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Por unos largos segundos me dispuse a contemplar el perfil de Paulo, nos habíamos puesto a ver No se aceptan devoluciones a pedida de mi compañero y se había tirado sobre mis piernas para acostarse y según el, ver mejor.

Por mas que me esfuerce por ver la pelicula, las sonrisas que Paulo le hacia a la tele no me wran de mucha ayuda. Deje de verlo para enfocarme en la pantalla y se removio un poco, lo mas probable era que ya se haya puesto a llorar porque es exactamente lo que yo haría si hubiera prestado un poco de atención.

—No se vale que no mires la película, vos elegiste esta —escuché a Paulo quejarse y me reí.

—Sí estoy viendo la película.

—¿Y por qué no estas llorando? Vos siempre lloras por todo.

Eso me ofendió, aunque mentira no era. Era capaz de ponerme a llorar solo por ver a un perro callejero que no tenía nada para comer y movía su colita con tristeza.

También era capaz de robarme a cualquier gatito que vea por ahí.

—¿No viste a Jagger? —cambié de tema, hace bastante que mi gato no aparecía para molestar.

—¿Quién le pone Jagger a su gato?

—Yo.

Me levanté con la intensión de ir a buscar el teléfono para pedirle helado al servicio de habitación y Paulo me agarró por las muñecas, haciéndome caer encima de él mientras se reía y me miraba con complicidad.

—¿Qué haces, Dybala? —cuestioné con una punzada de nervios.

—Sh...

Acarició mi mejilla con su pulgar y una lentitud que sentí que me quemaba la piel, corrió un mechón de pelo de mi cara y sonrió sin mostrar sus dientes. Me sentí hipnotizada por sus ojos y aunque lo intenté más de una vez, no pude apartar mi mirada.

No sé si fue de forma conciente o no, pero coloqué mis manos sobre su cuello y noté cómo se tensaba por completo pero incluso aún así, su sonrisa no se borraba. Podría jurar que sus pupilas estaban completamente dilatadas pero no sabría decir si era solo producto de mi cerebro o si de verdad estaba pasando.

—¿Alguna vez te dije que me encantan las rubias? —murmuró y estaba tan cerca de él, que su aliento chocó contra mis labios.

Como pude reaccioné e intenté levantarme pero las manos de Paulo bajaron a mi cintura y me obligó a quedarme en el mismo lugar, su pulgar acariciaba mi piel por encima de la tela de mi camiseta y sentí como los vellos de mi nuca se erizaban en cuestión de segundos.

Mi pecho empezó a subir y bajar, era como si el aire comenzara a faltar entre nosotros o al menos era así como yo lo sentía, mi respiración se hacía entrecortada con cada segundo que pasaba cerca de él. Su embriagador perfume colmaba mis fosas nasales y me hacía sentir como si estuviese al borde de la muerte y tuviera esa última dulce probadita de vida.

Me acerqué un poco más a él si es que eso podía llegar a ser posible, apretó su agarre en mi cintura y rozó la punta de su nariz con la mía de la forma más dulce y provocativa que podría existir en el mundo. Podía sentir la tensión volar por los aires y estaba segura de que él también lo hacía.

Rocé mis labios con los suyos pero fue él quien cortó la distancia y unió sus labios con los míos, la dulzura de esos labios carnosos invadió por completo mi boca con un leve toque de menta.

No podría describir las miles de emociones que estaba sintiendo al probar esos labios de nuevo, aquellos que encajaban con los míos como si se estuviera tratando de un rompecabezas. Pero los miles de pensamientos que rondaron por mi cabeza tomaron el protagonismo y no tuve más remedio que alejarme de él y romper ese beso tan anhelado.

El karma es una mierda, y yo no quiero deberle nada a él.

—No podemos —susurré poniéndome de pie y vi cómo se arrancaba los pelos con frustración.

—Sí que podemos.

—No Paulo, no así —negué con la cabeza y trague saliva—. Tenés novia y... Yo también.

Aunque mi relación con Tom no fuera real, él era un gran amigo para mí y le tenía demasiado aprecio. Lo mínimo que se merecía después de todo lo que me brindó era mi respeto, y yo a toda costa se lo iba a dar.

Después estaba Oriana, la pareja de Paulo. Ella también merecía respeto porque nunca había tenido ninguna mala intensión conmigo, desde que la conocí solo se había portado amable y no podía devolverle eso con un engaño de su novio.

No estaba bien.

—¿Y si nos escapamos?, ¿Si nos vamos fuera de la cuidad? —propuso y reí—. Como dos amantes que no pueden estar juntos y forjan su propio destino.

—¿Y si mejor te vas a tu casa y hacemos como si nada hubiera pasado? —propuse un poco nerviosa, estaba asustada. Nada estaba saliendo como debería y me asustaba pensar en volver a enamorarme y volver a lastimarlo, no podía hacerle eso dos veces.

—No —soltó firme y se levantó para caminar atrás de mi—. No te voy a dejar Nicole, no te voy a perder por segunda vez.

—Es mejor perderme que encontrarme.

—Estoy dispuesto a correr el riesgo entonces —sonrió y mi corazón volvió a latir con fuerza. Él tenía mucho más que perder que yo—. Lo único que quiero es que todo vuelva a ser de la forma que era antes, y eso te incluye a vos.

—Tenés a una mujer hermosa que te acompaña en todo momento, que te ama y que merece tu amor. ¿Por qué me elegirías a mi teniendola a Oriana?

—Porque me di cuenta de que todos amamos a quienes no nos aman.

Pero yo sí te amo...

Deciselo entonces.

Si se lo digo, entonces no se va a querer hacer a un lado y no puedo dejar que esté con alguien tan inestable como yo.

O podés hacerlo feliz como antes, y que él te haga feliz a vos.

¿Entonces vos no me amas a mi? —cuestioné tímida y su sonrisa se agrandó.

—Amo cada caótica parte de vos, Nicole.

Pero no funcionamos.

Y por eso se aman.

No estaba segura de querer pasar por todo eso, no estaba segura de estar lista para cambiar.

Pero yo por Paulo haría cualquier cosa.

—¿Dulce de leche granizado? —cuestioné y alzó una ceja divertido.

—Y americana.

Agarré el teléfono para llamar a recepción y Paulo volvió a sentarse en el sillón, pero ahora tenía una dulce sonrisa de ilusión que acompañaba cada una de sus fracciones a la perfección.

Y yo tenía que hablar con Tom de urgencia.

MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora