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Me pare adelante de casa de mi progenitor y mordí mi mejilla interna, la última charla que tuvimos no fue la mejor pero aún así estaba segura de que no me guardaba rencor. O eso esperaba, con mi madre suponer no había salido tan bien.

Golpeé la puerta y esta fue abierta con rapidez por Macarena, la mujer de mi papá. Al verme frunció el ceño que no duró mucho así, pues su expresión cambio en segundos a una de total alegría y me envolvió en sus brazos feliz.

—¡Mi Nikki hermosa! —su voz me hizo sonreír y puso mi cara entre sus manos para llenarme de besos como si fuera una nena chiquita, hice una mueca de desagrado pero eso no la detuvo. Entrelazó su brazo con el mío y las dos entramos a la casa.

Noté que todo estaba igual a la última vez que había visitado este lugar, mis fotos con mi hermano o de cuando era chiquita parecían empapelados en la casa, estaban por todos lados y de cierto modo lo sentía como un mimito para mí niña interna. Mi madre no hacía lo mismo por mi, en realidad ni siquiera tenía fotos mías en su casa.

—¿Nicole? —la voz de mi papá me hizo voltear y cuando me vio, sus ojos se empañaron y corrió a abrazarme. Me cargó entre los aires y sus lágrimas mojaron mi cabello por un momento—. ¡Mi bebé está en casa!, ¡Mateo vení a ver a tu hermana, Nikki está en casa!

Mi hermano se asomó incrédulo desde la cocina y cuando me vio sus ojitos brillaron, no dudo en correr a unirse al abrazo que estábamos teniendo todos y me sentí tan contenida que una pequeña lágrima resbaló por mi cara.

Por primera vez me sentía genuinamente feliz de estar en Argentina y sabía que para alguien no era una molestia, la forma en la que mi familia paterna me había recibido hizo que mi corazón se llenara de alegría y que me sintiera como la Nicole que fui hace años atrás.

—Pero contanos cómo estás, como te está yendo. Dale Nikki, dale —mi madrastra me estiraba hasta la cocina con entusiasmo e interés, mi padre y mi hermano caminaban atrás de nosotras igualmente entusiasmados.

—Los extrañé mucho —confesé cuando Maca me dió un vaso con jugo de naranja—. Cuéntenme de ustedes mejor, ¿Cómo le está yendo a Matute en el colegio?

Mi hermano menor hizo una mueca que me bastó como respuesta, era mi versión masculina, adolescente y pelinegra. Mi hermanito era mi otra mitad y odiaba haber estado alejada de él tanto tiempo solo por suponer que mi padre estaba enojado conmigo, era realmente mala haciendo suposiciones.

—Se llevó cinco pero está yendo a forte y va a rendirlas todas bien o ya sabe que se queda sin play —informó mi papá y me reí por ello, solía hacer lo mismo conmigo y mis guitarras.

—Pero podría ser peor —se defendió Mateo y yo lo abracé por los hombros para asentir y darle la razón.

—Nicole, no apañes a tu hermano en estas cosas —me acusó Macarena y solté a Mateo levantando los brazos de forma inocente—. Ay, que lindo es ver a mis dos solcitos juntos de vuelta. Te extrañamos tanto en casa.

Estuvimos toda la tarde hablando para ponernos al día y sentí que verdaderamente pertenecía. El afecto materno que Macarena me daba no lo había sentido en años y sabía que lo de ella era puro, nunca había tenido intenciones falsas para conmigo y yo estaba más que consciente de ello, lo mismo con mi hermano menor. A pesar de ser un adolescente, intentaba dejar de lado su naturaleza rebelde para pasar un buen tiempo en familia conmigo y sus padres.

El timbre de la casa sonó cuando terminamos de comer, Mateo y yo estábamos levantando la mesa así que Macarena se encargó de ir a ver quién era y mi papá se puso a ayudarnos a mi y a mi hermano para que terminaramos más rápido.

—Pensé que ibas a traer a Tom —comentó mi papá dejando los platos sucios en la bacha y Mateo salió de la cocina, yo lo haría también si fuera él así que no lo juzgaba.

—Es complicado pa, tampoco quiero que se involucre tanto y además de eso, ya se fue de Argentina —informé y asintió, Macarena y mi papá eran de las pocas personas que sabían la verdad acerca de mi relación con Thomas y nos llevábamos bastante bien con él. Era como alguien más en la familia y mi padre lo trataba realmente bien.

—Solcito, te buscan —me informó Maca desde la puerta y de acercó a nosotros para abrazar a mi papá por la espalda—. Andá tranquila, yo lo ayudo a lavar los platos. Después Matute quiere que jueguen a la play.

Asentí con una sonrisa y limpié mis manos con un repasador para después salir de la cocina, veía a mi hermano hacer un desastre en el living para conectar la play y aquello me hizo reír.

Fui hasta la entrada y fruncí el ceño cuando ví quién estaba de pie ahí, intenté ocultar mi disgusto pero al parecer no lo hice tan bien ya que su sonrisa de inocencia se hizo presente en su rostro.

—¿Qué hacés vos acá?

Rascó su nuca y arrugó su nariz, si no mal recordaba, solía hacer eso cuando los nervios se apoderaban de su persona.

—Estaba preocupado por vos y por la forma en la que te fuiste de tu casa —habló sereno—. Supuse que ibas a estar acá y por suerte no me equivoqué.

—Estoy empezando a sentir que me estás persiguiendo, Dybala.

—Si lo pones de esa forma...puede ser que lo esté haciendo, Agüero —sonrió y algo se removió en mi interior cuando lo hizo, pero decidí dejarlo pasar por alto—. Es bueno verte y que no me esquives como siempre, Nicole.

—No te esquivo —mentí y apreté mi brazo, comenzaba a sentirme incómoda y él lo estaba notando—. Bueno, ahora qué sabes que estoy bien, ya te podés ir.

Iba a responder pero cerró su boca cuando mi padre puso una de sus manos sobre mi hombro, giré un poco la cabeza y lo ví sonriendo como si nada.

—Paulito querido, cuánto tiempo —saludó al futbolista y Paulo simplemente le sonrió con complicidad—. Vení boludo pasa dale, no te quedes ahí parado.

Iba a matar a mi papá.

—Pablo, ¿Cómo está? Sí, paso mucho tiempo desde la última vez que nos vimos —habló Paulo cuando mi papá paso un brazo por sus hombros.

—Bien por suerte, el negocio anda bien también, ¿Tu familia como anda? —los dos caminaban como si yo no estuviera ahí, me quería morir—. Quedate che, ahora íbamos a jugar un FIFA con Mateo y Nicole. Si no me acuerdo mal, te encantaba el FIFA.

Me iba a morir ahí mismo y me iba a llevar a mi papá conmigo.

MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora