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Desperté con la cabeza sobre el pecho de Paulo, habíamos pasado la noche en su hotel para molestar a Matt y hacerle creer que de verdad estaba despedido. Me estiré en la cama soltando un quejido y miré a Paulo, me sorprendió verlo despierto, y me sorprendió aún más ver su cara de preocupación mientras miraba su teléfono.

—Buen día —llamé su atención—, ¿Qué estás haciendo?

Paulo me dedicó una sonrisa y bloqueó su teléfono, negando con la cabeza. Se acercó a mi y me plantó un corto beso en los labios, pero aún así no me hizo sacar el foco de atención de la imágen que antes había visto.

—No estaba haciendo nada, Nini —soltó una risita y suspiré, asintiendo—, ¿Te parece si hoy nos quedamos todo el día en la cama?

Iba a decir que sí, cuando me percaté de que mi teléfono empezó a vibrar como loco y me preparé para ver el nombre de Matt en el identificador de llamadas, pero en vez de eso me encontré con cientas de miles notificaciones de Twitter.

Iba a desbloquear el teléfono cuando Paulo me lo sacó de las manos y lo tiró al pie de la cama.

—Y sin teléfonos por hoy —me sonrió, logrando que sintiera desconfianza—. Eso me incluye también, eh.

El ojiverde tiró su teléfono al lado del mío y me estrechó con fuerza entre sus brazos, me había tapado bien con las sábanas para que no sintiera frío y prendió la tele pero rápidamente puso Disney, cuando la había prendido en el noticiero.

—Paulo ya está, decime qué me estás ocultando —exigí, alejándome de él con el ceño fruncido.

—No te estoy ocultando nada...

—Sos muy malo mintiendo Paulo, ¿Me podés decir qué pasa? O me voy a enterar de otra forma y no te va a gustar —amenacé.

—No pasa nada, Nicole.

Apreté mi mandíbula y me saqué las sábanas de encima, agarré su camiseta del piso y me la puse con velocidad mientras que él se tiraba para que no llegue a mi teléfono. No fue exitoso en eso, porque por un pelito llegué a alcanzarlo y salí corriendo hasta el living.

Tenía mensajes de Selena, de Harry y de Matt. Todos decían lo mismo y mi corazón latió con mucha fuerza ni se te ocurra entrar a Twitter, no les hice caso en lo más mínimo y con las manos temblando, abrí la aplicación del pajarito.

Mi nombre estaba en tendencia acompañado de una serpiente y sentí que el aire se me cortaba, todos los tuits tenían el mismo video y todos el mismo hashtag.

Abrí el vídeo y la cara de mi mamá apareció en primer plano, mis lágrimas no tardaron en aparecer cuando escuché lo que decía.

Le estaba diciendo a todo el mundo que yo las había dejando en la calle sin un solo peso, del día a la noche. Hablaba muy mal de mi, diciendo que era una drogadicta y mostrando fotos mías drogándome, diciendo que no habría llegado a ningún lado si no hubiera sido por Paulo, que mi relación con Tom había sido un show más, que había abandonado a mi familia para irme a Estados Unidos cuando ellos ni siquiera tenían para comer.

No podía creer lo que mis ojos estaban viendo, habían más de cien mil mensajes deseándome la muerte o hablando mal de mi, diciéndome que tendría que desaparecer, que la industria musical era un desastre solo por tenerme en ella, que harían como si yo nunca hubiese existido y que todos se iban a olvidar de mi.

Estaban destruyendome.

Paulo entró al living con cara de preocupación y a penas me vio llorar, corrió a abrazarme con fuerza mientras que yo lloraba en su pecho y escuchaba a su corazón latir con fuerza.

—Vas a estar bien amor, vamos a salir de esta —susurró, acariciando mi pelo.

—No entiendo —logré decir entre sollozos—, ¿Por qué me hizo esto? Es mi mamá... Se supone que mi mamá me tenía que cuidar, protegerme como todas las mamás a sus hijos, ¿Por qué me odia tanto?

—No es odio, Nicole —suspiró y acunó mi cara entre sus manos—. Es envidia, tu mamá odia la idea de ver que su hija es todo lo que ella nunca va a poder ser.

—Nunca pensé que iba a ser capaz de hacer esto Paulo, me odian —tapé mi cara con mis manos, y sentí cómo mi cabeza empezaba a doler de forma descomunal—. No sabes lo que es ver qué más de cien mil personas te odian, mi nombre es tendencia, ¿Sabés cuántas personas tienen que postear que te odian para que seas tendencia?

—Sabés que nada de lo que dijo es verdad Nini —intentó levantar mi ánimo, con una voz dulce—. Está mintiendo para hacerte quedar bien.

Mis ojos volvieron a llenarse de lágrima cuando lo escuché decir eso, me sentí avergonzada y expuesta de una forma descomunal. No quería que Paulo supiera eso de mi, no me importaba que todos lo supieran, solo quería que él nunca se enterase.

Pero ya era tarde, porque ya todos lo sabían.

—Mi relación con Tom no era real —admití, y él no dijo nada—. Casi muero por una sobredosis, no fue porque no sabía nadar. Fue porque estaba demasiado drogada como para recordar hacerlo...

—Nicole...

—Perdoname —lo interrumpí—. Perdoname, no quería ver lo que estaba haciendo, lo único que quería era destruirme porque sentía que me lo merecía.

—No tengo nada que perdonarte, perdoname vos por no haber estado antes para ayudarte a salir de eso. Perdoname por no haber estado para evitar que lo hicieras en primer lugar —acarició mis pómulos con sus pulgares, limpiando mis lágrimas—. Pero ahora voy a estar, te voy a ayudar a salir de esta y vas a ver que vas a estar bien. Vamos a estar bien, te lo prometo.

Al parecer yo nunca iba a estar bien. Cada vez que mi vida mejoraba, pasaba algo que me hacía retroceder diez casilleros más, golpeándome una y otra vez con la misma realidad cada que estaba en mi propia burbuja; yo nunca iba a tener un final feliz.

Las personas como yo no tienen finales felices.

Ese día lloré hasta que me sentí seca, y Paulo estuvo ahí para abrazarme todo el tiempo. Nunca me soltó, no dijo nada porque no hacía falta, solo me abrazó.

Se encargó de responderles los mensajes a mis amigos porque yo ni siquiera tenía fuerza para teclear un hola, me cocinó y se sentó conmigo para obligarme a comer algo y hasta que no me tomé la última cucharada, no me dejó volver a la cama.

Entonces lo supe, tal vez no tendría nunca mi final feliz pero lo tenía a él. Tenía a Paulo y sabía que esta vez sí era de verdad, no podía asegurarme a mi misma que iba a estar bien, pero podría jurarme que lo iba a intentar.

Porque ahora sí tenía un motivo para querer intentarlo, ahora sí tenía una razón para querer salir adelante y superar esto.

A pesar de estar siendo golpeada, ahora lo tenía a Paulo y sabía que él sería capaz de recibir los golpes por mí o de levantarme una y otra vez para decirme que sí podía hacerlo.

MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora