no podamos ser amigos.

Amigos.

Yo no podría ser amiga de la persona a la que más amé en mi vida, sería ridículo y dañino. Ya estaba siendo dañino y todavía no había pasado ni una semana desde que llegué a Argentina.

Era como si la vida quisiera recordarme en todo momento que fui yo quien arruinó todo, seguramente me las habría apañado para cumplir mi sueño igual. Pero era una jóven sin muchos recursos que creyó encontrar la opción más adecuada.

Una jóven que no era suficiente para Paulo, a pesar de que él creyera que sí.

Y aunque me doliera como diez mil cuchilladas, una parte de mi estaba contenta por él al enterarse de que había alguien que lo hacía feliz.

—Oriana parece ser una buena chica —solté sin poder evitarlo, no fue con sarcasmo o ironía como siempre, esta vez mis palabras fueron genuinas.

—Bueno, tiene lo suyo —rió y noté que estábamos llegando, así que me relaje un poco—. Pero todos tenemos lo nuestro, por suerte siempre nos arreglamos.

Oh, ahora entendía.

Habían peleado y por eso ella no estaba acá. Claro, era algo obvio y me sentí como una estúpida por no haberme dado cuenta.

Una parte de mi creía que él había venido a Argentina porque yo estaba acá.

Que ilusa era.

MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓Where stories live. Discover now